viernes, 31 de diciembre de 2021

Razas blancas americanas poblaron “la costa de Irlanda y occidentales de Europa”


Cubierta de los Extractos de Actas de la Sociedad Científica, del profesor Roberto Rengifo, cuarta parte de El Secreto de la América Aborigen, obra publicada en Santiago de Chile en 1921.



En la cuarta parte de El Secreto de la América Aborigen, Extractos de Actas de la Sociedad Científica, publicado en Santiago de Chile en el año de gracia de 1921, el profesor Roberto Rengifo realizó algunos comentarios a comunicaciones anteriores en la Societtè Scientifique du Chili, abarcando tres tópicos con especial énfasis en el poblamiento del continente americano y en la idea-fuerza fundamental de su labor de investigación arqueológica y antropológica: La autoctonía del hombre americano y su expansión a Europa.

Sobre los aborígenes americanos

Al señor Raby, dijo el señor Rengifo, deseo replicar sobre la observación que hizo con motivo de mi comunicación respecto al libro La Torre de Hércules [de Francisco Tettamancy Gastón aparecido en 1920], en cuanto manifestó que la América se había poblado mediante las diferentes inmigraciones arrojadas a sus costas por las corrientes oceánicas. Creo recordar que indicó tres corrientes que llegan a América desde África, Oceanía y Asia. Respecto a la africana, aparentemente es justificada por encontrarse población morena en la región ecuatorial del Atlántico del Brasil, en el territorio más avanzado hacia el oriente y ser esta región la que menos dista, en Sudamérica, de otro continente.

Yo observo, sin embargo, que aunque hay negros a ambos lados del Atlántico, los africanos y americanos difieren fundamentalmente en la somatología general y especial, sobre todo en el sistema piloso. En África el corte del cabello es arriñonado y, esto hace que se enrolle y sea motudo como vellón de cordero, o por lo menos crespo u ondulado como pasa en Europa, que evidentemente ha tenido más mezcla de razas africanas; en tanto que el sistema piloso general americano se distingue por lo liso y por dar un corte completamente circular.

Lo obscuro de la piel de los tropicales americanos no sería entonces por contagio africano, sino por el propio clima tropical sudamericano, admitiendo, además, que nunca son éstos franca y absolutamente negros, sino aceitunados o acanelados. No encuentro fundamento, entonces, para que una corriente marina haya poblado con africanos una parte de la América.

Respecto a la corriente sur del Pacífico, que habría traído polinesios a América tengo que aceptar la similitud de algunas razas y costumbres primitivas entre los oceánicos y los costinos del Pacífico; pero no comprendo, por ejemplo, el por qué la Isla de Pascua o cualquiera otra, pequeña también y sin recursos suficientes, hayan sido la cuna del hombre, y de ahí poblarse un gran continente como la América, y no lo completamente inverso; cada isla puede haber sido una colonia americana en el esparcimiento de la especie humana nacida y desarrollada en este verdadero gran continente paraíso.

No encuentro fundamento bastante a esta segunda población por corriente marina de la Oceanía, y sí veo la inclinación a elucubrar de la manera más alambicada o problemática y no con la naturalidad que los fenómenos se nos presentan.

En cuanto a la tercera corriente, la del Japón o Kurosivo, es evidente que es la más enérgica y capaz de arrastrar embarcaciones con relativa rapidez, desde el Asia por el N. E., hacia la costa occidental americana; pero esta corriente sólo serviría para que volvieran a América los primitivos hombres que poblaron todas las costas del Pacífico, alimentándose del marisco y dejando como documentos su conchales [Kjöekkenmoeddinger], zambaquíes, etc., hasta dar vuelta por Alaska y las Aleutianas, poblando con los peludos aínos el Japón, al mismo tiempo que los hijos de Can o cancos o changos, es decir, obreros del agua o navegantes costinos sudamericanos, llamados canacas en la Polinesia, las Filipinas y la China, poblaban la zona menos fría y formaban la raza amarilla. La somatología del chango meridional y del chino es casi igual y se ve que el lenguaje monosilábico conservado en Asia, es ya lengua muerta o sólo existente en islas, cuando se formaron las lenguas aglutinantes y polisintéticas (como les dicen), araucana, aimará, y quichua de América.

No creo tampoco, en consecuencia, que esta tercera y gran corriente haya sido la pobladora de América.

En resumen, el americano es autóctono.

Queda aún una cuarta corriente no tomada nunca en cuenta por los europeos, a pesar de ser la más fuerte de todas, el Gulfstream o Corriente del Golfo de Méjico, y de navegar a favor de ella constantemente. Esta sí que sirvió para poblar la costa de Irlanda y occidentales de Europa con razas blancas americanas.

No es simple coincidencia el que los terribles dioses marinos de los fenicios fueran los caribes o cabires, y que en el mar Caribe, archipiélago antillano y golfo de Méjico se formara la raza más fiera y atrevida de navegantes primitivos. El canibalismo o antropofagia ha tenido que nacer en las rudezas y el desamparo de las largas navegaciones voluntarias o casuales, y es así como entre caribes marinos no se consideraba hombre cabal al que en su vida no se había comido a otro, es decir, al que no había escapado de todas las crueles peripecias de una larga navegación. Excusado es recordar que aún hoy el último recurso de los náufragos o navegantes desamparados es sortear al que debe servir de alimento a los demás.

Entre los fenicios se hizo costumbre religiosa el sacrificio humano, y en la América sólo se ha constatado desde la región Caribe hacia el norte: Los aztecas por ejemplo.

Es evidente que el canibalismo no ha nacido en la placidez de los hogares del hombre primitivo pescador, agricultor o ganadero, sino entre fieros aventureros.

Es lógico aceptar que a hombres de esta fiereza no arredraba el mar y que en sus aventuradas excursiones fueran arrastrados muchas veces por el Gulfstream y ocuparan poco a poco las costas europeas y entraran al Mediterráneo bajando desde el norte donde dejaron sus cromlech, stonehenges y cultos druidas, sangrientos también.

Creo, en resumen, que el americano es autóctono y emigró de sur a norte.

Roberto Rengifo


Bibliografía

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Videla Eissmann, Rafael
Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Editorial Puerto de Palos. Santiago de Chile, 2007.


