martes, 2 de noviembre de 2010

Vikingos en Paraguay: Entrevista a Vicente Pistilli

Una tribu guaraní. Grabado europeo del siglo XVIII.


El erudito catedrático de la Universidad Nacional, el profesor Vicente Pistilli, atribuye a las criaturas de la cosmogonía guaraní un extraño mestizaje. Pistilli está persuadido de que ellas tienen bastante más que unas cuantas gotas de sangre vikinga.

- ¿Vikinga?
- Sí, señor. Los vikingos estuvieron en la Cuenca del Plata por lo menos un siglo antes que Colón, y dejaron huellas. Grabadas en las rocas de cerro Guazú hay infinidad de runas, la escritura vikinga. La lengua guaraní tiene numerosas palabras del norrés que hablaban los vikingos. La toponimia recogida por los jesuitas -Weibingo, Storting, Tocanguzir, por citar algunos topónimos- tiene indudablemente origen vikingo. La aldea guaraní está copiada de la fortaleza vikinga. Y hay mucho más.

- ¿Cuál sería la influencia vikinga en los mitos guaraníes?
- Los siete hijos monstruosos de Tao y Kerana tienen sus equivalentes nórdicos con las mismas funciones. Este mito no está incorporado en las tradiciones de la mayoría de las etnias guaraníes, sino que se mantuvo como un sistema propio del valle del Guarini Pytá, antigua tierra de los kariʼog (del norrés: karl = campesino, og = casa), que fueron el resultado de la aculturación de los mbyá litoraleños por incursores vikingos en el siglo XIII. El Yaguahú (en norrés jager = cazador, hund = perro) es Gorm en el mito nórdico. El Mbói Tuí es la gran serpiente Yormund. El moñai es un elfo escandinavo que atesora sus robos en cavernas. En el Yasí Yateré, rubio y de ojos azules, debemos ver a Odín, que con una varita mágica crea las runas. El Kurupí es el Frey escandinavo, un cazador sensual y desmesurado genitalmente. El Ao Ao es un coloso de la mitología nórdica, capaz de transformarse en monstruo antropófago. El huichón es el lobo Fernis, que ronda los cementerios y se alimenta de cadáveres...

- ¿Cuánto más abarcan las semejanzas?
- Todo: la armadura, el código, el mensaje del mito. En las dos mitologías por igual, la primera pareja humana es creada con elementos vegetales y minerales. Los espíritus malignos guaraní y escandinavo se casan con hijas de la primera pareja y engendran monstruos. En ambas mitologías se registra una catástrofe universal: el Ragnarök u Ocaso de los Dioses, palabra que pasó al guaraní como roñairó y luego ñorairó, con el significado de agresión mutua.

- Pero, ¿no hay semejanza entre todos los mitos del mundo?
- En este caso son tales los puntos de contacto que debemos descartar la coincidencia normal.

- ¿Hay rastros biológicos de una presencia vikinga?
- La gente de la virtualmente extinta tribu guayakí desciende de un conjunto humano de raza blanca y biotipo longilíneo; lo hemos comprobado científicamente. Los guayakí son de raza blanca, ligeramente mestizados con mujeres amerindias en una época relativamente reciente. Los varones guayakí tienen piel clara, barba tupida, el pelo les ralea en la coronilla y el microscopio revela que es pelo propio de la raza blanca.

- ¿Con qué pueblo blanco vincula Usted a estos guayakí?
- Con una población de tipo ario, cuya presencia en el altiplano, siglos antes del Descubrimiento, está probada por nada menos que 300 momias rubias encontradas en Paracas y otros lugares del Perú.

- ¿Momias vikingas, diría usted?
- Creemos que los incas eran vikingos.

- Pero, ¿hubo en el Paraguay vikingos o sólo mestizos de vikingos y americanos?
- De cualquier manera que haya sido, las huellas de los vikingos en el acervo paraguayo son evidentes. Yo, personalmente, creo que llegaron hasta aquí, que entraron con sus barcos por los ríos navegables. También debemos pensar que alguna vez hicieron frente a otros vikingos venidos desde el altiplano con sus huestes aborígenes en son de conquista.

