Símbolo rúnico prehispánico en la costa de la zona central de Chile (Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2009).
Parece haber sido una misma raza la que escribió
en los Andes y en los Pirineos.
Roberto Rengifo
Extracto del Capítulo III. Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas del interesantísimo ensayo Arte gráfico de los primitivos y los chiles (1920) del profesor Roberto Rengifo, donde expuso la antiquísima expansión del sustrato civilizador americano –los arios de Can– a Iberia y que conformó el grupo celto-ibero, tenido como los aborígenes de la península española.
Hércules y Anteo: Relaciones paleográficas y paleológicas íbero-chilenas
En cuanto a los primeros pobladores de la costa oriental europea, aprovechándome de datos del libro [La Torre de Hércules. Impresiones acerca de este antiquísimo faro bajo su aspecto histórico y arqueológico (La Coruña, 1920) de Francisco Tettamancy Gastón], voy a discurrir sobre ellos. No hablaremos del organizador latino, pueblo agricultor, que dió nombres nuevos a todos; porque es perfectamente histórico; ni de los griegos, pueblo más mitófilo, más escrito, menos agricultor y muy pequeño navegante; nació en su archipiélago con las islas a la vista una de las otras, se aventuró como mucho por el mar Negro en expedición cantada como épica; no pasó de Gibraltar, porque más allá eran las Columnas de Hércules, el Hades, el vacío, el infierno, la muerte, el otro lado del Orco, dios de la muerte entre ellos; llegaron sólo a las costas orientales de España. Esa misma Atlántida que ellos cuentan hundida y otras veces como vencida por ellos en gran guerra ¿no están indicando que los dirigentes querían restringir sólo al Mediterráneo su radio comercial o esfera de acción? Sea porque se lo impidieron o impusieron los fenicios, para los cuales no habían mar ignoto o vedado, o sea porque ellos tenían esclavos atlantes del Atlántico y no se atrevían a salir de este mar, para no pagar ojo por ojo; el hecho es que el mundo griego era bien pequeño, y, nunca se atrevieron a buscar expansiones hacia occidente aún en el imperio de Alejandro. Llego a creer que era el respeto a sus progenitores, al Hércules Ispano, al que era dios entre ellos, y el que con sus Trabajos o doce conquistas de la civilización los había dotado para que fueran artistas.
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Quedan los atlantes, los ultramarinos, de la América, los anteos, que tomó Hércules en sus brazos; es decir, la España se pobló de ellos: ¿Pero de cuál raza? – la América es grande; era el Triple gerion (que significa, casa de la fuerte generación) y bien diferentes sus regiones: costina (Can = obreros, pescadores, navegantes); Andina (Chen = varones sacerdotales, mineros, metalurgistas) y central de llano (Jafeta = propagadores de plantas, agricultores). Yo creo que estas tres razas fueron las que en Europa se llamaron: Arios, celtas y gálatas; según notas del libro que trato, célticos eran los que vivían en lo más lejano y sombrío del mundo, y gálatas los que se llevaban emigrando de un lugar a otro; ambos venidos desde lo más lejos del mundo.
Quedan los arios, cuyos rastros más evidentes están en las islas Can-árias y por consiguiente eran de la raza de Can, que agregaron Arí al nombre, significando, filo o cumbre, aristocracia, es decir, la nobleza de la raza navegante sud-americana, poseyendo ya la minería y la agricultura.
Estos enérgicos obreros de cráneo ancho, salidos del Sur Pacífico y de los Andes, con el nombre de anteos, fueron a mi juicio, los que ocuparon las islas Can-árias primero, después África y después España, donde, como lo dicen los nombres posteriores de célticos y gálatas, llegaban del último confín del mundo en emigraciones sucesivas.
Así se explican multitud de semejanzas y la igualdad de sus primeras escrituras petroglifícas.
Estas y otras muchas reflexiones me ha sugerido el libro del señor Tettamancy Gastón, La Torre de Hércules.
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Roberto Rengifo
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