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).

lunes, 27 de diciembre de 2021

Tiahuanaco fue “construido por un pueblo que venía del sud, los chiloes”


La migración civilizadora de los chili-viracochasPrimera imagen: Figura antropomorfa labrada en oro de Viracocha en Guatacondo, en la Región de Tarapacá, en Chile. Segunda imagen: Pictografía de uno de los viracochas representados en la Cachoeira Resplendor, en Pará, Brasil. Tercera imagen: Petroglifo de Viracocha en Ometepe, en el noreste del volcán Coatlán –o volcán Maderas–, en Nicaragua. Cuarta imagen: Los viracochas en el Parque Estatal del Bosque Petrificado de Ginkgo –a lo largo del río Columbia–, en el Estado de Washington, en Estados Unidos.



La remotísima historia del mundo prehispánico de Chile ha sido cimentada sobre teorías basadas en la historiografía evolucionista y difusionista –desde aquellos iniciales estudios etnológicos de mediados del siglo XIX con sus antecedentes en la visión judeocristiana de los cronistas, a las imposiciones indígenas-marxistas de la historiografía contemporánea–. Esta es la “historia oficial”, un summum de lucubraciones, repeticiones entre las “autoridades” de arqueología, antropología e historiografía y la imposición del dogma indigenista en torno a lo así denominados “pueblos originarios”.

Más allá de esta lánguida historiografía, existen numerosos campos que permiten una aproximación a la historia real del Chili Mapu y de América y que se vislumbra a través de los mitos y los símbolos pertenecientes al sustrato pre-indígena, es decir, a los paleoamericanos, el grupo dolicocéfalo primordial. A los hijos de los ídolos –los dioses– como le fue informado al conquistador Pedro Pizarro en la Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Perú de 1571 que apareció en el tomo V de la Colección de documentos inéditos para la historia de España, en Madrid en 1844.

La irradiación del sustrato civilizador de los chilis en el continente americano comunicada por el profesor Roberto Rengifo, efectuada de sur a norte –la civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos (Rengifo, R. Los chiles. Página 32), o bien, el gran estudio comparativo y de relación estética aborigen se ha comenzado y, creo que ésta que dejo insinuada es la clave verdadera: Ir de sur a norte y no de norte a sur (Rengifo, R. Noticias y comentarios arqueológicos. Página 8)– encuentra resonancias en los estudios de investigadores como el arqueólogo Adolph Bandelier, el naturalista Francisco P. Moreno, el arqueólogo Arthur Posnansky y el historiador Carlos Keller. De esta manera, Bandelier definió precisamente que Tiahuanaco fue construido por un pueblo que venía del sud, los chiloes (chili) (Lauri, Y. B. Una atrevida interpretación de la Portada del Sol. Página 622).

Chiloé, contrariamente a la creencia vulgar que desglosa su etimología a “lugar de gaviotines” o “cáhuiles”, es una castellanización colonial de Chili-hue, es decir, “lugar de los chiles”. Esto, por cuanto el archipiélago chilote fue la patria de los chilis y que corresponde, en términos geológicos, a un continente sumergido –como lo pudo constatar el naturalista Francisco P. Moreno en su eximia obra Patagonia: Resto de un antiguo continente hoy sumergido. O el núcleo zoogénico antártico (1882)–.

La trascendental noción esgrimida por Rengifo se entronca, asimismo, con los estudios del profesor Arthur Posnansky en Conexiones prehistóricas México-centroamericanas con la antigua Metrópolis de los Andes –trabajo presentado en el VII Congreso Científico Panamericano en 1932– y en Puntos de contacto lingüístico y dogmático en la América prehispánica –en El pasado prehistórico del Gran Perú (Alto y Bajo Perú): Tipos aruwac y kholla en la cerámica de Tiahuanaco aparecido en 1940–: El carácter nuclear de Tiahuanaco, la “metrópolis de los viracochas” o Dioses Blancos y la irradiación de sur a norte de la civilización en el continente americano. Ciertamente, esta concepción de Tiahuanaco como Völkerheimat o “Patria Originaria”, posee antecedentes en las ideas desarrolladas por el sabio Emeterio Villamil de Rada en su fundamental obra La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco (1888) y las investigaciones del mentado Bandelier sobre la procedencia austral de los fundadores de la gran metrópolis andina expuesta en The Ruins at Tiahuanaco (“Las ruinas de Tiahuanaco” de 1911).

Ahora bien, la misma noción presentada por Rengifo fue anunciada por el historiador Carlos Keller al dilucidar que Viracocha habría tenido su origen en Chile, predicando lo que ellos [los caciques del valle del Mapocho] resumieron en esa ocasión. Este “héroe cultural” (nombre que se da por la ciencia a estos emisarios del Ser Supremo que aportan la cultura a los hombres) se habría dirigido desde Chile a Perú, propagando por doquier sus enseñanzas. Allá, sin embargo, los incas se habrían apartado de ellas, pervirtiéndose. Vemos en esta variante la animadversión de los mapuches [araucanos] contra el dominio incaico (Keller, C. Mitos y leyendas de Chile. Páginas 71 y 72 [Esta migración ocurrió mucho tiempo antes de los incas (Nota del autor)].

Más aún: La crónica que lleva por título Memorias antiguas, historiales y políticas del Perú o el Ophyr de España (1630) de Fernando de Montesinos quien de acuerdo el historiador José Toribio Medina conocía como ninguno los orígenes peruanos, apoyándose en antecedentes de un orden semejante a los que han servido de base a modernos escritores, sostiene que como quinientos años después del Diluvio, el Perú se cubrió de habitantes, que llegaron allí de diversas regiones, y hasta del mismo Chile. Asevera asimismo –indica De Montesinos– que el inca Cao-Manco, casi en vísperas de su muerte, tuvo noticia de que los chiriguanos y los naturales de Tucumán y Chile, naciones muy pobladas y guerreras, marchaban a invadir el Perú; y que después de haber llegado efectivamente hasta allí, plantaron nuevas idolatrías (Medina, J. T. Los aborígenes de Chile. Página 30). 

La obra de Fernando de Montesinos fue escrita hacia 1630 y sólo publicada en Madrid en 1882.

Condensando estas nociones, la antropóloga e historiadora del mundo andino, María Rostworowski, determinó en su estudio Estructuras andinas del poder (1983) que el avance de los viracochas es de sur a norte (Rostworowski, M. Estructuras andinas del poder. Página 39).

Más allá de la impostura de la historiografía indigenista, resuena el estruendo de la tradición primordial del Chili Mapu y sus habitantes.

