domingo, 12 de junio de 2022
Analogía fundamental sobre el concepto del tiempo entre los araucanos de Chile y los arios de India
miércoles, 8 de junio de 2022
El Quinto Sol
Dos objetos plasman de manera ilustrativa la cosmovisión de antiquísimos sustratos culturales de Chile y México: Se trata del kultrún y de la denominada “Piedra de los Soles”.
Ambas figuras corresponden a discos que portan códigos simbólico-cronológicos del tiempo sagrado-mítico: Se trata del kultrún o tambor mágico de los machis o shamanes araucanos, el cual posee una representación de la sucesión de los soles sobre un plano tetrapartito que establece, de igual forma, los cuatro puntos cardinales.
La “Piedra de los Soles” mesoamericana es en realidad, el Ollin Tonatiuhtlan –es decir, “Tonatiuhtlan de Ollin” o “Sol de Movimiento”–, conocida erróneamente como Calendario Azteca, es una representación de las creaciones y destrucciones del mundo, y posee la misma concepción, mas con mayor información sobre los “años” y “días”, del tiempo calendárico.
Lo esencial, en ambos casos, es la noción de los cuatro soles o “grandes edades”.
Tanto en el kultrún como en la “Piedra de los Soles”, se ha graficado la idea del curso circular del tiempo a través del proceso de creación-destrucción-creación –sin principio (Anadi) ni fin (Ananta)– y de la concepción del Sol actual como punto o espacio central del disco representado. De hecho, en el caso específico del kultrún, la maestra Quinturay Raypán me comunicó este conocimiento ancestral en torno a la sucesión de los Antü o “soles” y de encontrarnos en el Quinto Sol que se emplaza en el espacio central del kultrún –la intersección de las dos rectas que estructuran o forman la tetrapartición–.
La misma noción sobre el Quinto Sol se encuentra en la “Piedra de los Soles”.
En ambos focos culturales las tradiciones míticas han preservado los relatos diluviales –de tiempos “sin Sol, sin Luna”– y por cierto, de individuos y clanes que sobrevivieron a la Gran Agua –los lituches y Coxcoxtli y Xochiquetzal, respectivamente–.
Asimismo, cabe mencionar que tanto araucanos como mexicas poseyeron la noción de una primigenia “Edad de Oro”, o más apropiadamente del Satya Yuga o Edad de la Verdad (“Sabiduría”) como la denominaron los arios de India, bajo la concepción del Mapu Tremu y del Matlactli Atl o “Primer Sol”, de modo respectivo, en la que vivía una raza divina y civilizadora de origen astral –extraterrestre–.
¿Se trata de simples coincidencias y meros azares, casualidades? La respuesta es sencilla: ¡Imposible! Estos son los registros de una remota historia –que antecede a los indígenas y que por cierto, socava todas las elucubraciones historiográficas de la psyché moderna– que fue resguardada y proyectada a través del Mythos y del Ars.
Existe, como campo ejemplificador, una figuración simbólica de esta remota historia: La Serpiente de las Montañas conocida como ThrengThreng y la Serpiente de las Aguas conocida como KaiKai de la tradición hierática de los lituche-araucanos –que cuenta con representaciones materiales en textiles, alfarería y en piezas líticas– y de modo elocuente como las dos Xiuhcoatl o “Serpientes de Fuego” que circundan el gran sistema calendárico de la “Piedra de los Soles”.
¿Cuál fue el origen del disco calendárico en ambos sustratos? ¿Cuál es el origen, significado y función de las dos “serpientes”?
Las similitudes culturales van incluso más allá aún: El presente ciclo –el Quinto Sol– concluye con el “despertar” o irrupción de la divinidad-fuerza KaiKai que yace en las profundidades del océano Pacífico y del poderoso B’olon ti’ K’uh o “Nueve Dioses” que emergen –nuevamente otra analogía– desde las profundidades de la tierra –del Inframundo, la “Tierra Hueca”– dando inicio a un nuevo ciclo.
Es el inicio de la nueva Tierra. El nuevo Sol.
