sábado, 12 de julio de 2025

La raza blanca aborigen americana: Los huari-huarijocha, los hombres “de la aurora”


La primera generación de indios, los vari vira cocha runa. Ilustración de Felipe Guamán
Poma de Ayala en El Primer Nueva Corónica del Buen Gobierno (1583-1615).



El historiador Felipe Guamán Poma de Ayala en su extraordinario trabajo El Primer Nueva Corónica del Buen Gobierno (1583-1615) registró la tradición fundamental del origen del hombre en América. En este sentido, basándose en la tradición vernácula resguardada por los sabios andinos, en la Primera Edad de los indios, Guamán Poma de Ayala escribió: Primer de generación [Primera generación] de in[di]os, vari vira cocha runa / Primer yndio deste rreyno / Uari Uira Cocha uarmi / en este rreyno de las Yndias / Wari Wira Qucha Runa / Wari Wira Qucha warmi (Foja 48).

Y más abajo: Desta generación comensaron a multiplicar y la desendencia y multiplico después a éstos les llamaron dioses y lo tubieron ací (…).

Daquí multiplicó los demás generaciones de yndios a los quales le llamaron Pacarimoc Runa (Foja 49).

Es decir, la primera población o “generación” del continente fue aquella de los WARI WIRA QOCHA RUNA, es decir, los huari-huarijocha que fueron llamados Pacarimoc Runa, es decir, los hombres “de la aurora” y reconocidos como “dioses”.

Estos huari-huarijochas –ulteriormente castellanizado en “viracochas”–, corresponden a la raza blanca dolicocéfala, los verdaderos aborígenes del continente.

Sobre la tradición de los huari-huarijochas, Ruth Rodríguez Sotomayor escribió: La cultura wari, de acuerdo al testimonio del insigne historiador aborigen peruano [Phelipe] Waman Puma de Ayala, recogido en su obra La primera nueva crónica y buen gobierno de Reino [El Primer Nueva Corónica del Buen Gobierno], 1578-1615, fue la raza blanca que surgió del Arca de Noé, y se multiplicó en Preamérica, para desparramarse después por todo el planeta.

Aunque la Historia Oficial nunca ha tomado en cuenta el testimonio de los aborígenes y ha atribuido a estas culturas un origen muy reciente, además de creer que estas civilizaciones se hallaban paralizadas en el continente, sin saber que existen registros antediluvianos que nos informan de migraciones a las cuatro regiones de este planeta. Y en las lenguas andinas se registran vocablos que indican que los preamericanos sabían que la Tierra era redonda, y otros que certifican que la habían recorrido.

He llegado a confirmar que la raza blanca de la que da testimonio el excelso Waman Puma, no era otra que la nación wara, integrada por tres pueblos poderosos: Los karas o karios del reino del Para-na-pur; los tupi waras del Brasil, y los îberos de Corrientes, Argentina (Ruth Rodríguez Sotomayor, El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica. Página 45).

De modo certero, los estudios desarrollados por la incansable investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor se entroncan con aquellos de los más insignes arqueólogos, etnólogos e historiadores de América –como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Roberto Rengifo, P. H. Fawcett, Edmund Kiss y Juan Moricz, entre otros– quienes han determinado la existencia de un sustrato blanco nativo que desde América irradió al resto del globo en remotas edades.

Rafael Videla Eissmann
11 de Julio de 2025


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miércoles, 9 de julio de 2025

Ruth Rodríguez Sotomayor, los xillis y la fonética aborigen


Conjunto petroglífico de los xillis (chilis), en la Región
de Coquimbo, en el norte de Chile.


Uno de los numerosos registros de comunicaciones (2022) con la extraordinaria investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor, aborda la fonética y lingüística de la raza primigenia de la América Aborigen. En este sentido, comprendiendo los estudios del profesor Roberto Rengifo sobre la tradición de los chilis-viracochas, es decir, la raza blanca civilizadora americana, Ruth ha expresado:

Quizás los xilis fueran de esa raza [la raza blanca de los wara, verbigracia, los wari-warijocha]. Y lo correcto sería xillis. No se usaba una sola “l” sino doble.