Rafael Videla Eissmann
25 de Diciembre de 2021


Bibliografía

I. Fuentes

De Montesinos, Fernando
Memorias antiguas historiales y políticas del Perú. Seguidas de las informaciones acerca del Señorío de los Incas, hechas por mandado de don Francisco de Toledo, Virrey del Perú (1644). Colección de libros españoles raros o curiosos. Tomos XV y XVI. Imprenta de Miguel Ginesta. Madrid, 1882.


II. Obras

Villamil de Rada, Emeterio
La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco. La Paz, Imprenta de La Razón, 1888.

Keller, Carlos
Mitos y leyendas de Chile. Editorial Jerónimo de Vivar. Santiago de Chile, 1972.

Medina, José Toribio
Los aborígenes de Chile (1882). Segunda edición. Introducción de Carlos Keller. Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina. Santiago de Chile, 1952.

Moreno, Francisco P.
Patagonia: Resto de un antiguo continente hoy sumergido. En: Anales de la Sociedad Científica Argentina. Tomo XIV. Segundo semestre de 1882. Imprenta de Pablo E. Coni. Buenos Aires, 1882.

Posnansky, Arthur
El pasado prehistórico del Gran Perú (Alto y Bajo Perú): Tipos aruwac y kholla en la cerámica de Tiahuanaco. Editorial del Instituto Tihuanacu de Antropología, Etnografía y Prehistoria. La Paz, 1940.
_ Origen del culto y cultura en las tres Américas. 21 clichés y un mapa. En: XXIV Congreso Internacional de Americanistas. Hamburgo, 1930.
_ Conexiones prehistóricas México-centroamericanas con la antigua Metrópolis de los Andes. En: VII Congreso Científico Panamericano. México D. F., 1932.
_ Tihuanacu: La cuna del hombre americano / Tihuanacu: The Cradle of American Man. Tomo I. Editado por Arthur James F. Shearer. Texto bilingüe. J. J. Augustin. New York, 1945. Tomo II. Editado por Arthur James F. Shearer. Texto bilingüe. J. J. Augustin. New York, 1957. Tomo III y IV. Editorial Don Bosco. Ministerio de Educación de la República de Bolivia. La Paz, 1957.

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Rostworowski, María
Estructuras andinas del poder. Ideología religiosa y política. Instituto de Estudios Peruanos. Serie Andina / 4. Lima, 1997.
_ Historia del Tawantinsuyo. Instituto de Estudios Peruanos. Serie Andina / 13. Lima, 1998.

* Fernández Navarrete, Martín; Salvá, Miguel & Sainz de Baranda, Pedro
Colección de documentos inéditos para la historia de España. Tomo V. Imprenta de la Viuda de Calero. Madrid, 1844.


III. Artículos

Lauri, Yole Beatriz
Una atrevida interpretación de la Portada del Sol. En: Histonium. Año VII. Nº78. Buenos Aires, Septiembre de 1945.

Posnansky, Arthur
Retratos y recuerdos de animales extinguidos en la cerámica de Sudamérica. En: Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz. Litografía e Imprenta Moderna. La Paz, 1919. 


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).

sábado, 25 de diciembre de 2021

La historia prohibida


Asociaciones simbólicas en la antigüedad: Los hombres-dioses. Primera imagen: Una de las deidades antropomorfas aladas que rodean la efigie de Harnava Tauapácac-Ticci Viracocha en la magnífica Puerta del Sol de Tiahuanaco, en Bolivia. Segunda imagen: Detalle de un sello asirio que describe el ascenso de Ishtar-Venus al firmamento. Tercera imagen: Inscripción en un hacha romana procedente de Éfeso (actual Turquía) en la cual se observa una deidad alada que porta un báculo. El conjunto está rodeado por la serpiente Uróboros. Cuarta imagen: Representación de un hombre alado en la tradición araucana del Choike Pürun –o “Danza del Ñandú” o “Avestruz”–, reminiscencia tardía de los hombres-dioses alados de la Ante-Historia en la tradición sagrada del Chili Mapu (Fotógrafo desconocido. Ca. 1960).


La fundamental premisa trazada por el profesor Roberto Rengifo en torno a la irradiación civilizadora emanada del Chili Mapu, se observa en dos campos del mundo antiguo de la raza dolicocéfala: Los mitos y los símbolos, entendidos estos como vestigios de una historia que se funde en la Narración Sagrada y que dejó a escala global las indelebles huellas de los Dioses Blancos –la fundación de Uruk realizada por los uros hace 9000 años, quienes llegaron al fondo del Golfo Pérsico y fundaron la ciudad de Uruk, llevando allá la cerámica y los metales; ciudad que fue el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas y los chilis se extendieron al oriente, Chalingasta, y después al norte. Se les denomina hoy diaguitas y, más propiamente, dihuitas. Llegaron hasta el Chiria en el norte del Perú. Después, en plena cultura y en posesión de los metales, ocuparon todo Chile hacia el sur, hasta Chiloé y hasta Magallanes, y dieron vuelta por el Estrecho, difundiendo la cultura en el mundo, y especialmente en el Báltico y en el Mediterráneo–.

El símbolo sagrado del Sol. Izquierda: Ilustración del esquema espacial trazado sobre el kultrún o tambor ceremonial lituche-araucano del sur de Chile. El símbolo del venerado tetraskélion corresponde a las cuatro grandes eras solesDerecha: Una vasija de Cimarra hallada en Hassua, Sumeria –al unir los trazos de la figura central se conforma el tetraskélion de sentido dextrógiro– (Alrededor del V milenio a. C.).


El culto venusino-solar, el culto a los dioses-ancestros y la formación de sociedades patriarcales-guerreras, corresponden a las bases de lo descendientes de la raza polar.

¿Se trata todo esto de una aislada y extravagante idea desarrollada por el profesor Rengifo? No. En lo absoluto. Y he aquí algo trascendental: Es la misma concepción –por cierto con lógicas variantes cronológicas y rutas de expansión– que han expuesto eminentes sabios americanistas como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Edmund Kiss, Juan Moricz y de nuestra apreciada e infatigable investigadora, Ruth Rodríguez Sotomayor, que han sido, de modo llamativo, ignorados. Prueba de ello es que sus investigaciones y estudios son desconocidos mayormente tanto por historiadores como por el público en general y que esa historia ha sido relegada al olvido pues desmonta todo el astuto andamiaje indigenista y de los así denominados “pueblos originarios”.