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miércoles, 1 de junio de 2022
“¿Un antiguo templo hindú descubierto en Colombia? El sitio arqueológico de San Agustín”
Enlace al documental titulado Ancient Hindu Temple Found in Colombia? San Agustin Archaeological Site (“¿Un antiguo templo hindú descubierto en Colombia? El sitio arqueológico de San Agustín”) desarrollado por el investigador indio Praveen Mohan (Phenomenal Travel Videos, 3 de Agosto de 2019), en el que da cuenta a través de varios campos arqueológicos de remotas relaciones entre India y América del Sur.
https://www.youtube.com/watch?v=ZcvLYfKfDK4
Intuimos, por cierto, que Praveen Mohan desconoce las obras de Juan Ignacio Molina (Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile, 1776), Emeterio Villamil de Rada (La Lengua de Adán y el Hombre de Tiahuanaco, 1876) y de Ruth Rodríguez Sotomayor (El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica, 2013), autores que han observado este antiquísimo arco y sus vestigios, hecho que da independencia y mayor valor aún a las propuestas trazadas por Mohan.
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viernes, 20 de mayo de 2022
El Irminsul en una estatuilla lítica de Mulchén
Una singular pieza arqueológica descubierta en Mulchén (“Halcón Guerrero”), en la Región del Bío-Bío, en el sur de Chile, se enlaza también con el conocimiento del símbolo del Irminsul en el Chile prehispánico.
La pieza corresponde a una figura antropomorfa tallada en andesita negra que alcanza 122 mm de largo por 31 mm de ancho.
La representación posee características fisonómicas totalmente ajenas a aquellas de los indígenas, pues se trata de un tipo dolicocéfalo, de ojos grandes y nariz recta y barbado, rasgo poco común en las poblaciones indígenas (braquicéfalas).
La pieza pertenece a la colección del museo El Vergel de Angol –hoy conocido como “Museo Histórico Dillman S. Bullock”– que fuese creado en 1961 por el agrónomo, etnólogo y Doctor en Ciencias, Dilman S. Bullock.
Sobre esta extraordinaria pieza arqueológica, Miguel Serrano escribió:
En el Museo El Vergel, de la ciudad de Angol, en el sur [de Chile], se encuentra una bellísima estatuilla de piedra iridiscente, de mica negra (biotita) cementada con cuarzo o tal vez feldepasto, de un color casi negro de 122 mm de largo por 31 mm de ancho. Representa un hombre típicamente ario, blanco, con barba y cubierto con una capucha de las que se usaban en la Edad del Bronce nórdica, con un Irminsul dibujado, más algunas runas sobre la parte alta de la frente. En la espalda se ha incrustado una turquesa, como las que se encuentran en las tumbas de los inkas y que también usarían los atunrunas.
Por supuesto, el “Establishment”, el mundo académico no ha encontrado ninguna explicación para este “objeto curioso”, como se le llama, no aquí en Chile, ni en Suecia, ni en los Estados Unidos, donde se ha consultado. Se ha pretendido atribuírselo a algún marinero o viajero nórdico –un pirata– del siglo XVIII, llegado hasta el interior de Mulchén y que habría sido un escultor extraordinario, además de un “corsario” cultísimo, conocedor de la vestimenta de los nórdicos de hace 3500 años, además de la runología y mitología hiperbóreas de Wotan.
El incalculable tesoro fue hallado fortuitamente por un agricultor alemán del sur, Francisco von Plate, mientras araba en su fundo de Mulchén. La donó al pastor metodista, Dilman Bullock, quien la colocó en su propio Museo de Angol, donde hoy se encuentra, sin despertar mayor interés, silenciada e ignorada por la Gran Conspiración (Serrano, M. Adolf Hitler, el Último Avatãra. Páginas 410 y 411).