La letra “ch” es auténticamente hispánica usada para reemplazar la “x”.

Y da la coincidencia que a los Reyes de Kito les llamaban “shiris”. Que revitalizando este título sería “xiris” [xillis - chilis].

Los preamericanos fueron los que hacían migraciones, pero debido a la propaganda negativa hecha por los curas que impusieron a nivel universal, como un lavado de cerebro, se supone que “los indios” como les llaman, con este calificativo que emplean como sinónimo de “salvajismo”, creen que estaban asilados y no hacían viajes de navegación de altura. Por eso ahora creen que fueron los nórdicos, los mongoles, los hunos y hasta los africanos los que hicieron migraciones a la América. Y no saben ni el origen de los hunos y los mongoles; desconocen que salen del Reino de los kitus, los mongoles, los hunos y unas etnias que luego van al África.

[Por eso,] hay que revitalizar y revalorizar los nombres y las lenguas nativas que están castellanizadas, deformadas (...). Por ejemplo, Chalinga: “Ch” es auténticamente hispánica y se usó para reemplazar la “x”; la “g” tampoco es letra preamericana sino del latín que se impuso en España y esta letra se usó para reemplazar la “w”. Por eso no es guaraní, como impusieron los frailes inquisidores sino wara[ní] y no es guayas sino wayas.

Comprendiendo los alcances de las observaciones de Ruth Rodríguez Sotomayor, es plausible hablar de la “otra” historia del continente: Preamérica como ella lo denominó y la América Aborigen de Roberto Rengifo. Es la América de los Dioses Blancos, Huitramannaland, la tierra de los waras –“denominados dioses porque eran sabios”–.

Rafael Videla Eissmann
8 de Julio de 2025


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sábado, 21 de junio de 2025

Ruth Rodríguez Sotomayor y la historia sagrada de América


Vestigios de los Dioses Blancos en Preamérica. Izquierda: Tableta de San Pedro de Atacama, en Chile, con la efigie del Supremo Viracocha. Centro: La Dama de la Máscara, momia wari descubierta en 2007 en la huaca Pucllana en Lima, Perú. Derecha: Mascarilla de origen moche, de Loma Negra, en Perú.


En Noviembre de 2017 se concluyó una extensa y valiosísima entrevista realizada a Ruth Rodríguez Sotomayor y que fue publicada en el número 10 de los Cuadernos de Divulgación Histórica con el título de Ecos de la historia desconocida: El origen americano de la civilización. Ciertamente, los campos de mayor trascendencia sobre el origen de los habitantes de nuestro continente, su historia y su legado, son abordados por la eminente investigadora ecuatoriana. A este respecto, profundizando uno de los campos más fundamentales del mundo precolombino –la existencia de población blanca no-europea, es decir, los arios americanos–, Ruth Rodríguez Sotomayor explicó:

El origen [de los arios] es Preamérica. Existen evidencias irrebatibles y son las que se encuentran en las tablillas de la cultura manna o manaví, del Reino de los Kitus (hoy Ecuador). Actualmente se conserva el nombre deformado por los inquisidores y transformado en Manabí. Estos libros líticos de la etnia manaví contienen un antiguo mensaje esotérico. En dichas tablillas se han esculpido símbolos que posteriormente exhiben los emperadores sasánidas de Persia, en sus coronas reales y estos son: El Korymbos y la Pirámide Escalonada, truncada y con alas, con un globo lunar en la cúspide. Y en la parte central de dichos libros líticos se ha esculpido la imagen más antigua de la diosa Anahita, divinidad de las Aguas y de la Luna de los persas.

Persia es la designación adulterada del nombre de una provincia del Irán, llamada realmente Parsi.

Estas tablillas tienen información esotérica porque en la parte inferior muestran seis triángulos que representan las mónadas antes de encarnar, aunque deberían ser siete, pero la séptima no consta porque representa al Logos que está presente en el momento de la encarnación.

En la historia del Irán se desconoce la procedencia de la cultura manna, que en edades remotas se asentó entre los montes Zagros, junto al lago Urmia y el río Yaghata. Y manaví es el nombre de una cultura de alto abolengo que todavía existe en Irán y se considera un nombre sacro.

