martes, 20 de febrero de 2018

El Estandarte Mágico de Chile: La Estrella de Venus

La más pobre de mis colonias, consume la flor de mis Guzmanes.
Felipe II, Rey de España

El estandarte de los araucanos con el símbolo sagrado de la estrella de Venus de acuerdo a la ilustración en la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas i tierra firme del Mar Océano (1730) de Antonio de Herrera y Tordesillas. El símbolo de los chiles.


La lámina en la página 237 de la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas i tierra firme del Mar Océano escrita por el cronista y soldado Antonio de Herrera y Tordesillas y publicada en la Oficina Real de Nicolás Rodríguez Franco en Madrid en 1730 pero cuya elaboración se remonta a 1601, describe la Batalla de Quilacura, la cual se enmarca la Guerra de Arauco y que tuvo lugar a cuatro leguas del río Bío-Bío, entre la expedición de los godos liderados por Pedro de Valdivia y araucanos liderados por el toqui Malloquete el 11 de Febrero de 1546.

En la mentada lámina se observa un batallón de guerreros araucanos con lanzas y montados a caballo (a la derecha) que se dispone a combatir contra los godo-hispanos (a la izquierda) –batallón del cual el propio Pedro de Valdivia reconocerá que dieron sobre nosotros siete u ocho mil indios, y peleamos con ellos más de dos horas, y se nos defendían bravamente, cerrados en un escuadrón, como tudescos– y en la cual, de forma significativa, se aprecia el símbolo de los araucanos: Un estandarte con el Guñelfe, es decir, la estrella de ocho puntas, el astro de Venus –Yephun-Oiehuen–, la luz más bella.

Detalle de la lámina con el símbolo en la crónica de Antonio de Herrera y Tordesillas.


Venus, el símbolo sagrado del origen –la Patria Astral–, es también, el símbolo del Chili-Mapu, la tierra de los hówen-pillanes. Los antuipanko.

¡La Guerra de Arauco! ¡La guerra de los chiles, de los araucanos, en combate sin tregua por la tierra y sus dioses con los conquistadores godos hasta el nacimiento de la raza chilena! Pues tal como ha dilucidado Armando Moock en su genial obra Mi Viejo Santiago. Chile de ayer y de hoy (1941): Se puede decir que el primer combate que los hispanos empeñaron con ellos [los araucanos], no terminó nunca y que fueron sus descendientes, los chilenos, quienes los vencieron por número y porque eran nacidos frente al mismo mar y al pie de la misma cordillera.

La ideografía de Venus se transmite arquetípica y simbólicamente a la Bandera de la Jura de la Independencia de 1818: Es el símbolo sagrado de Chile y sus habitantes.

Rafael Videla Eissmann
11 de Febrero de 2018


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lunes, 19 de febrero de 2018

Caupolicán de acuerdo al poeta-guerrero Alonso de Ercilla y Zúñiga


Caupolicán prisionero y Fresia (1854) de Raymond Monvoisin.


Era este noble mozo de alto hecho,
varón de autoridad, grave y severo,
amigo de guardar todo derecho,
áspero, riguroso y justiciero,
de cuerpo grande y revelado pecho,
hábil, diestro, fortísimo y ligero,
sabio, astuto, sagaz, determinado,
y en cosas de repente reportado.

Alonso de Ercilla y Zúñiga
La Araucana (1574).


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domingo, 18 de febrero de 2018

Lautaro de acuerdo al poeta-guerrero Alonso de Ercilla y Zúñiga


Retrato de Lautaro en la obra Relación del viaje de Fray Diego de Ocaña
por el Nuevo Mundo (1599-1605).


Fue Lautaro industrioso, sabio, presto,
de gran consejo, término y cordura,
manso de condición y hermoso gesto,
ni grande ni pequeño de estatura;
el ánimo en las cosas grandes puesto,
de fuerte trabazón y compostura,
duros los miembros, recios y nerviosos,
anchas espaladas, pechos espaciosos.

Alonso de Ercilla y Zúñiga
La Araucana (1574).


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lunes, 5 de febrero de 2018

Habitantes precolombinos barbados y lampiños: Araucanos y mapuches


Pieza arqueológica perteneciente al Museo El Vergel de Angol, en la Región de la Araucanía
la cual describe un aborigen barbado, distinto a las poblaciones indígenas.


Un pasaje en la Histórica Relación del Reyno de Chile (1646) del jesuita Alonso de Ovalle, refuerza lo sostenido en diversas obras y estudios en relación con la existencia de al menos dos poblaciones prehispánicas en Chile antes del arribo de los conquistadores en el siglo XVI.

Se trata de la referencia a individuos barbados y otros lampiños, hecho que ilustra la existencia de estos dos grupos, es decir, de las poblaciones dolicocéfalas y braquicéfalas, respectivamente. La primera, de “rostros alargados”, piel blanca o clara y registrada en diversas crónicas como los indios blancos. La segunda, en tanto, de “rostros redondeados”, pómulos salientes, color cobrizo y cabello hirsuto, conformaba la población más numerosa hacia el siglo XVI.

El primer grupo corresponde a los araucanos. El segundo, a los mapuches.