Serrano, además, ha escrito junto a la imagen de esta estatuilla:
Escultura lítica, en andesita, hallada en terrenos de cultivo cerca de Mulchén, en el sur de Chile, Provincia de BíoBío. Es un nórdico, hiperbóreo. Claramente se distingue el Irminsul, en la frente, y otros signos rúnicos. Se halla en la actualidad en el Museo Dillman S. Bullock, de Angol, Chile, con el número 66-2, de su colección arqueológica (Serrano, M. Adolf Hitler, el Último Avatãra. Página 411).
Obviamente, se debe descartar el origen europeo o foráneo –y por ende, su cronología de la Edad de Bronce– de esta pieza. Pues es en realidad una reliquia de los Dioses Blancos, los huari-huarijocha-runa, es decir, la población originaria del Chili Mapu y cuyos descendientes fueron observados y registrados en numerosas crónicas del Descubrimiento, la Conquista, la Colonia e incluso, en trabajos de distintos observadores del siglo XX que han sido, de hecho, sorprendentemente ignorados por la historiografía ortodoxa: Los indios blancos.
El símbolo principal sobre la frente de la figura es el Irminsul –como muy bien observara Miguel Serrano– la cual se eleva como una evidencia más de la tradición sagrada de la raza polar antártica.
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martes, 10 de mayo de 2022
El símbolo del Irminsul en el Chili Mapu
La clava es un emblema lítico de poder y autoridad de la inmemorial tradición lituche-araucana.
Su forma tradicional se caracteriza por una parte superior similar a una media luna con la presencia usual de un círculo central y una parte inferior que es básicamente un “puño” o “empuñadura”. La mentada forma de media luna llevó a muchos etnólogos e investigadores a creer y considerar que la clava es una figuración totémica zoomorfa del loro tricahue (Cyanoliseus patagonus). Sin embargo, este emblema posee una significancia más profunda pues ostenta simbólicamente los astros del cosmos: Se trata de la Luna (Küyen) y del Sol (Antü).
Ahora bien, se ha indicado que esta es la forma tradicional pues no es la única. Existen variedades locales y asimismo en sus “motivos” o “diseños”. En este sentido, y haciendo hincapié en El Árbol Sagrado Irminsul, los jurúna amazónicos y el “fin del mundo” sobre las claves de la tradición indogermana en América del Sur, una excepcional clava comprueba estas aseveraciones.
Esta clava presenta las dos volutas o “brazos” torcidas hacia abajo –tal como se observa en numerosas representaciones en Germania y Escandinavia–. En su parte central se observa un disco en sobre-relieve del cual emanan diez rayos grabados de forma triangular –este conjunto posee una doble línea–. El interior de los rayos posee un patrón de líneas cruzadas.
La figura alcanza cerca de 30 cm de alto.
Esta extraordinaria clava pertenece a la colección del Museo Andino de la Fundación Claro Vial.
El disco es en realidad una evocación del Sol Interior, el Sol del Minche Mapu o “Mundo Subterráneo” –de la Tierra Hueca– y las volutas corresponden a la representación de las aperturas polares –tal como se observa en la ilustración del Chicomoztoc, el “Lugar de las Siete Cavernas” de la tradición mexica-azteca y de la cual surgieron los grupos chichimecas hacia Cholula y donde se pueden advertir las ‘volutas’ características de la Columna Polar-Irminsul como ramas en la ‘apertura’ de una de las cavernas, de acuerdo al códice Historia tolteca-chichimeca del siglo XVI resguardado en la Bibliothèque Nationale de Francia–.
Ciertamente, este símbolo evidencia la raíz común del sustrato pre-indígena de Chile y de Germania.
Este emblema pertenece a la herencia sacra de los hówen-pillanes de los chiliche, los “hombres de Chile” y sus descendientes.
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domingo, 1 de mayo de 2022
El Árbol Sagrado Irminsul, los jurúna amazónicos y el “fin del mundo”
Muchas de las claves de la vasta tradición indogermana se descubren en el continente que hoy denominamos «América del Sur». Esta intuición inicial se transformó en campos de investigación historiográfica que plasmé en mis trabajos Huitramannaland. La tierra de los hombres blancos (2005), Signos rúnicos en la América del Sur (2006), Símbolos rúnicos en América. El regreso a la tierra ancestral (2011) y especialmente en Irminsul. Simbolismo en torno al origen de la raza polar (2017).
