El símbolo del Irminsul, el Eje del Mundo, se encuentra en las fojas 75 y 76 del fabuloso Códice de Madrid, llamado también Códice Tro-Cortesiano del período maya clásico post-tardío pero, indudablemente, originario de una remota tradición polar. Ahí se ha plasmado una concepción espacial del mundo bajo el ordenamiento arquetípico de la tetrapartición ( + ) y en cuyo centro se eleva el Árbol del Mundo, siendo la mismísima representación del Irminsul de los germanos, es decir, un eje que se proyecta en su parte superior en dos ramas o volutas. En su base se encuentra la Gran Pareja Divina, es decir, Ometeótl, la Divinidad Dual –Ompacatotiotzin–.
Apropiadamente, basándose en la sabiduría ancestral de sus informantes, el cronista Fernando de Alva Ixtlilxochitl en el capítulo I de la Historia de la nación chichimeca –obra escrita entre 1610 y 1640–, ha realizado referencia a este símbolo como Quiahutzteotlchicahualiztéotl o Tonacaquáhuitl, que quiere decir “Árbol del Sustento o de la Vida (De Alva Ixtlilxochitl, F. Historia de la nación chichimeca. Página 20).
Un eco simbólico y muy significativo se revela en la cosmogonía del sustrato maya: Hunal Yeh levantó al cielo y lo apoyó con un árbol Wakah Chan, en el centro del universo (…). En un principio se elevó el cielo de las aguas de origen y posteriormente se erigió un árbol de apoyo como el eje central del universo (…). En el centro se encontraba el Wakah Chan, el Gran Árbol Cósmico, que había sido levantado a un año de la creación. Posiblemente correspondía a la Vía Láctea, pero probablemente tenía un aspecto vertical que unía los tres planos del universo, al mundo terrestre en medio, al cielo arriba, y a las aguas de origen abajo del anterior (Eggebrecht, E.; Eggebrecht, A.; Seipel, W. Et al. Maya amaq’: Mundo maya. Página 230).
Una noción semejante fue consignada por el monje benedictino Rudolf von Fulda (Ca. 865) en Von den Wundern des heiligen Alexanders (“De miraculis sancti Alexandri De miraculis sancti Alexandri”) donde señala que Irminsul significa “pilar universal que todo lo sostiene”.
Con propiedad, la antigua raza descendiente de los dioses –en América, Europa, Asia y Polinesia– se refirió a este trascendental símbolo como el Árbol-Columna del Mundo –“Árbol de la Vida”, “Árbol del Conocimiento”– y más apropiadamente, el árbol del Universo, del Tiempo y de la Vida.
Sobre el significado mágico-esotérico del símbolo del Eje o Columna del Mundo, Miguel Serrano ha expresado: IR o ER: Es el nombre hiperbóreo para la Columna, que según la creencia de los griegos y de otros pueblos, sostenía el cielo en el Polo Norte, encajando arriba en la Estrella Polar. Radical del más alto de los Dioses, Irmin. (…) En la leyenda de los mortales se transforma en una Columna. Perdida ya Hiperbórea sus descendientes involucionados, los germanos, adorarán el Árbol Irminsul, con el radical IR, como representación material de esa Columna y también del Poder sobrehumano perdido. En verdad es un culto simbólico de los antepasados divinos polares. La adoración del “Árbol que alcanza el cielo” será llevada a América por el éxodo hiperbóreo, luego por los vikingos (Serrano, M. NOS. El Libro de la Resurrección. Páginas 188 y 189).
Precisando aún más sobre este significado, Serrano ha escrito sobre el Irminsul: [Es] el Árbol que en el culto germánico representa la Columna que en el Polo sostenía el Cielo. Es un fresno. […] En el Sur del Mundo es la Araucaria gigante. En otros sitios es el Ceibo, o Ceiba. También es la Encina Sacra (Donar). A su sombra se reunían en Consejo los Ases. Para los germanos representaba la ascendencia divina y en el Árbol se rendía un culto a los antepasados extraterrestres (Serrano, M. NOS. El Libro de la Resurrección. Página 189).
Se concluye, en suma, que junto a la naturaleza transcendental y polisemántica del símbolo del Gran Árbol a escala global, este preservó la memoria cósmica de los antepasados divinos, de los descendidos del firmamento.