lunes, 20 de diciembre de 2021

Fundaron Uruk, ciudad que fue “el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas”


 
Izquierda: El bellísimo alfiler mesopotámico con la representación del rey Gilgamesh con dos animales. Adviértase su similitud con los tupus del mundo andino. Derecha: Tupu araucano del sitio de Gorbea-3, en la Araucanía, en el sur de Chile. El símbolo de la apertura polar, el Irminsul, ha sido representado en el disco central (Ilustración en el estudio de A. Gordon, J. Madrid y J. Monleón, Excavación del cementerio indígena de Gorbea (Sitio GO-3). Provincia de Cautín. Chile de 1972-73).


En El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935), el profesor Roberto Rengifo trazó la extensa expansión del sustrato civilizador de América-Huitramannaland hacia Europa y Asia: La última migración importante partió de TalTal en la costa norte de Chile, hace 9000 años, fueron los uros que, por estar ya todas las demás costas y países poblados, buscando uno inhabitado llegaron al fondo del Golfo Pérsico y fundaron la ciudad de Uruk, llevando allá la cerámica y los metales; ciudad que fue el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas con la cual comienza la Proto-Historia, siendo todo lo anterior, Pre-Historia y siendo Historia sólo los 2500 años últimos, desde que se descubrió la escritura alfabética (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11).

Evidentemente, el postulado del profesor Rengifo socava todo el edificio evolucionista-difusionista de la arqueología e historiografía ortodoxa –la feble “historia oficial”–.

La bellísima fíbula o alfiler mesopotámico con la representación del semi-dios Gilgamesh-Istubar, quinto Rey de Uruk, guarda una notable similitud con los tupu del mundo andino.

IzquierdaTupu presumiblemente inca. En su parte superior, dos volutas que evocan
el símbolo del Irminsul (The Metropolitan Museum of Art). Derecha: Otro tupu también de probable origen inca. Asimismo posee en su parte superior dos volutas que evocan al Irminsul (The Metropolitan Museum of Art).

Dos tupus con forma discoidal y en su parte superior, el símbolo polar del Irminsul
(Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera).


Se comprende, de este modo, la apreciación de ese otro genio de la verdadera historia, Erich von Däniken, al preguntar si acaso los descendientes del gigante Gilgamesh provinieron de América del Sur y llevaron consigo el conocimiento posteriormente vertido en la Epopeya, a Sumeria (Von Däniken, E. Recuerdos del futuro. Página 91 y 96) y asimismo, lo que me expresara el profesor e investigador del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile, Carlos González Vargas, en relación con la notable similitud de la representación de Yephun-Oihuen, el Lucero de la Mañana y de la Tarde de los antiguos mapuches [araucanos] y aquellas de Mesopotamia, pues en ambos casos son estrellas de ocho puntas (Conversación personal con el autor en la ciudad de Santiago de Chile, Noviembre de 2006).

Rafael Videla Eissmann
19 de Diciembre de 2021


Tupu labrado en plata, presumiblemente inca o wari (The Metropolitan Museum of Art).

Tupu en oro de presumible origen Nazca, con la representación del Dios-Sol, descubierto
en la Hacienda Ocucaje, en Perú (The Museum of Fine Arts, Houston).


Bibliografía

Gordon, A., Madrid, J. & Monleón, J.
Excavación del cementerio indígena de Gorbea (Sitio GO-3). Provincia de Cautín. Chile. Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena / Boletín de Prehistoria Número Especial. Universidad de Chile y Sociedad Chilena de Arqueología, Santiago de Chile, 1972-73.

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Von Däniken, Erich
Recuerdos del futuro (“Erinnerungen an die Zukunft”, 1968). Plaza & Janés. Barcelona, 1982.



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Se prohíbe su reproducción).

domingo, 19 de diciembre de 2021

Sobre los andino-atlantes en Hispania


Símbolo rúnico prehispánico en la costa de la zona central de Chile (Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2009).