Mas, estas antiquísimas relaciones habían sido ya vislumbradas por el sabio paceño Emeterio Villamil de Rada –en De la primitividad americana (1876) y La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco (1888)– y en nuestra época por la extraordinaria investigadora ecuatoriana Ruth Rodríguez Sotomayor –en trabajos como Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad (2004), Historia de las Bibliotecas Preamericanas (2009) y El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica (2013), entre otras obras–.
Una prueba de estas claves se relaciona con el Árbol Sacro de los germanos, el Irminsul-Yggdrasil, el Árbol del Mundo o “Weltbaum”, el Fresno (Esche) Mágico que sostiene los cielos y que ha sido representado como un poste con dos volutas-ramas-brazos. Así se observa en una pieza del Germanendom preservada en la iglesia de San Pedro en Obermarsberg, en Alemania y en el templo de Externsteine, en el bosque de Teutoburgo en Ostwestfalen-Lippe, también en Alemania –a pesar de ser una representación cristiana–.
De modo significativo, este mismo símbolo se encuentra entre los lituche-araucanos –los verdaderos “hombres de la tierra”– de Chile, en bellísimas piezas líticas, cerámicas, textiles y joyería –estos últimos, verdaderos talismanes–.
El símbolo sacro se encuentra además en Mesoamérica: Es el Árbol-Eje del mundo que sostiene el firmamento y que es resguardado por los poderosos dioses b’aah kab’ (bacaab) quienes “sujetan las cuatro esquinas del cielo”.
¿Cómo se puede explicar la similitud en las formas y especialmente el significado en el Chili Mapu, el Anáhuac y Germania? ¿Coincidencia? ¿Influencia? ¿Cuál fue el origen? Contrariamente a las presunciones historiográficas –la llamada “historia oficial”–, la respuesta es evidente: Hubo una antiquísima raíz común que resuena por doquier en la historia primitiva: Los arios.
Pues bien, un relato mítico de los jurúna –cuyo nombre verdadero es yudjá– de la cuenca del río Xingú en Brasil, hace referencia a un poste bifurcado, símbolo del Axis Mundi, que al ser derribado ocasionará el “fin del mundo” o la próxima Gran Catástrofe:
Sinaa fue el antepasado felino de los juruna, una tribu india de la región del río Xingu, en el Brasil. El padre de Sinaa fue un gigantesco jaguar, y su madre, una mujer.
Por alguna razón desconocida, el padre y el hijo tenían los ojos colocados en la parte de atrás de sus cabezas. Sinaa era muy viejo “pero volvía a ser joven cada vez que tomaba un baño y se despojaba de la piel por encima de la cabeza, como un saco”.
El fin del mundo sobrevendrá, según los juruna, cuando Sinaa decida derribar el enorme poste bifurcado que sostiene el cielo (Cotterell, A. (Compilador). Mitos. Enciclopedia de mitología universal. Página 270).
El “enorme poste bifurcado que sostiene el cielo” es el Irminsul.
Y el “fin del mundo” es el Götterdämmerung, el “Crepúsculo de los Dioses”, de los aesir –los “hijos del firmamento”–. Es la Gran Catástrofe que asoló a la Tierra desde la asimilación de la Luna Terciaria, hasta su despedazamiento ocurrido hace 580.000 años aproximadamente siguiendo los postulados de la Cosmogonía Glacial (Hörbiger, H. & Fauth, Ph. Hörbigers Glazial Kosmogonie. Eine neue Entwicklungsgeschichte des Weltalls und des Sonnensystems. Página 361) y que significó extensos movimientos transcontinentales después de la estabilización del nivel de las aguas y de las condiciones geo-atmosféricas del nuevo eje terrestre.
Estos son los movimientos aducidos por el arqueólogo Edmund Kiss desde América del Sur hacia Europa que emprendió el sustrato ario-andino-atlante y que será la base de los germanos.