- ¿Alguna otra cosa vincula a los guayakí con los vikingos?
- ¡Tantas...! El hecho de que conservaron como símbolo tribal inscripciones rúnicas y runoides, que por último ellos eran capaces de trazar aunque ya no entendían su significado. El hacha de guerra de los guayakí, que es la primitiva hacha vikinga: una piedra afilada y empotrada en madera verde, donde queda como soldada cuando la madera se estaciona.

- ¿Cómo fueron descubiertas las inscripciones rúnicas?
- Hacia fines de la década del 60, un geólogo del Ministerio de Obras Públicas, Pedro González, halló en el departamento de Amambay 157 grutas con las paredes cubiertas con esas inscripciones. En la década siguiente, el profesor Jacques M. de Mahieu y el runólogo alemán Hermann Munk estudiaron 61 de las inscripciones en cuestión.

- ¿A qué conclusión llegaron?
- Algunas de las inscripciones son rúnicas de diseño clásico y otras revelan un largo proceso de degeneración gráfica. El profesor Munk pudo reconocer también un dialecto medieval que se hablaba en Schleswig y que era intermedio entre el norrés -antiguo danonoruego- y el bajo alemán.

Pistilli se enzarza en una apabullante demostración de hasta qué punto está inficionado el guaraní, lengua de origen malayo-polinesio, con palabras del norrés apenas deformadas por su uso en un medio extraño y a través de los siglos.

- Hasta la palabra guaraní la debemos a los vikingos -dice-. Viene de wariní, que quiere decir, en godo, de los guerreros.

Pistilli acaricia un hacha guayakí, con aire melancólico. Reniega más del desinterés con que siempre fue recibida la hipótesis vikinga que de la oposición que se le ha hecho. El profesor de runología y jefe de los Archivos Rúnicos de la Universidad de Oslo, profesor James E. Knirk, no ha demostrado gran entusiasmo al señalar que sólo con un estudio in situ la institución a su cargo podría certificar el origen de las inscripciones en las cuevas de cerro Guazú.

- Y, sin embargo -se lamenta Pistilli-, esto es muy importante, demostrativo de que América no le debe exclusivamente a España todo lo que la Conquista trajo del Viejo Mundo, ni siquiera las primeras nociones cristianas, porque los vikingos estaban cristianizados cuando llegaron acá. Pero a los paraguayos nada nos parece muy importante. ¡Somos bien raros, nosotros!


Los ashé

El del grabado es un rostro de guayakí existente en el Museo Antropológico de Asunción. Estos indios blancos se llamaban a sí mismos ashé, palabra que proviene del vikingo asch, que significa fresno y denomina a uno de los dos árboles que, según la mitología nórdica, les dieron origen. Los italianos llamaron a los vikingos aschcomani: hombres del fresno. Y el ashé de los guayakí tiene el mismo significado. Esos indios dicen urmá para significar antiguo. En vikingo, ür es antiguo, y man, hombre.

El profesor Vicente Pistilli sostiene un hacha de los guayakí, arma que no conocían los aborígenes de Paraguay y que manejaban los vikingos (Foto: Daniel Caldirola).


Hombre de las runas

El doctor Jacques M. de Mahieu, fallecido no hace mucho, autor entre otros varios libros de El rey vikingo del Paraguay (Hachette, 1979), vivió en la Argentina donde fundó el Instituto de Ciencia del Hombre y fue profesor en la Universidad Nacional de Buenos Aires. El profesor Pistilli recuerda que, cierta vez, de Mahieu le confesó: Debí haberme dedicado plenamente a la ciencia en vez de hacer política. Pistilli supone que de Mahieu estuvo muy allegado a Perón.

De Mahieu realizó cuatro campañas de investigación en tierra guaraní, vinculadas con los vikingos y sus descendientes, los indios blancos. Tales campañas fueron declaradas de interés oficial por el general Alfredo Stroessner, a la sazón Presidente del Paraguay.

Mario Pérez Colman
Diario La Nación. Argentina. Domingo 16 de abril de 2000.


El profesor Jacques de Mahieu.