Parece haber sido una misma raza la que escribió
en los Andes y en los Pirineos.
Roberto Rengifo


Extracto del Capítulo III. Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas del interesantísimo ensayo Arte gráfico de los primitivos y los chiles (1920) del profesor Roberto Rengifo, donde expuso la antiquísima expansión del sustrato civilizador americano –los arios de Can– a Iberia y que conformó el grupo celto-ibero, tenido como los aborígenes de la península española.

Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas

En cuanto a los primeros pobladores de la costa oriental europea, aprovechándome de datos del libro [La Torre de Hércules. Impresiones acerca de este antiquísimo faro bajo su aspecto histórico y arqueológico (La Coruña, 1920) de Francisco Tettamancy Gastón], voy a discurrir sobre ellos. No hablaremos del organizador latino, pueblo agricultor, que dió nombres nuevos a todos; porque es perfectamente histórico; ni de los griegos, pueblo más mitófilo, más escrito, menos agricultor y muy pequeño navegante; nació en su archipiélago con las islas a la vista una de las otras, se aventuró como mucho por el mar Negro en expedición cantada como épica; no pasó de Gibraltar, porque más allá eran las Columnas de Hércules, el Hades, el vacío, el infierno, la muerte, el otro lado del Orco, dios de la muerte entre ellos; llegaron sólo a las costas orientales de España. Esa misma Atlántida que ellos cuentan hundida y otras veces como vencida por ellos en gran guerra ¿no están indicando que los dirigentes querían restringir sólo al Mediterráneo su radio comercial o esfera de acción? Sea porque se lo impidieron o impusieron los fenicios, para los cuales no habían mar ignoto o vedado, o sea porque ellos tenían esclavos atlantes del Atlántico y no se atrevían a salir de este mar, para no pagar ojo por ojo; el hecho es que el mundo griego era bien pequeño, y, nunca se atrevieron a buscar expansiones hacia occidente aún en el imperio de Alejandro. Llego a creer que era el respeto a sus progenitores, al Hércules Ispano, al que era dios entre ellos, y el que con sus Trabajos o doce conquistas de la civilización los había dotado para que fueran artistas.

(…)

Quedan los atlantes, los ultramarinos, de la América, los anteos, que tomó Hércules en sus brazos; es decir, la España se pobló de ellos: ¿Pero de cuál raza? – la América es grande; era el Triple gerion (que significa, casa de la fuerte generación) y bien diferentes sus regiones: costina (Can = obreros, pescadores, navegantes); Andina (Chen = varones sacerdotales, mineros, metalurgistas) y central de llano (Jafeta = propagadores de plantas, agricultores). Yo creo que estas tres razas fueron las que en Europa se llamaron: Arios, celtas y gálatas; según notas del libro que trato, célticos eran los que vivían en lo más lejano y sombrío del mundo, y gálatas los que se llevaban emigrando de un lugar a otro; ambos venidos desde lo más lejos del mundo.

Quedan los arios, cuyos rastros más evidentes están en las islas Can-árias y por consiguiente eran de la raza de Can, que agregaron Arí al nombre, significando, filo o cumbre, aristocracia, es decir, la nobleza de la raza navegante sud-americana, poseyendo ya la minería y la agricultura.

Estos enérgicos obreros de cráneo ancho, salidos del Sur Pacífico y de los Andes, con el nombre de anteos, fueron a mi juicio, los que ocuparon las islas Can-árias primero, después África y después España, donde, como lo dicen los nombres posteriores de célticos y gálatas, llegaban del último confín del mundo en emigraciones sucesivas.

Así se explican multitud de semejanzas y la igualdad de sus primeras escrituras petroglifícas.

Estas y otras muchas reflexiones me ha sugerido el libro del señor Tettamancy Gastón, La Torre de Hércules.

(…)

Roberto Rengifo


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jueves, 16 de diciembre de 2021

“Sugestión consecuente: Origen antártico de la civilización”


La fonolita Chonchón, cerca de El Zapallar, en la Región de Coquimbo, en el norte de Chile. Don Ladislao Errázuriz de pie, al centro; Roberto Rengifo sentado, al centro (1920).