(…)

Existen numerosas pruebas que entrego en mis obras que demuestran que los arios eran preamericanos. Existía por ejemplo en Tiwanaku en los palacios y templos monumentales un sistema de estanterías para colocar los libros en metales preciosos; dichas estanterías se descubren igualmente en un zigurat de Persia que ha permanecido intacto. El símbolo del Pez, emblema de las altas matemáticas y de los que se salvaron del Diluvio, igual que en Tiwanaku, figura también en Persia.

Otra evidencia que señala que los arios eran preamericanos, es que se les conocía como kul-arianos, nombre que ha sido deformado por los traductores hispanos, transformado en colarianos pero era kul-arianos o kul-arios y que significa arios de oro. Kul, es del sumo, tao o misio, lengua derivada de la lengua ur o maya clásico, hablada por los chan-chanes o mayas clásicos. El nombre real de los mayas era chan-chanes, que significa el “Pueblo de la Serpiente”. Y maya o maia, según ha descubierto la erudita colombiana, Doctora Mariana Escribano, catedrática de la Sorbona y especialista en el estudio de la lengua mhuysqa, es lengua de Mu, y de acuerdo a sus afirmaciones maia es sólo un título que quiere decir instructores, quienes eran itinerantes, ya que viajaban por el mundo difundiendo su sabiduría. Su nombre real era chan-chanes.

En la historia oficial se describe que los kul-arianos llegaron a las ciudades más antiguas de India. Otra huella que han dejado es que los cuatro hermanos que fundaron el Tawantinsuyö, la Gran Comunidad de Naciones Andinas, se denominaban Ayar que es una deformación de aryas, de donde se deriva arios. Y estos reyes eran blancos y de cabellos rubios: Las momias descubiertas en Perú, lo certifican.

A los antiguos, a la raza blanca que descendió de Tiwanaku, llamada wara, se les denominó dioses, porque eran sabios (…).

Son los wariwiraqoxa o wari wira qucha runa, la primera población –“generación”– o Pacarimoc Runa o aquellos “de la aurora” y que fueron reconocidos como “dioses” de acuerdo a la tradición sagrada registrada por el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala en la foja 48 de El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615). 

Las investigaciones de Ruth Rodríguez Sotomayor se enmarcan en los trascendentales campos de conocimiento sobre la otra América –la América Aborigen, la América de los Dioses Blancos– que ha sido observada por extraordinarios autores como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Roberto Rengifo, P. H. Fawcett, Edmund Kiss, Juan Moricz, Jacques de Mahieu, Vicente Pistilli y Miguel Serrano.

Rafael Videla Eissmann
21 de Junio de 2025


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jueves, 29 de mayo de 2025

In memoriam Ruth Rodríguez Sotomayor


Ruth Rodríguez Sotomayor.


Las ideas centrales de los campos desarrollados por la incansable y valiente investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor –egresada de la Universidad de Guayaquil e investigadora del Archivo Histórico del Guayas–, se centran en el estudio de la raza blanca aborigen –los wara, “denominados dioses porque eran sabios”– y sus símbolos, artes y ciencias que sientan las bases de la América Aborigen o como ella lo definió, “Preamérica”.

Este grupo civilizador se irradia desde América del Sur a otras latitudes, llegando a India, Mesopotamia y Europa, sentando las bases de los míticos arios y su civilización.

Esta concepción se enmarca en la línea de sabios como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Percy Harrison Fawcett, Edmund Kiss, Roberto Rengifo, Juan Moricz y Gerardo Peña Matheus: Notabilísimos investigadores que observaron por medio de la mitología, la arqueología, la toponimia, la lingüística y la simbología, remotas migraciones transcontinentales.

Ciertamente, la visión de Rodríguez Sotomayor se opone a la versión ortodoxa u “oficial” de la historia, deviniendo por ello, en consecuencia, en una propuesta revolucionaria.