Sobre la característica étnica del vello facial Alonso de Ovalle ha escrito: No pasa de aquí la esfera del ministerio de barbero entre esta gente, porque no tienen barba que hacer, por ser de naturaleza lampiños, y los pocos pelos que les salen, tiene cada uno cuidado de pelárselos, porque se afrentan de tenerlos en la cara; y así hacen unas como pinzas de unos choros del mar, las cuales traen siempre consigo, y a ratos perdidos las sacan y en buena conversación están arrancando los pelos, que otros con gran cuidado suelen criar y peinar, honrándose con ellos; que es buen argumento de lo que hace la aprensión de los hombres para que una misma cosa se tenga por honra y por el contrario. Tampoco tienen necesidad de barbero para hacerse el cabello, porque de su natural costumbre y usanza le traen siempre largo hasta debajo de las orejas y no más, y para despuntarlo y que ande siempre a esta medida, fácilmente se sirven los unos a los otros.

En relación con la existencia de esta población, esto es, de la población blanca nativa, De Ovalle en la misma obra consignó que el padre Jerónimo de Montemayor, apostólico misionero de aquel archipiélago de Chiloé, entró la tierra firme dentro con el capitán Navarro, que es muy valeroso y afamado en aquella tierra, y otros españoles, y descubrieron unas naciones que piensan son estos Césares, porque son gente muy blanca y rubia, bien dispuesta y agestada, y que en su disposición y gentiles talles muestran ser hombres de gran valor, y que habían traído consigo algunos de ellos, para tomar lengua de la que tanto se desea saber.

Asimismo, De Ovalle dio cuenta del color blanco y rubio de esta gente [los indios], y [quienes] hablan una lengua que ninguno de los que fueron a este descubrimiento la pudo entender, parece que hacen probable esto segundo, y puede ser también que sea lo uno y lo otro; que esta nación sea originaria de flamencos que emparentaron con indios, y haya otra de estos españoles que hemos dicho.

Los indios blancos –arqueológicamente conocidos como paleoamericanos– constituyeron la población originaria del legendario Chili-Mapu.

Rafael Videla Eissmann
1º de Febrero de 2018


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jueves, 1 de febrero de 2018

Raza Chilena: Criollos y criollas de Santiago


El puente de Cal y Canto. Óleo anónimo (Siglo XVIII).


Concluyamos este capítulo con decir algo de los naturales que nacen en esta ciudad, pues son la principal parte de ella.

Son éstos por lo general de buenos ingenios y habilidades, así para las letras, en que se señalan mucho los que se dan a ellas, como para otros empleos. Son naturalmente más inclinados a la guerra que a otros, y así hay muy pocos que se apliquen a la mercancía, y los que no se dedicaron desde niños a los estudios, o aplicándolos sus padres a ellos, no se inclinaron, y comenzaron con tibieza o desgana este ejercicio, fácilmente le dan de mano; y en sonando la caja [Nota: Pie: Tambor] o la trompeta, se inquietan de manera que no paran hasta asentar plaza de soldados, porque les agrada más la libertad de la milicia que la sujeción y disciplina de las escuelas.

Son notablemente inclinados a andar a caballo, y he visto muchas veces que para acallar a un niño, que apenas comienza a andar, no hay medio como ponerle sobre un caballo, y así salen famosos jinetes y muy diestros, fuertes y sueltos en ambas sillas [Nota: Ambas sillas: La de brida y la de jineta. la de brida es silla rasa o de borrenes bajos, los estribos son largos cuanto lo permiten las piernas, y la silla de jineta tiene los borrenes tan altos que el jinete de pie sobre los estribos no los sobrepasa, aunque estos son tan cortos que las piernas van dobladas]; y es común opinión y experiencia conocida, que en la guerra vale más para la caballería uno de la tierra que cuatro que vengan de fuera. Han probado bien esta verdad en el discurso de tantos años como ha que dura la de aquel reino, como se verá en los hechos particulares y hazañas que se referirán las historias de Chile cuando salgan a luz, a que me remito.

Son naturalmente liberales compasivos y amigos de hacer bien a todos, y los que le saben obligar honorándolos y tratándolos con la cortesía y respeto debido, son dueños de sus voluntades, y los muchachos llevados por bien son muy dóciles y fáciles de persuadir; pero si quieren llevarlos por mal, muerden la manta y lo hacen peor, y así tenemos mucha experiencia en nuestros estudios y escuelas, que se obligan más que a estudiar procurándolos llevar por motivos de honra y suavidad, que por vía de rigor y aspereza.

… Y hay pocas ciudades en las Indias que las igualen en las galas y lustre de sus habitadores particularmente a las mujeres (pluguiese a Dios no fuese tanto, que otro gallo les cantara, porque como todo esto va de Europa, vale allá carísimo y así casusa esto grandes empeños). Quien viere la plaza de Santiago y viere la de Madrid no hará diferencia en cuanto esto de la una a la otra, porque no salen más de corte los ciudadanos, mercaderes y caballeros a ésta que a aquélla; y si hablamos del aseo y riqueza de las mujeres en sus adornos y vestidos, aun es mucho más y más universal, porque como las españolas no sirven allá de ordinario, todas quieren ser señoras y parecerlo, según su posible, y la competencia de unas con otras sobre aventajarse en galas, joyas, perlas y preseas para su adorno y libreas ara sus criadas (que suelen ser muchas las que llevan tras de sí) es tal, que por ricos que sean los maridos, han de menester todo lo que tienen, particularmente si es gente noble, para poder satisfacer a la obligación y decencia de su estado, según está ya recibido.

Alonso de Ovalle
Histórica Relación del Reyno de Chile
(1646).


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