El abate, naturalista y cronista Juan Ignacio Molina en su Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile (1776), basándose en la tradición comunicada por los aborígenes, señaló que los chilenos llaman a los primeros hombres, de los cuales descienden, peñi Epatun, que quiere decir, los hermanos Epatun, pero, a excepción del nombre, no saben otra cosa de la historia de estos hermanos sus patriarcas. Los llaman también glyche, esto es, hombres primitivos o del principio, y en sus congregaciones los invocan, junto con sus divinidades, entonando en alta voz: Pom, pum, pum, Mari epunamun, animalhuen, peñi Epatun, etc. (…) (Medina, J. T. Los aborígenes de Chile. Página 35).
La relación consignada por Molina es trascendental. Entiéndase: (…) los primeros hombres, de los cuales descienden, peñi Epatun (…). Los llaman también glyche, esto es, hombres primitivos o del principio (…).
Claramente, la tradición aborigen refiere al autoctonismo, es decir, al origen vernáculo, aborigen –ab origen– del chiliche, del “hombre de Chile” o araucano, de la población dolicocéfala –a diferencia del indígena inmigrado braquicéfalo– y cuyo epíteto fue “hombre de la tierra [de Chile]”, esto es, mapuche.
El filólogo, lingüista y folclorólogo Rodolfo Lenz en Tradiciones e ideas de los araucanos acerca de los terremotos (1912) también consignó esta idea: Llituche [sic], que quiere decir en su lengua ‘principio de la generación de los hombres’ sean dos o cuatro con sus hijos» (…). (Lenz, R. Tradiciones e ideas de los araucanos acerca de los terremotos. Página 17).
Esta tradición se reencuentra con los postulados arqueológicos e historiográficos desarrollados por el insigne profesor Roberto Rengifo en su trabajo El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) en torno al origen de la humanidad en el archipiélago antártico, que por entonces decenas de miles de años atrás, era el gran centro de la humanidad blanca y clara (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 8).
Esta humanidad blanca y clara conformó la base racial de la población originaria de Chile: Los chili-viracochas. Los Dioses Blancos del mito y la leyenda.
Todo esto evoca la tradición que me comunicara la maestra Quinturay Raypán en Nueva Imperial, en la Araucanía, en el año 2005 sobre el origen del verdadero “hombre de la tierra, indicando con su dedo índice la tierra, el Minche Mapu–, indicando: ¿Cómo vamos a venir de África? Nosotros somos mapu-che, somos los hombres de la tierra, de esta tierra, hemos surgido de la tierra y hemos vivido desde siempre aquí. ¡No hemos venido de África! (Comunicación personal con el autor. Nueva Imperial, Enero de 2005).
He aquí la Tradición Sagrada emanada del Chili Mapu y proyectada y preservada por los herederos de la tradición cultural –Epeu y Nütram– de los antiku-pu-che –los Hijos del Sol– y de los chilenos.
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