A través de una bien fundamentada, sorprendente y fecunda labor de investigación, Ruth Rodríguez Sotomayor ha escrito La sabiduría en Preamérica. Un estudio sobre el Yoga Primigenio: El Yoga Preamericano (1979), Kryashakti. El Misterioso Poder de la Auto-Reproducción o la Transformación de la Mujer-Madre, Nanociwatzin, la Señora de los Hombres. La Dinastía Chandravamsa en Preamérica. Estudio comparativo de la organización de las mujeres preamericanas y las mujeres de Roma (1981), Un estudio sobre el Agua, Sustancia Divina. El simbolismo de Tlalok y Chalchiutlicue y las civilizaciones hidráulicas (1985), Relaciones ancestrales de Preamérica con Egipto. Los fundadores de Egipto eran preamericanos y el runa simi en Egipto. Los faraones Tut-Ankh-Amon y Akhenaton eran de origen qheswa. Análisis de la fonética de los nombres egipcios (1994), Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad (2004), Historia de las Bibliotecas Preamericanas (2009), El origen preamericano de la informática. Sistemas de cómputo preamericanos (2012), El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica (2013) y Descubrimiento del origen de los mayas. La patria ancestral de los mayas está en el Reino de los Kitus (2016).

En tanto, algunos de sus más elocuentes artículos son Un estudio sobre la Espiral Logarítmica. El orden del Universo y el concepto del Tiempo en el asombroso mundo de los mayas (1972), ¿Conocían la hibernación en Preamérica? (1982) y ¿Era el alargamiento del cráneo una antigua técnica para provocar la evolución cerebral? La transformación del cráneo, ¿rito o ciencia? (1985). Estas investigaciones son respaldadas de modo certero con cuadros cronológicos presentados en sus conferencias como es el caso de Migraciones preamericanas, 12.000 a. C. (2011) y Cronología ancestral preamericana (2012).

Estas investigaciones evocan la legendaria historia de la estirpe divina de origen astral y su magnífica civilización continental. Son resonancias de la Ante-Historia, las huellas de los Dioses Blancos de nuestra América.

* * *

Hoy hemos sabido de la partida de nuestra apreciada amiga Ruth Rodríguez Sotomayor, la infatigable investigadora y valiente y prolífera escritora, quien nos entregó las claves para vislumbrar el conocimiento fundamental de la historia de América y de Eurasia.

Recordamos y atesoramos todas las reuniones en Madrid y luego los numerosos mensajes durante los años posteriores y por cierto, muy especialmente, nuestra última conversación en su hogar, en Canencia de la Sierra, en Octubre de 2024.

“… Toda la sabiduría surge en los Andes y desde allí se irradia a toda Preamérica, y desde los Andes, además a las cuatro regiones del planeta” (Ruth Rodríguez Sotomayor).

Rafael Videla Eissmann
28 de Mayo de 2025


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jueves, 22 de mayo de 2025

Sobre la representación de un “híbrido” en México prehispánico y África


La misma figura de un híbrido en México prehispánico y en África
–superando 12.000 km de distancia–.


Una rarísima figura labrada en arcilla y que alcanza una altura de 39 cm perteneciente a la tradición prehispánica de Colima, en el occidente de México, representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –la imagen central–.

Una figura –imagen a la izquierda– presenta las mismas características –perteneciente a la colección del Museo de Bellas Artes de Houston–.

¿A quién se ha representado? ¿A un guerrero y su animal simbólico-totémico como argumentarían los expositores de la historiografía y antropología ortodoxa? ¿Se reduce a una mera representación alegórica? ¿O se trata más bien de la figuración de un ser híbrido real sobre el cual refieren las antiguas tradiciones míticas de la América Aborigen y por cierto, de aquellas del mundo antiguo y precristiano prácticamente a escala global? Los escasos códices que no fueron alcanzados por el fuego de la “Extirpación de las Idolatrías” refieren, precisamente, a los híbridos. Lo mismo acontece con las tradiciones asirias y egipcias –dadas a conocer por el sabio Gaston Maspero a fnales del siglo XIX–, o bien en las sagas sobre los “espíritus” nommos de los dogones de Mali inicialmente consignados en Occidente por los antropólogos Marcel Griaule y Germaine Dieterlen en 1931.

Mas, ¿cómo explicar la misma representación en una escultura tribal –alrededor de 60 cm de alto y tallada en madera– del centro de África? Y cuando escribimos “la misma representación”, significa precisamente, ello: Una figura que representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –imagen a la derecha–.