Las huellas de la civilización de la raza polar y su irradiación a escala global, corresponden, de manera irrefutable, a LA HISTORIA PROHIBIDA.

Rafael Videla Eissmann
24 de Diciembre de 2021


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).

viernes, 24 de diciembre de 2021

Los viracochas, dioses del fuego


Representación petroglífica de un viracocha en las cercanías de Monte Patria, en la Región de Coquimbo, en Chile (Fotografías de Rafael Videla Eissmann, 2016).

Extracto del Capítulo IV. Los viracochas, sus símbolos de la obra Los chiles (1921) de Roberto Rengifo, donde dilucida aspectos culturales y etimológicos en torno al origen cultural de los viracochas, los “semidioses” civilizadores surgidos del Chili Mapu.

Los viracochas, sus símbolos

Los viracochas o “huaracochas” fueron los que descubrieron y mantuvieron la fundición del cobre en la huara de Chalinga; debieron tomar una gran supremacía sobre todos los demás aborígenes y parecerían magos, disponiendo del fuego endurecido o cobre rojo, teniendo además de esta ventaja moral, la material de emplearlo como arma, escudo y casco.

El nombre que tomaron los primeros metalurgistas proviene de las huaras, como aún hoy se llaman las fundiciones aborígenes en el norte y en el desierto de Atacama: Como fundidores se llamaron huaracochas y como mineros tratán, que es onomatopéyico del laboreo o martilleo, de donde salieron los tacanes, titanes y atacamas, y tacana o Tacna, etc.

Huara no significa “fuego”, pero significa “viento”, y este era el indispensable para un vivo tiraje, empleando leña o carbón de espino capaz de fundir el mineral: Por esto llamaron huaras a las chimeneas naturales de fundición, lo mismo que se llaman fraguas a los fuelles colocados en las herrerías.

La palabra cocha significa “recipiente redondo”, o “mar”, o “lago”, o “poza”, de co = agua y de cha = “yacer”, “estar”, “echarse”; tal vez con la acepción de plano a nivel, o terreno plano, tendido, etc.: Las palabras, chaco, concha, charco y cocha representan la misma idea de depósito redondo. Los restos de viviendas junto a las minas y a la huara, tienen la forma de conchas o covachas y están labradas en el mismo cerro; por consiguiente estos fundidores primitivos se denominaron, “hombres de las cochas de la huara” = huara-cocha-ché, y después huaracocha solamente, y después huairacocha en aimará o palla, y por fin viracocha en quichua.

En cuanto al papel mitológico que poco a poco se les atribuyó por los pueblos que civilizaron o sometieron, se comprende perfectamente, dada la superioridad de su industria: La terminación cocha ya no significó la modesta vivienda del minero, sino que se interpretó que era todo el mar; especialmente por los que vivían al oriente de los Andes; el occidente era el lado del mar, el otro lado misterioso de las nieves, de donde venían estos forjadores del metal rojo. La huara ya no fue por consiguiente la simple chimenea, sino el viento que los había traído, y después el fuego del horizonte, los arreboles que se encendían diariamente en el poniente, y el mismo Sol enrojecido para descender a su cocha hacia el lado donde existía aún la primera huara. Por esto los primeros incas se decían llegados del poniente, y porque eran descendientes de los chalingas o chili-ingas se llamaron ingas.

Estos primeros cambios en el significado de las palabras, tendiendo cada vez más a la grandiosidad y a la personificación, como pasa en todas las creencias, agigantadas por el tiempo y humanizando lo misterioso, convirtieron a los fundidores en semidioses. Ellos aceptaron y tomaron como símbolo una huara que se precipita en el mar (cocha), y posiblemente se hicieron enterrar en forma semejante, de bruces, con la cabeza hacia el occidente, más baja que el cuerpo, y descansando en una cocha o plato con símbolos solares y del fuego. Los demás, simples mortales, deberían tener la cabeza al oriente, más alta que el cuerpo y boca arriba, como se vio en el cementerio de El Zapallar [en Chalinga, Región de Coquimbo, en el norte de Chile] (Videla Eissmann, R. Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Página 89).

* * *

Apropiadamente, el profesor Rengifo escribió en Noticias y comentarios arqueológicos (1919) que en general esta sería la raza de los antis, los arianos americanos y, localmente, los chilingas o chiles, de los cuales salieron los ingas o incas; porque la tradición, según Posnansky, establece que el nombre de los civilizadores llegados al Titicaca, era más largo, y que terminaba en inga, y que mama Oclio (no es Oello el verdadero nombre) sólo recordó el inga, y luego se transformó en inca (Videla Eissmann, R. Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Página 33).

Rafael Videla Eissmann
23 de Diciembre de 2021


Bibliografía

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Videla Eissmann, Rafael
Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Editorial Puerto de Palos. Santiago de Chile, 2007.


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).

miércoles, 22 de diciembre de 2021

“Los alemanes habían mandado últimamente gente de estudio a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego”


El mapa Chica sive Patagonica et Australis Terra de Matthias Quad, del año 1600.


Reforzamos, una vez más, una idea fundamental plasmada por el profesor Roberto Rengifo en El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) en torno al origen de la humanidad blanca y clara.

De esta manera, abordando los estudios en torno a tan esencial campo, Rengifo escribió, citando inicialmente a Marcellin Boule en su obra Les Hommes Fosiles, publicado en 1923:

«Algunos conchales y mounds [túmulos] son de dimensiones tan considerables, o se presentan en condiciones topográficas tales, que deben remontar a una alta antigüedad; quizás a los tiempos Pleistocenos».

«Es curioso constatar que desde el año 1840, antes aún que fuera completamente resuelta en Europa la cuestión de la coexistencia del hombre y de los grandes animales desaparecidos [la megafauna ±12.900 años], tales como el mastodonte, estaba ya planteada ésta en las dos Américas».

Por mi parte observaré que aunque la totalidad de los chilenos, excepto unas cinco o seis personas, son indiferentes a esta clase de estudios, no faltan extranjeros europeos que se preocupan de esta materia y que consideran todo cuanto ven y encuentran sólo dependiendo del punto de vista europeo.

El padre alemán Martín Gusinde, secundando una investigación etnológica católica, cuyo centro está en Viena, convivió durante cuatro años, largos períodos con los fueguinos y se hizo iniciar en sus misterios como si fuera uno de ellos.

