Tanto la evidencia arqueológica como las fuentes etnohistóricas entregan significativas evidencias de una población distinta al elemento indígena-mongoloide-braquicéfalo: Se trata de la verdadera población aborigen del mundo prehispánico: El sustrato dolicocéfalo.
El mito ancestral fue comunicado a los cronistas como aconteció con la información consignada por el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala en El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615) en relación con la generación de in[di]os, [los] vari vira cocha runa quienes fueron los primer[os] yndio[s] deste rreyno (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2022/09/los-viracochas-primer-yndio-deste-rreyno.html).
Los huari-viracocha-runa.
Mas, antes que Guamán Poma de Ayala, el conquistador e historiador Pedro Cieza de León (1520-1554), basándose en las comunicaciones de amautas y sabios, consignaba en su Crónica del Perú (1553) en torno a la antigüedad y el origen de los constructores del fabuloso Tiahuanaco –la metrópolis de los viracochas–, que antes que ellos reynaseen [los incas] estauan hechos: Más que ellos no podían dezir ni afirmar quién los hizo. Mas de que oyeron a sus passados que en vna noche remaneció hecho lo que allí se vía. Por esto, y por lo que también dizen auer visto en la ysla de Titicaca hombres baruados, y auer hecho el edificio de Vinaque semejante gente, digo que por ventura pudo ser que antes que los Ingas mandassen, deuío de auer alguna gente de entendimiento en estos reynos, venida por alguna parte que no se sabe, los quales harían estas cosas, y siendo pocos y los naturales tantos, serían muertos en las guerras (Cieza de León, P. Crónica del Perú. Primera parte. Página 284).
Y Cieza de León agrega que en la ysla de Titicaca en los siglos pasados ovo unas jentes barvadas blancas como nosotros; y que saliendo del valle de Coquimbo, un capitán, que avía por nombre Cari, allegó a donde agora es Chuquyto, de donde después de haber hecho algunas nuevas poblaçiones pasó con su jente a la ysla y dio tal guerra a esta jente que digo que los mató a todos. Chiriguama, governador de aquellos pueblos, que son del Emperador, me contó lo que tengo escrito (Cieza de León, P. Crónica del Perú. Segunda Parte. Página 7).
¿Hombres “barbados” y “blancos” en la América prehispánica? ¡Claro que sí! Se trata del elemento primordial del continente y que como bien ha argüido el etnólogo Paul Rivet (1876-1959), fundamentándose en las informaciones expuestas tanto en las crónicas como en la iconografía prehispánica y en las relaciones comunicadas por los indígenas, en muchas regiones, la tradición conservaba el recuerdo de hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales, especialmente en Perú, en la región de Guamanga y en las islas del Titicaca (Rivet, P. Los orígenes del hombre americano. Páginas 142-145).
Los indios blancos, como se ha sostenido a través de los registros en crónicas y fuentes etnohistóricas y por medio de la abundante iconografía prehispánica, fueron los descendientes de los dioses, de los huarijochas (viracochas).
Los viracochas fueron los “héroes culturales” de la tradición prehispánica y que llevaron al profesor Roberto Rengifo a establecer acerca de ellos: Los chili-ingas se consideraban elegidos y sobresalientes entre los demás pueblos; eran los viracochas (huaracochas); semidioses encargados de educar al mundo. Llegaron al altiplano boliviano, arrastrando a los cazadores pampinos y a los pescadores costinos y fundaron la primera ciudad monumental, en lo que hoy se llama Tihuanaco, hace 14.000 años, cuyo nombre primitivo no se sabe (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11).
Los huari-viracocha-runa, los Dioses Blancos, fueron los impulsores de esa civilización extraña y superior –en el decir del historiador Diego Barros Arana– de la cual emanaron en remotas edades, las altas culturas del continente.
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