¿Sólo una simple casualidad?

Intuimos una historia lejanísima cuyos testigos –aquí y allá– preservaron a través de los mitos ancestrales y de la iconografía sagrada, los actores y acontecimientos precisamente que conformaron la verdadera «historia» –el Mythos Légein–, perpetuando su conocimiento.

Rafael Videla Eissmann
22 de Mayo de 2025


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lunes, 19 de mayo de 2025

Las Cuatro Edades de la tradición precolombina a la luz de la Cosmogonía Glacial


 
Tanto el kultrún de los araucanos como la Piedra de los Soles de los mesoamericanos,
presentan registros gráficos sobre la sucesión de las cuatro edades.


En 2005, en el contexto de una conversación sobre la tradiciones sagradas de los antiguos “hombres de la tierra” del Chili Mapu, al consultar a la maestra Quinturay Raypán sobre el nombre y significado de las “swastikas” estampadas en su kultrún o “tambor ceremonial” de los shamanes, ella me señaló que estos corresponden a los “soles” o “edades”: Esta es la sexta Luna y el Sol, el cuarto, porque cuatro soles se han visto, cuatro soles aparecen en los kultrunes. Todo ha sido destruido con grandes cataclismos donde se daba vuelta la tierra y hasta el Sol se pierde (Conversación personal sostenida con el autor en la ciudad de Santiago de Chile, el día 1º de Marzo de 2005).

Cuatro “soles” o “edades” más el círculo central de la tetrapartición del kultrún que corresponde al “Sol” actual –la edad presente–.

Esta concepción estampada en el kultrún es análoga a aquella de la “Piedra de los Soles” de Mesoamérica: Los cuadrángulos corresponden a los “soles” o edades anteriores, ya destruidos: Nahui Ehecatl, Nahui Ocelotl, Nahui Atl y Nahui Quihitl, siendo el disco central el rostro de Tonatiuh como Nahui Ollin –esto es, “Movimiento”– o Quinto Sol.

Esencialmente, la misma cronología del “tiempo mítico” es resguardada en la tradición registrada en el Códice Vaticano Latino 3738: Primer Sol, Matlactli Atl; Segundo Sol, Ehecoatl; Tercer Sol, Tlequiyahuillo y el Cuarto Sol, Tzontlilic.

Una concepción acerca de las cuatro edades pretéritas fueron asimismo conocidas por los amautas de la tradición andina del Tahuantinsuyu o “Imperio de las Cuatro Esquinas” de acuerdo a lo consignado por el cronista Martín de Murúa en su notabilísima Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú (1613): Relataban [los amautas] unos quentos y fabulosas notables, que de la creación del mundo hasta este tiempo hauían pasado cuatro soles sin este que al presente nos alumbra, el primero se perdió por agua, el segundo cayendo el cielo sobre la tierra y que entonces mató a los gigantes que había y que los huesos que los españoles an hallado en bando en diferentes partes son dellos…

El terzer Sol dize que faltó por fuego.

El cuarto que por ayre: Deste quinto Sol tenían gran cuenta y lo tenían pintado y señalado en el templo de Curicancha y puesto en sus quipos hasta el año de 1554.

Todas estas tradiciones mítico-hieráticas son el registro de eventos pretéritos comunicados de generación en generación por las castas iniciáticas que preservaron el conocimiento de estos magnos eventos cósmico-planetarios. Significativamente, estas tradiciones resuenan en los conocimientos trazados por la Cosmogonía Glacial de Hörbiger. Una nueva historia del desarrollo del universo y el sistema solar (“Glazial Kosmogonie. Eine neue Entwicklungsgeschichte des Weltalls und des Sonnensystems” de 1913) de Hanns Horbiger y Philipp Fauth. A este respecto, la asimilación de «lunas» o satélites por parte de la Tierra ha acontecido por lo menos cuatro veces y que en términos planetarios corresponden a los grandes períodos geológicos. Por este motivo, en su obra Introducción a la Doctrina del Hielo Mundial (“Einführung in die Welteislehre” de 1924), Max Valier ha puntualizado que de un golpe se resuelven los problemas de las tradiciones sobre las grandes inundaciones (el Diluvio Universal), así como las contradicciones que se derivan de la Biblia y de la historia de los incas. En un momento podemos asegurar que el llamado Diluvio o Inundación Universal fue el efecto de la disolución de nuestra Luna anterior y que se presentará otra vez con la disolución de la actual Luna. Así también podemos asegurar que la Tierra ha sufrido, cuando menos, cinco o seis disoluciones de lunas. Pero Hörbiger va más adelante: Nos expone que las épocas geológicas que denominamos períodos Primario, Secundario, Terciario, no son otra cosa que las distintas épocas de disolución de una Luna (Valier, M. Los Enigmas del Reino Solar. Solucionados según la teoría de la Cosmogonía Glacial sostenida por el ingeniero Hans Hörbiger. Página 42).