Extracto del octavo subcapítulo de Los chiles (1920) del profesor Roberto Rengifo –tercera parte de El Secreto de la América Aborigen (1919-1921)–, en el cual expone la concepción del origen polar antártico del hombre, la migración de los viracochas y la conformación del imperio andino aborigen.

Sugestión consecuente: Origen antártico de la civilización

No ofuscándose con los dogmas preestablecidos, especialmente por el que ha querido imponer que la población americana ha tenido origen en el Asia, y que el movimiento de migración ha sido de norte a sur; se queda con el criterio libre para juzgar mejor el encadenamiento de los hechos que día a día nos van revelando los estudios antropológicos de las regiones últimamente exploradas.

(…)

Hoy por conveniencia y por orgullo mal fundado, es el hemisferio norte el que se atribuye todos los orígenes; desgraciadamente para ellos, sin verdaderos fundamentos. Nosotros, del hemisferio antártico y especialmente los americanos australes, tenemos también el derecho, ya que vamos siendo cada vez más conscientes, de desenterrar verdades y, exhibirlas como dogmas mucho más concordantes con la explicación fácil y sencilla de los hechos: La civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos.

Pueda ser que más tarde aparezca en Australia otro principio más comprensivo, que nos explique hasta el origen polar antártico de la humanidad, desarrollada en su casquete de tierras hoy dislocado; entonces tendremos que inclinarnos ante él; pero mientras tanto, y para encadenar con lógica todo el material antro-arqueológico sur y norteamericano, no debemos titubear en empezar por lo más primitivo y sencillo que estamos viendo, el hombre fueguino, y avanzar de sur a norte al mismo compás de las complicaciones, perfeccionamientos, expansiones, y aún degeneraciones que se produjeron hacia el norte hasta culminar en México.

Todo el desarrollo ha sido amoldado en la topografía y los climas del continente, y tan perfectamente graduados en la paulatina ocupación del mundo, sobre todo en la primera capa de poblaciones sin retrocesos todavía, que se ve originarse cada instrumento y cada costumbre, desde el Cabo de Hornos a Tehuantepec, de la manera más lógica y gradual.

(…)

Más al norte, en la mejor zona agrícola de Chile, progresarían estas industrias [líticas], perfeccionando la cerámica, y la chacra regada por inundaciones, en los terrenos bajos y sueltos que hoy se llaman islas en las orillas de los ríos, lo mismo que en Egipto. Estos cauques ya hicieron inscripciones ideológicas en las rocas, sobre el culto a la madre tierra, a los muertos y a los fenómenos meteorológicos; los cauques o caucas eran blancos, bien formados y patilludos; en la otra banda poblaron Córdoba y siguieron por Bolivia, Colombia, las Antillas, etc. Más al norte, desde el Maipo hasta el Choapa aparecen los chiles, descubridores del cobre, mejores cultivadores, perfeccionadores del riego por canales, descubrieron las campanas y las esquilas para tropas de comercio, construyeron las primeras rudimentarias ciudades de piedra, y fortificaciones o pucarás, escribieron grandes ideografías en las rocas, se constituyeron en la primera nación de tribus confederadas, e inventaron los símbolos de autoridad en el tocado y el toqui o cetro en la mano, discurrieron el sistema electivo y propaló la primera religión agrícola legislativa, con el objeto de dominar abarcando territorios y diciéndose pueblo elegido; lo cual hasta ese momento se acercaba a la verdad.