Más aún: En el relato mítico jurúna se hace mención de Sinna, el “antepasado felino”: ¿Es posible relacionar al dios-león Sinaa con el ídolo cúltico conocido como Löwenmensch u “Hombre-León” descubierto en la cueva de Hohlenstein-Stadel en el valle de Lone, Baden-Wurttemberg, en Alemania? El Löwenmensch fue labrado en marfil de mamut y alcanza una altura de 31 cm y un diámetro aproximado de 6 cm de diámetro y posee una antigüedad en torno a los 40.000 años.
Las “coincidencias” resultan numerosas al observador atento.
Se vislumbra, así, que las claves de la historia real se encuentran en los símbolos y los mitos de la antigüedad –más allá de la limitadísima comprensión que de estos tenga la psyqué de los individuos del mundo moderno–.
Aquí y allá, los símbolos y los mitos nos comunican los conocimientos ancestrales de los dioses y de las fuerzas de la Naturaleza.
miércoles, 27 de abril de 2022
Los Espíritus del Bosque y la Alta Cordillera
El interesantísimo documental Berta y Nicolasa, las hermanas Quintremán, realizado por la periodista Alejandra Toro (El Mirador de Televisión Nacional de Chile, 2002), describe la férrea defensa realizada por las hermanas Quintremán contra la construcción de la central hidroeléctrica de la multinacional ENDESA en el Alto BíoBío, en la región homónima, en el sur de Chile.
Un aspecto fundamental abordado en este documental es la cosmovisión sagrada araucano-mapuche –de los “hombres de la tierra”, los “verdaderos chilenos”–. En este sentido, se hace mención de un campo trascendental de la naturaleza mágico-religiosa de los machis o shamanes: El mundo de los “espíritus”. Así, en el minuto 49:23 del documental se relata la destrucción de cementerios ancestrales y sus fatales consecuencias: Según las ñañas, no sólo los finados se sienten invadidos, también los espíritus que habitan el bosque y la alta cordillera, los punalcas, están abandonando los parajes que les sirvieron de hogar.
(...)
“... Y los espíritus se perdieron. Solamente queda Huinmalén, la niña que conversa con el río. Solamente ese [espíritu] hay aquí ahora” (Nicolasa Quintremán Calpán).
Las hermanas cuentan que han visto a Huinmalén, la “niña que conversa con el río”, peinándose con un peine de oro su larga cabellera. También creen que con la construcción de la represa el río se detendrá y entonces Huinmalén ya no tendrá con quien conversar.
“…Yo había escuchado que la niña que estaba ahí [en el río], ahora está arriba, en el cielo... Vagando pobre niña” (Berta Quintremán Calpán).
https://www.youtube.com/watch?v=thVAb8wE9AQ
La importancia de estas descripciones es absoluta pues refleja la destrucción física y metafísica del paisaje sagrado del Chili Mapu y el abandono o alejamiento que como consecuencia de ello realizan los alwe o “espíritus” y los ngen o “dioses”, moradores de la tierra, las piedras, los bosques y la cordillera.
La presencia de determinados elementos en el paisaje –los ‘caminos’, las construcciones de represas, hidroeléctricas, etc., y por cierto, de determinados individuos– resultan incompatibles con la vida de los espíritus, de los dioses y de los verdaderos “hombres de la tierra”. Al igual que la tradición de los hówen o “espíritus” de los selk’nam, los punalcas abandonan el paisaje y se “elevan” por su vibración a los otros planos o “mundos”, y en este caso, específicamente, al “cielo” –tal como indicaba Berta Quintremán Calpán–, es decir, al Wenu Mapu, la “tierra del cielo”.
Nosotros, los “hombres de la tierra”, los amantes y defensores del sagrado Chili Mapu, invocamos a los punalcas, a los espíritus y dioses del bosque y de las cumbres de nuestra venerada cordillera andina, a la bellísima Huinmalén, a los hombres-puma y les decimos: ¡No nos abandonen! ¡Aquí estamos! ¡Luchamos y seguiremos luchando por esta tierra sagrada y por la sangre de nuestros ancestros, hasta el fin!