La tradición ancestral sobre la sucesión cíclica de “soles” o edades impulsó las extensas migraciones –Völkerwanderungen– de antiguos grupos culturales tras la búsqueda de “nuevas tierras” con condiciones favorables para su adaptación y desarrollo, tal como argumentó el explorador y arqueólogo Edmund Kiss.

Rafael Videla Eissmann
18 de Mayo de 2025


Bibliografía

De Murúa, (Fray) Martín
Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú (1611-13). Volumen II. Biblioteca Missionalia Hispanica. Instituto Santo Toribio de Magrorejo. Madrid, 1946.

Hörbiger, Hanns & Fauth, Phillip
Hörbigers Glazial Kosmogonie. Eine neue Entwicklungsgeschichte des Weltalls und des Sonnensystems. R. Voigtländer’s Verlag. Leipzig, 1913.

Valier, Max 
Los Enigmas del Reino Solar. Solucionados según la teoría de la Cosmogonía Glacial sostenida por el ingeniero Hans Hörbiger. Traducción al castellano por Khün de la Escosura. Editora Internacional. Druck Denter & Nicolai. Berlín-Madrid-Buenos Aires, 1924.

Videla Eissmann, Rafael
El Gran Diluvio. Mitos americanos sobre la última catástrofe planetaria. Editorial JG. Quito, 2011.


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viernes, 28 de marzo de 2025

El conocimiento ancestral de la Deidad de Yephun-Oiehuen


Dos representaciones prehispánicas con el mismo motivo: Figuras
antropomorfas en cuyos troncos se ubica el símbolo de Venus.

En el enlace anterior –Sobre un símbolo fundamental de la Deidad de Dos Caras de Yephun-Oiehuen–, hemos presentado las claves cognoscitivas de una magnífica representación textil descubierta en el norte de Chile (https://losvikingosenamerica.blogspot.com/2025/03/sobre-un-simbolo-fundamental-de-la.html).

Ahora bien, tal como se ha indicado, en el tronco del Dios-Diosa se encuentra el emblema fundamental de Yephun-Oiehuen –la Estrella de la Mañana y la Estrella de la Tarde–, Venus.

La ubicación de este símbolo es la misma que se observa en un pectoral prehispánico descubierto cerca de Illapel, Región de Coquimbo, en el norte de Chile, por cuanto también presenta en la parte central de su cuerpo el venerado emblema astral. Sobre esta singular pieza, Miguel Serrano escribió: Figura única por su simbolismo. Tal vez tallada por los inkas blancos, los frisones o los hiperbóreos de Sudamérica, con anterioridad a la llegada y destrucción planificada de los judeo-cristianos. Una reliquia de los Dioses Blancos, con el símbolo de la Estrella de la Mañana, Oiyehue, la runa Venéris (Serrano, M. Memorias de Él y Yo. Volumen IV. Página 250). (Véase al respecto, Una reliquia de los Dioses Blancos: https://losvikingosenamerica.blogspot.com/2024/08/una-reliquia-de-los-dioses-blancos.html).

Ambas representaciones deben comprenderse como evocaciones del conocimiento ancestral de la Deidad de Yephun-Oiehuen del cual surge el antiquísimo culto a la Luz Más Bella como explicó el arqueólogo Edmund Kiss sobre el astro de Venus.

Rafael Videla Eissmann
28 de Marzo de 2025


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