(…)

Los mineros o cordilleranos fueron los últimos en llegar a la latitud del altiplano americano en Bolivia a orillas del lago Titicaca. Seguramente un gran cazador, el inventor del arco y la flecha puso a raya el orgullo de los metalurgistas, e invitando a los ricos costinos que ya tenían por centro el Chimú en el norte del Perú; proyectó la primera gran confederación o imperio, con centro en el Pirehué o altiplano, donde se construyó sin concluirlas, una inmensa torre (la actual Ackapana) y una ciudad o templo palacio (el actual Huma Punco [Puma Punku]) en cuya puerta se ve a cuarenta reyes, en tres filas, representando las tres razas, acudir bajo la potestad común del Señor del Mundo (El Pachachachito o Pachatitán) [Se trata de la Puerta del Sol de Tiahuanaco]. Los andinos van al centro con cabezas de pájaros, los pampinos con cabezas de puma o cuadrúpedo en sus emblemas, y los costinos llevan cabezas de pescado.

El objeto era el de unificar las costumbres y las lenguas ya muy diversificadas. El proyecto fracasó por las tendencias dominadoras de unos y las independientes de los otros, suscitándose guerras destructoras en que los más ricos y menos belicosos chimus, perecieron por las flechas de los cazadores y por las armas de metal y hondas de los mineros.

Sobrevino después una raza central en el Cuzco, con cualidades mixtas y que tenía por objetivo y símbolo otro metal, el oro; fueron los incas quichuas.

Toda esta gestión relatada a priori aproximadamente es lógica y encadenada y parte de ella figura en las tradiciones de los primeros pueblos navegantes; los fenicios. La norma sudamericana debe ser, pues, estudiar la arqueología de sur a norte.

Roberto Rengifo


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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Bibliografía arqueológica-antropológica del profesor Roberto Rengifo


Grupo de Consejeros de la Sociedad Científica de Chile, en la Quinta Normal de Santiago de Chile, en 1919. Roberto Rengifo es el primero de derecha a izquierda.


Listado de obras de Roberto Rengifo, promulgador del origen polar antártico del hombre y de la irradiación de la civilización desde América hacia otras latitudes.

El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.

El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.

Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].

El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

El Secreto de la América Aborigen. Edición desarrollada por Rafael Videla Eissmann. Distribución privada. Santiago de Chile, 2001.

Los chilingas. Comentarios de Roberto Rengifo. Edición desarrollada por Rafael Videla Eissmann. Ediciones Riapantú. Santiago de Chile, 2006.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre (1935). Prólogo, notas y edición de Rafael Videla Eissmann. Ediciones Tierra Polar. Santiago de Chile, 2007.

El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. El origen polar antártico del hombre (1935). Edición y prólogo de Rafael Videla Eissmann. Edición limitada y numerada. Ediciones Tierra Polar. Santiago de Chile, 2015.

* Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre [Primera compilación de los trabajos del profesor Rengifo, desarrollada por Rafael Videla Eissmann]. Editorial Puerto de Palos. Santiago de Chile, 2007.

Rafael Videla Eissmann
8 de Diciembre de 2021


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martes, 7 de diciembre de 2021

“El casquete del Polo Sur se sumergió con casi toda su raza”


Petroglifo antropomorfo denominado como el “héroe de los chiles” en Chalinga, Región de Coquimbo, en el norte de Chile (Ilustración del profesor Roberto Rengifo, 1921).


El profesor Roberto Rengifo es el mayor genio de la historiografía y antropología de Chile y América: Promulgó el origen polar antártico del hombre y la irradiación de la civilización desde la región antártico-patagónica hacia el norte –este avance de sur a norte corresponde en las tradiciones míticas prehispánicas a la ruta civilizadora de los viracochas, los Dioses Blancos–.

Paradójicamente, a pesar de la trascendencia de la concepción, Rengifo y su obra son casi desconocidos.

Rengifo ingresó a la Société Scientifique du Chili en 1904 y desarrolló numerosas conferencias entre 1906 y 1934.

Fue profesor de Estética e Historia del Arte de la Escuela de Bellas Artes (1919) y del Instituto de Educación (1926) de la Universidad de Chile.

Rengifo fue asimismo el autor de un conjunto de trabajos que componen El Secreto de la América Aborigen. Se trata de Noticias y comentarios arqueológicos (1919), Estractos de Actas de la Sociedad Científica (1920), Los chiles (1920), Extractos de Actas de la Sociedad Científica (1921), Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles (1920) y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935).

