viernes, 11 de junio de 2021

K’ochel. Emblema de los hombres


El k’ochel o vincha triangular es un signo iniciático. Adviértase la similitud
entre Tierra del Fuego y Mesoamérica.


Un aspecto fundamental del rito iniciático háin de los extintos selk’nam del extremo austral de Chile era la comunicación de la cosmovisión preservada y transmitida por los Chan-Ain (“Palabra-Padre”), es decir, los “padres de la palabra” o guardianes de la tradición sagrada mítico-mágica (Lailuka) del Clan de la Rama Sagrada.

En este sentido, el iniciado o klóketen tras el éxito de las pruebas, recibía un símbolo de hombría: Una vincha triangular de piel de guanaco llamado k’ochel –conocido también como goulchelg–.

Guerreros selk’nam portando el k’ochel (Fotografías de Martin Gusinde, 1920).


De modo significativo, este símbolo iniciático se encuentra en la tradición mesoamericana, especialmente en la nobleza del sustrato azteca, hecho que refuerza la concepción fundamental trazada por el profesor Roberto Rengifo en Noticias y comentarios arqueológicos –primera parte de El Secreto de la América Aborigen (1919)– sobre la irradiación civilizadora de los primitivos chilis en el continente: (…) se esparcieron por el continente, marchando de sur a norte hasta México, y, progresando en lenguas y cultura con la distancia y los siglos.

Acamapichtli (1299-1395), primer huey tlatoani, rey de los mexica, quien afianzó la alianza entre Mexihco-Tenochtitlán y Azcapotzalco. Se trata de un aborigen blanco. Ilustración en el Codex Ramírez (1585).

Motecuçuma 2º deste nombre. Ultimo rey de los mexicanos. El último rey de los mexicas, vistiendo la túnica sacerdotal y portando un Xonecuilli. Es un hombre blanco y barbado. Ilustración en el Codex Ramírez (1585).


En consecuencia, campos como la concepción cronológica de la sucesión de los soles o grandes eras, símbolos como el emblema de Sol o tetraskélion y el Signo Escalonado, el conocimiento del Ajna Chakra o “Tercer Ojo” y el emblema de los dioses –el tocado cónico llamado Ocelocopilli–, conforman un claro testimonio de una unidad originaria que abarca desde Tierra del Fuego a Mesoamérica y que antecede a toda noción historiográfica y cronología arqueológica, enraizándose en la tradición de los hombres-dioses y de su civilización prediluvial –es decir, anterior al último Tripalafquen o Diluvio, esto es, el impacto del “Cometa Clovis” en ±12.900– y cuyos vestigios corresponden a estos campos resguardados por sus descendientes y por ulteriores grupos culturales que preservaron el recuerdo de los Dioses Blancos, la raza civilizadora primordial.

Rafael Videla Eissmann
8 de Junio de 2021


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).

martes, 1 de junio de 2021

Ocelocopilli. Emblema de los dioses


Izquierda: Matán, uno de los hówen o “espíritus” (dioses) de la ceremonia mágica-iniciática Háin de los selk’nam de Tierra del Fuego (Fotografías de Martin Gusinde, 1923). Centro: Figura antropomórfica con casco cónico descubierta en el sur de Chile (Museo Chileno de Arte Precolombino). Derecha: Quetzalcóatl, dios particular de los chulula. Quetzalcóatl, la divinidad del pueblo chulula, en México, portando el Ocelocopilli, un escudo y un cuchillo curvo. (Ilustración en el Codex Ramírez, 1585).


Los tocados cónicos son un factor característico en la iconografía de los dioses precolombinos. Se trata, en la tradición mesoamericana, del Ocelocopilli, confeccionado en piel de tigre y adornado con piedras preciosas y que corresponde a un símbolo asociado a Venus, la Patria Celeste de los “Poderosos del Cielo”, los  kukulkanes-quetzalcóhuatles y que en Tierra del Fuego fueron conocidos como hówen, la raza astral que descendió del firmamento y generó las condiciones de vida en el planeta.

A lo largo y ancho del continente, es posible observar este singular emblema en las deidades civilizadoras como tocados o cascos cónicos, y que encubre en realidad la característica de los cráneos “alargados” que se encuentran en América –y por cierto, en el resto del globo–.

Con propiedad, se puede reconocer en esta insignia uno de los emblemas de los Dioses Blancos, los dioses extraterrestres de la tradición ancestral.

Ulteriormente, sus descendientes –los hijos de los ídolos de acuerdo al registro del conquistador Pedro Pizarro en la Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Perú (1571)– plasmarán este atributo en las distintas manifestaciones del arte precolombino, preservando así la clave del origen:

Allá se reunieron a esperar que amaneciera

y a observar la salida de la estrella que llega primero

delante del Sol, cuando este está a punto de amanecer.

“De allá venimos, pero nos hemos separado”,

decían entre sí.

(Popol Vuh. Tercera parte)


Rafael Videla Eissmann
23 de Mayo de 2021


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).