sábado, 25 de diciembre de 2021

La historia prohibida


Asociaciones simbólicas en la antigüedad: Los hombres-dioses. Primera imagen: Una de las deidades antropomorfas aladas que rodean la efigie de Harnava Tauapácac-Ticci Viracocha en la magnífica Puerta del Sol de Tiahuanaco, en Bolivia. Segunda imagen: Detalle de un sello asirio que describe el ascenso de Ishtar-Venus al firmamento. Tercera imagen: Inscripción en un hacha romana procedente de Éfeso (actual Turquía) en la cual se observa una deidad alada que porta un báculo. El conjunto está rodeado por la serpiente Uróboros. Cuarta imagen: Representación de un hombre alado en la tradición araucana del Choike Pürun –o “Danza del Ñandú” o “Avestruz”–, reminiscencia tardía de los hombres-dioses alados de la Ante-Historia en la tradición sagrada del Chili Mapu (Fotógrafo desconocido. Ca. 1960).


La fundamental premisa trazada por el profesor Roberto Rengifo en torno a la irradiación civilizadora emanada del Chili Mapu, se observa en dos campos del mundo antiguo de la raza dolicocéfala: Los mitos y los símbolos, entendidos estos como vestigios de una historia que se funde en la Narración Sagrada y que dejó a escala global las indelebles huellas de los Dioses Blancos –la fundación de Uruk realizada por los uros hace 9000 años, quienes llegaron al fondo del Golfo Pérsico y fundaron la ciudad de Uruk, llevando allá la cerámica y los metales; ciudad que fue el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas y los chilis se extendieron al oriente, Chalingasta, y después al norte. Se les denomina hoy diaguitas y, más propiamente, dihuitas. Llegaron hasta el Chiria en el norte del Perú. Después, en plena cultura y en posesión de los metales, ocuparon todo Chile hacia el sur, hasta Chiloé y hasta Magallanes, y dieron vuelta por el Estrecho, difundiendo la cultura en el mundo, y especialmente en el Báltico y en el Mediterráneo–.

El símbolo sagrado del Sol. Izquierda: Ilustración del esquema espacial trazado sobre el kultrún o tambor ceremonial lituche-araucano del sur de Chile. El símbolo del venerado tetraskélion corresponde a las cuatro grandes eras solesDerecha: Una vasija de Cimarra hallada en Hassua, Sumeria –al unir los trazos de la figura central se conforma el tetraskélion de sentido dextrógiro– (Alrededor del V milenio a. C.).


El culto venusino-solar, el culto a los dioses-ancestros y la formación de sociedades patriarcales-guerreras, corresponden a las bases de lo descendientes de la raza polar.

¿Se trata todo esto de una aislada y extravagante idea desarrollada por el profesor Rengifo? No. En lo absoluto. Y he aquí algo trascendental: Es la misma concepción –por cierto con lógicas variantes cronológicas y rutas de expansión– que han expuesto eminentes sabios americanistas como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Edmund Kiss, Juan Moricz y de nuestra apreciada e infatigable investigadora, Ruth Rodríguez Sotomayor, que han sido, de modo llamativo, ignorados. Prueba de ello es que sus investigaciones y estudios son desconocidos mayormente tanto por historiadores como por el público en general y que esa historia ha sido relegada al olvido pues desmonta todo el astuto andamiaje indigenista y de los así denominados “pueblos originarios”.

Las huellas de la civilización de la raza polar y su irradiación a escala global, corresponden, de manera irrefutable, a LA HISTORIA PROHIBIDA.

Rafael Videla Eissmann
24 de Diciembre de 2021


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).