La maestra Quinturay Raypán.
En Enero de 2005, en Nueva Imperial, en el sur de Chile, la maestra Quinturay Raypán reveló la razón de su estadía en Santiago “todos estos años”. Y expresó, a continuación, algo fundamental: Señaló que su machi le ordenó transmitir la tradición sagrada de los mapuches a los hermanos chilenos pues ellos desaparecerán.
La transmisión de esta tradición sagrada debía realizarse durante un tiempo determinado. Ciertamente, esta tradición sagrada de los hombres de la tierra se remonta al sustrato de los lituches, el principio de la jeneracion de los hombres como consigna Diego de Rosales en su Historia general del Reino de Chile, Flandes Indiano (Ca. 1674).
Los primeros hombres.
Mas, ¿cuál fue el origen de esta premonición que la machi comunicó a Quinturay? ¿Procede de un peuma, de un perimontun, de una visión?
Esto fue, justamente, lo que Quinturay hizo como ceremoniante a través de su agrupación Leufu Licanche –y también por medio de otros grupos–: Nguillatunes o rogativas al Chao Ngenechén, rituales, consagraciones, traiquintu o intercambios, danzas y cantos.
Significativamente, en Marzo de aquel mismo año, Quinturay observaba que los hombres parecen mujeres y las mujeres, hombres. Las niñas no tienen torso de mujer, han perdido la feminidad, los niños nacen “mal hechos”…
Quedan muy pocos con el poder de ver. Por ejemplo, antes se veía el águila de dos cabezas, en Boroa, en Nueva Imperial, que es un animal que existe. Pero algo sucedió y el poder de ver se ha perdido. La mente se ha debilitado. Ya no se comprende, no se conoce. El hombre se ha mermado, se ha perdido… Y Chile, nuestra patria, Rafael, se está destruyendo irreversiblemente.
Aquí parecería haber una inconexión de temáticas. Sin embargo, ello no es así: La merma, la disminución del hombre tiene un impacto, o mejor, una correspondencia directa sobre la tierra –la patria, el Chili Mapu–. El alejamiento y olvido de la tradición sagrada y sus normas, es decir, el Admapu, implica el desequilibrio o desarmonía de la tierra –su destrucción– y junto a ello, la pérdida de la capacidad de ser y por ende, de ver. La analogía hombre-tierra y viceversa es decisiva: Se trata, precisamente, de los “hombres de la tierra”. El adagio hermético es arquetípico e ineludible: Quod est inferius est sicut quod est superius. Et quod est superius est sicut quod est inferius, ad perpetranda miracula rei unius.
Cuando se cumplió tiempo ordenado por la machi, Quinturay volvió a Nueva Imperial.
Es el destino del paisaje, del amado mapu, de los dioses-pillanes y de los propios hombres de la tierra (el “destino sobrehumano, irreversible”).
Es el tenue eslabón del Cordón Dorado de la Gran Tradición.
El Quinto Sol de la Humanidad Sagrada irradia aún su portentosa luz sobre el Chili Mapu.
Rafael Videla Eissmann
27 de Diciembre de 2023
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