viernes, 14 de mayo de 2021

La tradición de los cinco soles en el kultrún y el Ollin Tonatiuhtlan


Analogía fundamental. El kultrún o tambor sagrado de los machis y el Ollin Tonatiuhtlan o “Sol de Movimiento” (Colección del Aula de Arte Nuestros Pueblos Originarios de la Universidad Católica de Chile / Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2018 y Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, respectivamente).


La premisa fundamental trazada por el profesor Roberto Rengifo en El Secreto de la América Aborigen, Noticias y comentarios arqueológicos (1919) en torno a la irradiación de la primitiva civilización andina desde Chile al resto del continente –fue el centro u origen de las primeras civilizaciones que se esparcieron por el continente, marchando de sur a norte hasta México, y, progresando en lenguas y cultura con la distancia y los siglos. Se ve que la lengua se formó completamente en Chiloé y Llanquihue entre los huilliches (Cañas Pinochet), y que así como el salvajismo aumenta hasta el Cabo de Hornos, la cultura se ve, a pasos, alcanzar de sur a norte el grado que manifiestan las ideas escritas en el Chalinga. Natural es que de aquí siguiera la misma dirección y progreso hasta el Titicaca y, desde ahí para adelante se estancara en la zona tropical, excepto en las alturas andinas, y tomara nuevo vigor en el mar Caribe, arribara a Yucatán y siguiera más allá de México– se corrobora en Mesoamérica por medio de diversos campos como el culto al Ajna Chakra o “Tercer Ojo”, las construcciones piramidales y el culto ancestral a los Dioses Blancos –los viracochas y kukulkanes-quetzalcoatles, respectivamente–. En este sentido, un campo esencial de esta irradiación se observa en el sistema de medición del tiempo.

Y más apropiadamente, en una analogía fundamental: El kultrún o tambor ceremonial de los machis o shamanes araucanos, en su perspectiva horizontal es un registro del tiempo, encontrándose dividido en cuatro grandes segmentos –Meli Wintran Mapu– en los cuales es posible apreciar cuatro tetraskeliones o “soles en movimiento” que equivalen a las cuatro edades o cuatro “soles”. 

Quinturay Raypán ha expresado que los tetraskeliones en el kultrún, corresponden a los cuatro soles, porque se han visto cuatro soles. Y que el espacio central del kultrún es el Quinto Sol o época o tiempo actual (Colección del Aula de Arte Nuestros Pueblos Originarios de la Universidad Católica de Chile / Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2018).

En tanto, el Ollin Tonatiuhtlan –es decir, “Tonatiuhtlan de Ollin” o “Sol de Movimiento”– o Piedra de los Soles, conocida erróneamente como calendario azteca, es una representación de las creaciones y destrucciones del mundo.

Así, se puede apreciar en su centro, en el primer círculo, el rostro de Tonatiuh como Nahui Ollin –“Movimiento”– o Quinto Sol. En el segundo círculo aparecen en los cuadrángulos, los cuatro soles o edades anteriores, ya destruidos: Nahui Ehecatl, Nahui Ocelotl, Nahui Atl y Nahui Quihitl. Su lectura comienza en el cuadrángulo superior de la derecha; luego arriba a la izquierda; abajo izquierda y por último, abajo a la derecha. Es decir, presenta un sentido levógiro o contrario a las manecillas del reloj. El tercer círculo contiene los glifos de los días; el cuarto círculo, con piedras preciosas como chalchíhuitl y xíhuitl –jades y esmeraldas–; el quinto círculo describe los rayos solares; y el sexto y último círculo posee dos Serpientes de Fuego o Xiuhcoatl, frente a frente, completando el círculo como símbolo de totalidad –¿un símil de la lucha entre ThrengThreng, la serpiente de las montañas y KaiKai, la serpiente de las aguas del Mythos diluvial de los antiguos araucanos?–.

Por cierto, estas antiquísimas relaciones entre la América del Sur y Mesoamérica fueron observadas por el arqueólogo Arthur Posnansky en Conexiones prehistóricas México-centroamericanas con la antigua Metrópolis de los Andes, estudio presentado en el VII Congreso Científico Panamericano (1932) y en el capítulo IV, Puntos de contacto lingüístico y dogmático en la América Prehispánica de su obra El pasado prehistórico del Gran Perú (1940) .

Las huellas de la cultura de los chili-viracochas y sus proyecciones –las primeras civilizaciones que se esparcieron por el continente, marchando de sur a norte hasta México, y, progresando en lenguas y cultura con la distancia y los siglos–, se descubren en las relaciones míticas y en numerosos campos arqueológicos como se observa en la tradición hierática de los cinco soles –el kultrún y el Ollin Tonatiuhtlan–.

Rafael Videla Eissmann
13 de Mayo de 2021


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