Su objetivo era corroborar que la teoría antropológica sustentada por el centro católico vienés era más conforme con los hechos que la teoría de la selección de Darwin. La teoría vienesa es la histórica, antropológica. Lo cual significa que lo escrito en la Biblia es un resumen cierto de la verdad.

El padre Gusinde era Jefe de Sección del Museo Antropológico y Etnológico de Santiago, y partió a Magallanes para traer pruebas de que entre los más primitivos humanos, como son los fueguinos, había ya la creencia de un solo Dios, y que había culto, monogamia, etc., y no promiscuidad, canibalismo, idolatría, etc., conforme suponía la teoría evolutiva.

El inglés, don Ricardo Latcham, Director del Museo de Historia Natural de Santiago, dijo: “Es claro que si van con el propósito de encontrar la creencia en un solo Dios y lo demás, volverán diciendo que lo han encontrado”.

El hecho es que el padre Gusinde recogió muchos datos ignorados y trajo una colección como de cien cráneos, que lo autorizaron para informar al Ministerio de Educación que, de sus estudios se desprendía claramente que los fueguinos eran la raza más antigua de América.

Después fue a Alemania a un Congreso Antropológico, llevando los cráneos e imprimiendo un grueso volumen alemán, que aún no conozco; pero fue en ese Congreso Mundial, lo único nuevo e importante que se presentó.

Nada de esto preocupa al público chileno, pero sí a los alemanes, por ejemplo, quienes, según oí hace poco en la Sociedad Científica [de Chile], habían mandado últimamente gente de estudio a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Páginas 3 y 4)–.

Tres son los campos fundamentales constatados: En primer término, la coexistencia del hombre americano “fósil” con la megafauna en el continente –la “coexistencia del hombre y de los grandes animales desaparecidos, tales como el mastodonte, estaba ya planteada ésta en las dos Américas»– cuya antigüedad está delimitada por la asimilación de la Luna –el “Cometa Clovis– y su impacto en la Tierra.

En segundo lugar, y a pesar de la atribuida concepción monoteísta de la tradición selk’nam-fueguina trazada por Martin Gusinde, que “los fueguinos eran la raza más antigua de América”.

Es decir, la raza dolicocéfala emanada del Polo Antártico –el Clan de la Rama Sagrada (Irminsul)–.

La raza primigenia. Der Urmensch.

Por último, la constatación que los alemanes habría “mandado últimamente gente de estudio a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego”.

Evidentemente, los estudiosos germanos no buscarían el origen de su raza entre los indígenas braquicéfalos sino en los vestigios fósiles de tipo dolicocéfalo –originaria del archipiélago antártico, que por entonces decenas de miles de años atrás, era el gran centro de la humanidad blanca y clara (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 8)–.

Es menester resaltar que la única expedición alemana oficial conocida en esa época en América del Sur corresponde a la liderada por el arquitecto y arqueólogo Edmund Kiss (1886-194?), uno de los más importantes expositores de la Cosmogonía Glacial (1913), quien viajó entre los años 1928 y 1936 a países como Perú, Bolivia y Chile con el objeto de comprobar las ideas de Hans Hörbiger Philipp Fauth y la Welteislehre o “Doctrina del Hielo Mundial”.

Estas pesquisas se enmarcan en las investigaciones multidisciplinarias emprendidas por la Deutsches Ahnenerbe, Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte.

En Chile, Kiss realizó investigaciones arqueológicas y antropológicas en la región de Atacama, publicando en 1933 Des Urwaldmädel. Ein deutsches Mädchen in Chile (“Acerca de la joven de la Selva Virgen. Una chica alemana en Chile”), año en el cual asimismo dio a luz a dos obras iniciadoras a la Cosmogonía Glacial: Einführung in Welteislehre (“Introducción a la Doctrina del Hielo Universal”) y luego Welt-Eis-Lehre. Nach Hanns Hörbigers Lehre dargestellt (“Doctrina del Hielo Mundial. De acuerdo a la Enseñanza de Hanns Hörbiger”). Vislumbramos aquí –al igual que los alemanes en la década de los años 30 del siglo pasado– un lejanísimo escenario devastado por la última gran catástrofe cósmica-planetaria: Es el Götterdämmerung o “Crespúsculo de los Dioses” (Aesir) de los germanos o el Tripalafken, la “Gran Agua”, de los araucanos.

Rafael Videla Eissmann
Chili Mapu,
Solsticio de Verano del Hemisferio Austral 2021


Bibliografía

Kiss, Edmund

Einführung in Welteislehre. Hase & Köhler Verlag. Leipzig, 1933. 

_ Welt-Eis-Lehre. Nach Hans Hörbigers Lehre dargestellt. Köhler & Amelang Verlag. Leipzig, 1933.

_ Des Urwaldmädel. Ein deutsches Mädchen in Chile. K. Thienemanns Verlag. Stuttgart, 1933. 

_ Die Kosmischen Ursachen der Völkerwanderungen. Hase & Köhler Verlag. Leipzig, 1934.

_ Das Sonnentor von Tiahuanaku und Hörbigers Welteislehre. Hase & Köhler Verlag. Leipzig, 1937.


Rengifo, Roberto

El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.

_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].

_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.

_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).

lunes, 20 de diciembre de 2021

Fundaron Uruk, ciudad que fue “el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas”


 
Izquierda: El bellísimo alfiler mesopotámico con la representación del rey Gilgamesh con dos animales. Adviértase su similitud con los tupus del mundo andino. Derecha: Tupu araucano del sitio de Gorbea-3, en la Araucanía, en el sur de Chile. El símbolo de la apertura polar, el Irminsul, ha sido representado en el disco central (Ilustración en el estudio de A. Gordon, J. Madrid y J. Monleón, Excavación del cementerio indígena de Gorbea (Sitio GO-3). Provincia de Cautín. Chile de 1972-73).


En El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935), el profesor Roberto Rengifo trazó la extensa expansión del sustrato civilizador de América-Huitramannaland hacia Europa y Asia: La última migración importante partió de TalTal en la costa norte de Chile, hace 9000 años, fueron los uros que, por estar ya todas las demás costas y países poblados, buscando uno inhabitado llegaron al fondo del Golfo Pérsico y fundaron la ciudad de Uruk, llevando allá la cerámica y los metales; ciudad que fue el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas con la cual comienza la Proto-Historia, siendo todo lo anterior, Pre-Historia y siendo Historia sólo los 2500 años últimos, desde que se descubrió la escritura alfabética (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11).