Los principales campos que abarcan estos trabajos son la concepción del origen polar antártico del hombre –de la “humanidad blanca y clara”–, el desarrollo de la civilización de sur a norte en América y desde ésta a otras latitudes del globo y la presencia de la raza civilizadora de los ario-andinos –o anteos– que irrumpe y puebla a Europa desde occidente.

Este es el secreto de la América Aborigen: La existencia de un sustrato civilizador que emanó de la región polar antártica, irradiándose desde el sur por América para luego expandirse por el resto del globo.

Este sustrato civilizador corresponde en términos craneológicos al grupo dolicocéfalo; a los paleoamericanos según la cronología historiográfica y a los indios blancos conforme a los mitos prehispánicos que luego fueron vertidos en crónicas y posteriormente en numerosos registros etnohistóricos.

Los indios blancos son los descendientes de los Dioses Blancos, los portentosos héroes culturales que crearon las civilizaciones de América-Huitramannaland como reflejo de una cosmovisión trascendente.

Este es el contexto en el cual el profesor Rengifo anuncia en la Sociedad Científica de Chile el génesis polar de la humanidad y en el año 1921, a través de su obra Extractos de Actas de la Sociedad Científica, en el subcapítulo intitulado El primitivo ecuador terrestre y el origen polar antártico del hombre, esta premisa fundamental. De este modo, Rengifo determinó que el casquete del Polo Sur se sumergió con casi toda su raza, salvando en las puntas meridionales de América, África y la India, ejemplares humanos que cada vez se diferenciaron más al avanzar hacia el Ecuador, donde volvieron a fusionarse en parte. El casquete norte no se sumergió o surgió cuando el del sur se hundía, es decir, se hizo habitable, y su raza, de tipo esquimoide, pobló más extensos continentes, extendiéndose circularmente; en tanto que las escasas tribus humanas del sur, tuvieron que emprender forzosamente una peregrinación hacia el norte en busca de territorios más amplios, y, a medida que la región tropical se refrescaba y dejaba de ser únicamente poblada por reptiles de sangre fría, y los mamíferos aumentaban en número y en tamaño, incluso el antropopiteco.

El cambio posterior del polo, en cerca de 30°, ha empañado la evidencia de los movimientos lógicos de los animales mejor organizados, que tuvieron más antiguo origen en los casquetes polares, solidificados y templados antes que la zona del ecuador primitivo.

Muchos enigmas paleontológicos y geológicos pueden ayudar a solucionar estas ideas, y, por esta razón y para provocar su mejor estudio, por más doctas personas me atrevo a darlas aún en embrión de lo que más tarde será teoría.

¿Se ha leído y comprendido la fundamental concepción ἰδέα plasmada por Roberto Rengifo? No. Pues el ‘peligro’ de la concientización de esta idea atentaría contra el dogma de la “evolución”, del “difusionismo”, del “Descubrimiento de América”, del indigenismo y de la historia.

Esto ya lo observaba el propio Rengifo, quien en su extraordinaria obra El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) escribió: Nada de esto preocupa al público chileno, pero sí a los alemanes, por ejemplo, quienes, según oí hace poco en la Sociedad Científica, habían mandado últimamente gente de estudio a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego.

¿Una expedición de alemanes “a investigar si el origen de su raza no estaría también en Tierra del Fuego”? La única unidad alemana de estudio arqueológico-etnológico en América del Sur de la época corresponde a la labor del arqueólogo Edmund Kiss (1886-194?), uno de los más importantes expositores de la Cosmogonía Glacial, quien viajó a países como Perú, Bolivia y Chile entre los años 1928 y 1936 con el objeto de comprobar las ideas de Hans Hörbiger y la multidisciplinaria Welteislehre o “Doctrina del Hielo Mundial”.

Se trataría de la Deutsches Ahnenerbe, Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte.

¿Cuál fue el resultado de las pesquisas de la investigación de los alemanes en Tierra del Fuego?

Evidentemente, la búsqueda por parte de los alemanes del origen de su raza en el extremo austral de Chile, no corresponde a la población de cráneos braquicéfalos que caracterizan a los indígenas sino que a los vestigios del grupo dolicocéfalos –los paleoamericanos–.

La raza primordial del polo emprendió su migración desde el casquete antártico –“salvando en las puntas meridionales de América, África y la India”–, poblando el hemisferio norte –“las tribus humanas del sur, tuvieron que emprender forzosamente una peregrinación hacia el norte”–.

Es la leyenda áurea de los Caminantes de la Aurora.

Los míticos hijos de los dioses de la civilización solar-venusina.

Rafael Videla Eissmann
5 de Diciembre de 2021


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domingo, 7 de noviembre de 2021

Los dioses de Chile e India (Hówen y devas)


Izquierda: K’terrnen, el “hombre-luz”, dios-símbolo de la inauguración de un nuevo ciclo (Fotografía de Martin Gusinde, 1923). Derecha: El dios Shiva, procedente del Estado de Tamil Nadu, India (Siglo XI. Musée Guimet).


La tradición ancestral preservó por medio del mito y el rito, el conocimiento de los dioses astrales.

Tanto en Tierra del Fuego (Karukinka) como en el eje Tíbet-India (Bhaarat), la civilización de los aryas plasmó las representaciones de los dioses –los hówen-“espíritus” y los devas-asuras– con “tocados” largos, cónicos.

Por cierto, estas representaciones se proyectaron asimismo en la América prehispánica, en el sustrato huasteca-azteca con el dios blanco Quetzalcóatl (Quetzalcóhuatl)-Kukulkán como Señor de Venus –el “dios venido del cielo”–, portando el Ocelocopilli o tocado cónico, símbolo precisamente de Venus, la Gran Estrella o Icoquih, como también en algunas representaciones de los kachinas de los hopi y por cierto, en la tradición de los tocados cónicos labrados en oro de los antiguos germanos de la Edad de Bronce.

El Ocelocopilli se conoció como Kirita Mukuta en la tradición ario-sánscrita.

Izquierda: Yámana con máscara ritual frente a la choza ceremonial Kina (Fotografía de Martin Gusinde, 1922). Derecha: Vishapaharana (Shiva), procedente de Kilappudanur, Nannilam Taluk, Distrito de Tiruvarur, India (Siglo IX).

Izquierda: El hówen o “dios”, Pawus, sho’ort del norte (Fotografía de Martin Gusinde, 1923). Derecha: El dios Shiva con un tocado cónico.


Esta característica se encuentra en distintos focos culturales desde la antigüedad, especialmente en las civilizaciones cuyos orígenes se remontan al tiempo prediluvial, es decir, anterior a 12.000 años –la Gran Catástrofe cósmica, el Götterdämmerung o “Crespúsculo de los dioses”.

Fueron los dioses, precisamente, quienes entregaron a los hombres los conocimientos de las Ciencias Sagradas, los símbolos hieráticos y el culto a las estrellas –destacando, el culto a Venus, es decir, Kankáiyuš y Vena de la tradición andino-patagónica e himaláyica, respectivamente, la Casa de la Aurora, la “Ventana”, la Patria Astral–.

El emperador Pallava representado en el templo de la Cueva de Adivaraha, en Mamallapuram, en el Distrito de Kanchipuram, en Tamil Nadu, India. Adviértase su tocado cónico.

Dos sho’ort (Fotografía de Martin Gusinde, 1923).


Mas, contra toda premisa y dogma historiográfico de la ciencia imperante –el Zeit Geist–, la característica fundamental de los dioses –los “tocados cónicos”– no corresponde a un azar o capricho o a una simple “coincidencia” sino que se debe a la formación craneana de la raza astral –extraterrestre– y de sus descendientes, los hijos de los ídolos –los dioses–.