Evidentemente, el postulado del profesor Rengifo socava todo el edificio evolucionista-difusionista de la arqueología e historiografía ortodoxa –la feble “historia oficial”–.

La bellísima fíbula o alfiler mesopotámico con la representación del semi-dios Gilgamesh-Istubar, quinto Rey de Uruk, guarda una notable similitud con los tupu del mundo andino.

IzquierdaTupu presumiblemente inca. En su parte superior, dos volutas que evocan
el símbolo del Irminsul (The Metropolitan Museum of Art). Derecha: Otro tupu también de probable origen inca. Asimismo posee en su parte superior dos volutas que evocan al Irminsul (The Metropolitan Museum of Art).

Dos tupus con forma discoidal y en su parte superior, el símbolo polar del Irminsul
(Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera).


Se comprende, de este modo, la apreciación de ese otro genio de la verdadera historia, Erich von Däniken, al preguntar si acaso los descendientes del gigante Gilgamesh provinieron de América del Sur y llevaron consigo el conocimiento posteriormente vertido en la Epopeya, a Sumeria (Von Däniken, E. Recuerdos del futuro. Página 91 y 96) y asimismo, lo que me expresara el profesor e investigador del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile, Carlos González Vargas, en relación con la notable similitud de la representación de Yephun-Oihuen, el Lucero de la Mañana y de la Tarde de los antiguos mapuches [araucanos] y aquellas de Mesopotamia, pues en ambos casos son estrellas de ocho puntas (Conversación personal con el autor en la ciudad de Santiago de Chile, Noviembre de 2006).

Rafael Videla Eissmann
19 de Diciembre de 2021


Tupu labrado en plata, presumiblemente inca o wari (The Metropolitan Museum of Art).

Tupu en oro de presumible origen Nazca, con la representación del Dios-Sol, descubierto
en la Hacienda Ocucaje, en Perú (The Museum of Fine Arts, Houston).


Bibliografía

Gordon, A., Madrid, J. & Monleón, J.
Excavación del cementerio indígena de Gorbea (Sitio GO-3). Provincia de Cautín. Chile. Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena / Boletín de Prehistoria Número Especial. Universidad de Chile y Sociedad Chilena de Arqueología, Santiago de Chile, 1972-73.

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Von Däniken, Erich
Recuerdos del futuro (“Erinnerungen an die Zukunft”, 1968). Plaza & Janés. Barcelona, 1982.



* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).

domingo, 19 de diciembre de 2021

Sobre los andino-atlantes en Hispania


Símbolo rúnico prehispánico en la costa de la zona central de Chile (Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2009).


Parece haber sido una misma raza la que escribió
en los Andes y en los Pirineos.
Roberto Rengifo


Extracto del Capítulo III. Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas del interesantísimo ensayo Arte gráfico de los primitivos y los chiles (1920) del profesor Roberto Rengifo, donde expuso la antiquísima expansión del sustrato civilizador americano –los arios de Can– a Iberia y que conformó el grupo celto-ibero, tenido como los aborígenes de la península española.

Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas

En cuanto a los primeros pobladores de la costa oriental europea, aprovechándome de datos del libro [La Torre de Hércules. Impresiones acerca de este antiquísimo faro bajo su aspecto histórico y arqueológico (La Coruña, 1920) de Francisco Tettamancy Gastón], voy a discurrir sobre ellos. No hablaremos del organizador latino, pueblo agricultor, que dió nombres nuevos a todos; porque es perfectamente histórico; ni de los griegos, pueblo más mitófilo, más escrito, menos agricultor y muy pequeño navegante; nació en su archipiélago con las islas a la vista una de las otras, se aventuró como mucho por el mar Negro en expedición cantada como épica; no pasó de Gibraltar, porque más allá eran las Columnas de Hércules, el Hades, el vacío, el infierno, la muerte, el otro lado del Orco, dios de la muerte entre ellos; llegaron sólo a las costas orientales de España. Esa misma Atlántida que ellos cuentan hundida y otras veces como vencida por ellos en gran guerra ¿no están indicando que los dirigentes querían restringir sólo al Mediterráneo su radio comercial o esfera de acción? Sea porque se lo impidieron o impusieron los fenicios, para los cuales no habían mar ignoto o vedado, o sea porque ellos tenían esclavos atlantes del Atlántico y no se atrevían a salir de este mar, para no pagar ojo por ojo; el hecho es que el mundo griego era bien pequeño, y, nunca se atrevieron a buscar expansiones hacia occidente aún en el imperio de Alejandro. Llego a creer que era el respeto a sus progenitores, al Hércules Ispano, al que era dios entre ellos, y el que con sus Trabajos o doce conquistas de la civilización los había dotado para que fueran artistas.

(…)

Quedan los atlantes, los ultramarinos, de la América, los anteos, que tomó Hércules en sus brazos; es decir, la España se pobló de ellos: ¿Pero de cuál raza? – la América es grande; era el Triple gerion (que significa, casa de la fuerte generación) y bien diferentes sus regiones: costina (Can = obreros, pescadores, navegantes); Andina (Chen = varones sacerdotales, mineros, metalurgistas) y central de llano (Jafeta = propagadores de plantas, agricultores). Yo creo que estas tres razas fueron las que en Europa se llamaron: Arios, celtas y gálatas; según notas del libro que trato, célticos eran los que vivían en lo más lejano y sombrío del mundo, y gálatas los que se llevaban emigrando de un lugar a otro; ambos venidos desde lo más lejos del mundo.

Quedan los arios, cuyos rastros más evidentes están en las islas Can-árias y por consiguiente eran de la raza de Can, que agregaron Arí al nombre, significando, filo o cumbre, aristocracia, es decir, la nobleza de la raza navegante sud-americana, poseyendo ya la minería y la agricultura.

Estos enérgicos obreros de cráneo ancho, salidos del Sur Pacífico y de los Andes, con el nombre de anteos, fueron a mi juicio, los que ocuparon las islas Can-árias primero, después África y después España, donde, como lo dicen los nombres posteriores de célticos y gálatas, llegaban del último confín del mundo en emigraciones sucesivas.

Así se explican multitud de semejanzas y la igualdad de sus primeras escrituras petroglifícas.

Estas y otras muchas reflexiones me ha sugerido el libro del señor Tettamancy Gastón, La Torre de Hércules.