Ambos sustratos culturales tienen sus orígenes, significativamente, en el Polo, en la Apertura Polar. A este respecto, véanse de manera respectiva las ideas del profesor Roberto Rengifo en torno al origen polar antártico del hombre expuestas en la Sesión General de 29 de Diciembre de 1919 de la Société Scientifique du Chili (Actas de las Sesiones. Sesión General de 29 de Diciembre de 1919) y luego en El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles (1920) y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935); en tanto que Lokmaya Bal Gangadhar Tilak, en The Artic Homes in the Vedas. Being Also a New Key to the Interpretation of Many Vedic Texts and Legends (“El Hogar Ártico en los Vedas. Siendo también una nueva clave en la interpretación de muchos textos y leyendas védicas”. 1903), propugnó el origen polar ártico de la civilización ario-védica según cálculos astronómicos consignados en los antiquísimos himnos sánscritos del Rigveda.

Rafael Videla Eissmann
31 de Octubre de 2021


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martes, 19 de octubre de 2021

Los dioses astrales: Hówen y devas


 Izquierda: K’terrnen, el “hombre-luz”, dios-símbolo de la inauguración de un nuevo ciclo (Fotografía de Martin Gusinde, 1923). Derecha: El dios Shiva como Chandrashekhara. Dinastía chola (Ca. 850 – Ca. 1279). (Brooklyn Museum, 2007).


En Tierra del Fuego (Karukinka), en el extremo austral de Chile, como en el eje Tíbet-India (Bhaarat), se ha preservado a través de los mitos y de las tradiciones mágico-religiosas, el conocimiento de los dioses descendidos del cielo, del firmamento, quienes han creando tanto las condiciones para la vida en los ignorados ciclos del tiempo en la Ante-Historia o bien, como formuladores de la civilización en los ciclos de tiempos históricos.

Los dioses irrumpen desde otra dimensión, desde otro espacio-tiempo fuera del mundo, para irradiar la sabiduría y los conocimientos: El Fuego Sacro.

Son las Ciencias Sagradas de los hombres-dioses y sus descendientes.

La civilización polar de los aryas.

La trimurti hinduista de Vishnu, Shiva y Brahma, procedente de Bihar, en la Región de Terai, India (Siglo X). (Los Angeles County Museum of Art).

Dos Sho’ort (Fotografía de Martin Gusinde, 1923).

Devas labrados en piedra en las paredes del templo de Kailasanathar, en Kānchipuram, en el Estado de Tamil Nadu, en India.

Representación de dos Koshménk (Fotografía de Martin Gusinde, 1923).


La presencia de los dioses significa siempre el regreso a la luz a la Tierra. Es decir, al Mapu Tremo en la tradición patagónica-araucana, esto es, el “país hermoso, sin defecto, completo y tranquilo” –de acuerdo a la fundamental concepción cronológica comunicada por Vicente R. Liberona a Roberto Rengifo (Véase la Reseña histórica desde que América fue poblada hasta su Descubrimiento en los Extractos de Actas de la Sociedad Científica publicada en Santiago de Chile en 1920)–, símil del Paradesha del Satya Yuga (कृत युग), la Edad Dorada en la tradición brahmánico-hinduista.

El Paraíso.

Ahora bien, desde la más remota antigüedad, tanto en Tierra del Fuego como en el eje Tíbet-India, los dioses han sido representados con largos “tocados”, hecho que encubre una característica distintiva: Los cráneos alargados.

Son los hówen-“espíritus” y los devas-asuras (Daivi sampad), respectivamente, deidades astrales –extraterrestres– que han descendido, materializándose por un tiempo, en el mundo, en la historia de los hombres, para impulsar o reimpulsar, de manera ritual, mágicamente, el tiempo del Fuego Sagrado (Jauke-Agni).

Es el inicio de un nuevo ciclo. El nuevo Sol.

Esta lejanísima relación cultural entre el sustrato antártico-andino e himaláyico, se comprueba por medio del culto solar de Kre y Surya –respectivamente– y de la estrella de Venus, es decir, Kankáiyuš de la tradición selk’nam y Shukrá del hinduismo.

Rafael Videla Eissmann
19 de Octubre de 2021

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