(…)

Roberto Rengifo


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jueves, 16 de diciembre de 2021

“Sugestión consecuente: Origen antártico de la civilización”


La fonolita Chonchón, cerca de El Zapallar, en la Región de Coquimbo, en el norte de Chile. Don Ladislao Errázuriz de pie, al centro; Roberto Rengifo sentado, al centro (1920).


Extracto del octavo subcapítulo de Los chiles (1920) del profesor Roberto Rengifo –tercera parte de El Secreto de la América Aborigen (1919-1921)–, en el cual expone la concepción del origen polar antártico del hombre, la migración de los viracochas y la conformación del imperio andino aborigen.

Sugestión consecuente: Origen antártico de la civilización

No ofuscándose con los dogmas preestablecidos, especialmente por el que ha querido imponer que la población americana ha tenido origen en el Asia, y que el movimiento de migración ha sido de norte a sur; se queda con el criterio libre para juzgar mejor el encadenamiento de los hechos que día a día nos van revelando los estudios antropológicos de las regiones últimamente exploradas.

(…)

Hoy por conveniencia y por orgullo mal fundado, es el hemisferio norte el que se atribuye todos los orígenes; desgraciadamente para ellos, sin verdaderos fundamentos. Nosotros, del hemisferio antártico y especialmente los americanos australes, tenemos también el derecho, ya que vamos siendo cada vez más conscientes, de desenterrar verdades y, exhibirlas como dogmas mucho más concordantes con la explicación fácil y sencilla de los hechos: La civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos.

Pueda ser que más tarde aparezca en Australia otro principio más comprensivo, que nos explique hasta el origen polar antártico de la humanidad, desarrollada en su casquete de tierras hoy dislocado; entonces tendremos que inclinarnos ante él; pero mientras tanto, y para encadenar con lógica todo el material antro-arqueológico sur y norteamericano, no debemos titubear en empezar por lo más primitivo y sencillo que estamos viendo, el hombre fueguino, y avanzar de sur a norte al mismo compás de las complicaciones, perfeccionamientos, expansiones, y aún degeneraciones que se produjeron hacia el norte hasta culminar en México.

Todo el desarrollo ha sido amoldado en la topografía y los climas del continente, y tan perfectamente graduados en la paulatina ocupación del mundo, sobre todo en la primera capa de poblaciones sin retrocesos todavía, que se ve originarse cada instrumento y cada costumbre, desde el Cabo de Hornos a Tehuantepec, de la manera más lógica y gradual.

(…)

Más al norte, en la mejor zona agrícola de Chile, progresarían estas industrias [líticas], perfeccionando la cerámica, y la chacra regada por inundaciones, en los terrenos bajos y sueltos que hoy se llaman islas en las orillas de los ríos, lo mismo que en Egipto. Estos cauques ya hicieron inscripciones ideológicas en las rocas, sobre el culto a la madre tierra, a los muertos y a los fenómenos meteorológicos; los cauques o caucas eran blancos, bien formados y patilludos; en la otra banda poblaron Córdoba y siguieron por Bolivia, Colombia, las Antillas, etc. Más al norte, desde el Maipo hasta el Choapa aparecen los chiles, descubridores del cobre, mejores cultivadores, perfeccionadores del riego por canales, descubrieron las campanas y las esquilas para tropas de comercio, construyeron las primeras rudimentarias ciudades de piedra, y fortificaciones o pucarás, escribieron grandes ideografías en las rocas, se constituyeron en la primera nación de tribus confederadas, e inventaron los símbolos de autoridad en el tocado y el toqui o cetro en la mano, discurrieron el sistema electivo y propaló la primera religión agrícola legislativa, con el objeto de dominar abarcando territorios y diciéndose pueblo elegido; lo cual hasta ese momento se acercaba a la verdad.

(…)

Los mineros o cordilleranos fueron los últimos en llegar a la latitud del altiplano americano en Bolivia a orillas del lago Titicaca. Seguramente un gran cazador, el inventor del arco y la flecha puso a raya el orgullo de los metalurgistas, e invitando a los ricos costinos que ya tenían por centro el Chimú en el norte del Perú; proyectó la primera gran confederación o imperio, con centro en el Pirehué o altiplano, donde se construyó sin concluirlas, una inmensa torre (la actual Ackapana) y una ciudad o templo palacio (el actual Huma Punco [Puma Punku]) en cuya puerta se ve a cuarenta reyes, en tres filas, representando las tres razas, acudir bajo la potestad común del Señor del Mundo (El Pachachachito o Pachatitán) [Se trata de la Puerta del Sol de Tiahuanaco]. Los andinos van al centro con cabezas de pájaros, los pampinos con cabezas de puma o cuadrúpedo en sus emblemas, y los costinos llevan cabezas de pescado.

El objeto era el de unificar las costumbres y las lenguas ya muy diversificadas. El proyecto fracasó por las tendencias dominadoras de unos y las independientes de los otros, suscitándose guerras destructoras en que los más ricos y menos belicosos chimus, perecieron por las flechas de los cazadores y por las armas de metal y hondas de los mineros.

Sobrevino después una raza central en el Cuzco, con cualidades mixtas y que tenía por objetivo y símbolo otro metal, el oro; fueron los incas quichuas.

Toda esta gestión relatada a priori aproximadamente es lógica y encadenada y parte de ella figura en las tradiciones de los primeros pueblos navegantes; los fenicios. La norma sudamericana debe ser, pues, estudiar la arqueología de sur a norte.

Roberto Rengifo


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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Bibliografía arqueológica-antropológica del profesor Roberto Rengifo


Grupo de Consejeros de la Sociedad Científica de Chile, en la Quinta Normal de Santiago de Chile, en 1919. Roberto Rengifo es el primero de derecha a izquierda.


Listado de obras de Roberto Rengifo, promulgador del origen polar antártico del hombre y de la irradiación de la civilización desde América hacia otras latitudes.

El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.

El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].

El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

El Secreto de la América Aborigen. Edición desarrollada por Rafael Videla Eissmann. Distribución privada. Santiago de Chile, 2001.

Los chilingas. Comentarios de Roberto Rengifo. Edición desarrollada por Rafael Videla Eissmann. Ediciones Riapantú. Santiago de Chile, 2006.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre (1935). Prólogo, notas y edición de Rafael Videla Eissmann. Ediciones Tierra Polar. Santiago de Chile, 2007.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. El origen polar antártico del hombre (1935). Edición y prólogo de Rafael Videla Eissmann. Edición limitada y numerada. Ediciones Tierra Polar. Santiago de Chile, 2015.

* Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre [Primera compilación de los trabajos del profesor Rengifo, desarrollada por Rafael Videla Eissmann]. Editorial Puerto de Palos. Santiago de Chile, 2007.

Rafael Videla Eissmann
8 de Diciembre de 2021


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martes, 7 de diciembre de 2021

“El casquete del Polo Sur se sumergió con casi toda su raza”


Petroglifo antropomorfo denominado como el “héroe de los chiles” en Chalinga, Región de Coquimbo, en el norte de Chile (Ilustración del profesor Roberto Rengifo, 1921).


El profesor Roberto Rengifo es el mayor genio de la historiografía y antropología de Chile y América: Promulgó el origen polar antártico del hombre y la irradiación de la civilización desde la región antártico-patagónica hacia el norte –este avance de sur a norte corresponde en las tradiciones míticas prehispánicas a la ruta civilizadora de los viracochas, los Dioses Blancos–.

Paradójicamente, a pesar de la trascendencia de la concepción, Rengifo y su obra son casi desconocidos.

Rengifo ingresó a la Société Scientifique du Chili en 1904 y desarrolló numerosas conferencias entre 1906 y 1934.

Fue profesor de Estética e Historia del Arte de la Escuela de Bellas Artes (1919) y del Instituto de Educación (1926) de la Universidad de Chile.

Rengifo fue asimismo el autor de un conjunto de trabajos que componen El Secreto de la América Aborigen. Se trata de Noticias y comentarios arqueológicos (1919), Estractos de Actas de la Sociedad Científica (1920), Los chiles (1920), Extractos de Actas de la Sociedad Científica (1921), Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles (1920) y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935).

Los principales campos que abarcan estos trabajos son la concepción del origen polar antártico del hombre –de la “humanidad blanca y clara”–, el desarrollo de la civilización de sur a norte en América y desde ésta a otras latitudes del globo y la presencia de la raza civilizadora de los ario-andinos –o anteos– que irrumpe y puebla a Europa desde occidente.

Este es el secreto de la América Aborigen: La existencia de un sustrato civilizador que emanó de la región polar antártica, irradiándose desde el sur por América para luego expandirse por el resto del globo.

Este sustrato civilizador corresponde en términos craneológicos al grupo dolicocéfalo; a los paleoamericanos según la cronología historiográfica y a los indios blancos conforme a los mitos prehispánicos que luego fueron vertidos en crónicas y posteriormente en numerosos registros etnohistóricos.

Los indios blancos son los descendientes de los Dioses Blancos, los portentosos héroes culturales que crearon las civilizaciones de América-Huitramannaland como reflejo de una cosmovisión trascendente.

Este es el contexto en el cual el profesor Rengifo anuncia en la Sociedad Científica de Chile el génesis polar de la humanidad y en el año 1921, a través de su obra Extractos de Actas de la Sociedad Científica, en el subcapítulo intitulado El primitivo ecuador terrestre y el origen polar antártico del hombre, esta premisa fundamental. De este modo, Rengifo determinó que el casquete del Polo Sur se sumergió con casi toda su raza, salvando en las puntas meridionales de América, África y la India, ejemplares humanos que cada vez se diferenciaron más al avanzar hacia el Ecuador, donde volvieron a fusionarse en parte. El casquete norte no se sumergió o surgió cuando el del sur se hundía, es decir, se hizo habitable, y su raza, de tipo esquimoide, pobló más extensos continentes, extendiéndose circularmente; en tanto que las escasas tribus humanas del sur, tuvieron que emprender forzosamente una peregrinación hacia el norte en busca de territorios más amplios, y, a medida que la región tropical se refrescaba y dejaba de ser únicamente poblada por reptiles de sangre fría, y los mamíferos aumentaban en número y en tamaño, incluso el antropopiteco.

El cambio posterior del polo, en cerca de 30°, ha empañado la evidencia de los movimientos lógicos de los animales mejor organizados, que tuvieron más antiguo origen en los casquetes polares, solidificados y templados antes que la zona del ecuador primitivo.

Muchos enigmas paleontológicos y geológicos pueden ayudar a solucionar estas ideas, y, por esta razón y para provocar su mejor estudio, por más doctas personas me atrevo a darlas aún en embrión de lo que más tarde será teoría.

¿Se ha leído y comprendido la fundamental concepción ἰδέα plasmada por Roberto Rengifo? No. Pues el ‘peligro’ de la concientización de esta idea atentaría contra el dogma de la “evolución”, del “difusionismo”, del “Descubrimiento de América”, del indigenismo y de la historia.

Esto ya lo observaba el propio Rengifo, quien en su extraordinaria obra El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) escribió: Nada de esto preocupa al público chileno, pero sí a los alemanes, por ejemplo, quienes, según oí hace poco en la Sociedad Científica, habían mandado últimamente gente de estudio a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego.

¿Una expedición de alemanes “a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego”? La única unidad alemana de estudio arqueológico-etnológico en América del Sur de la época corresponde a la labor del arqueólogo Edmund Kiss (1886-194?), uno de los más importantes expositores de la Cosmogonía Glacial, quien viajó a países como Perú, Bolivia y Chile entre los años 1928 y 1936 con el objeto de comprobar las ideas de Hans Hörbiger y la multidisciplinaria Welteislehre o “Doctrina del Hielo Mundial”.

Se trataría de la Deutsches Ahnenerbe, Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte.

¿Cuál fue el resultado de las pesquisas de la investigación de los alemanes en Tierra del Fuego?

Evidentemente, la búsqueda por parte de los alemanes del origen de su raza en el extremo austral de Chile, no corresponde a la población de cráneos braquicéfalos que caracterizan a los indígenas sino que a los vestigios del grupo dolicocéfalos –los paleoamericanos–.

La raza primordial del polo emprendió su migración desde el casquete antártico –“salvando en las puntas meridionales de América, África y la India”–, poblando el hemisferio norte –“las tribus humanas del sur, tuvieron que emprender forzosamente una peregrinación hacia el norte”–.

Es la leyenda áurea de los Caminantes de la Aurora.

Los míticos hijos de los dioses de la civilización solar-venusina.

Rafael Videla Eissmann
5 de Diciembre de 2021


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