La tradición ancestral preservó por medio del mito y el rito, el conocimiento de los dioses astrales.
Tanto en Tierra del Fuego (Karukinka) como en el eje Tíbet-India (Bhaarat), la civilización de los aryas plasmó las representaciones de los dioses –los hówen-“espíritus” y los devas-asuras– con “tocados” largos, cónicos.
Por cierto, estas representaciones se proyectaron asimismo en la América prehispánica, en el sustrato huasteca-azteca con el dios blanco Quetzalcóatl (Quetzalcóhuatl)-Kukulkán como Señor de Venus –el “dios venido del cielo”–, portando el Ocelocopilli o tocado cónico, símbolo precisamente de Venus, la Gran Estrella o Icoquih, como también en algunas representaciones de los kachinas de los hopi y por cierto, en la tradición de los tocados cónicos labrados en oro de los antiguos germanos de la Edad de Bronce.
El Ocelocopilli se conoció como Kirita Mukuta en la tradición ario-sánscrita.
Esta característica se encuentra en distintos focos culturales desde la antigüedad, especialmente en las civilizaciones cuyos orígenes se remontan al tiempo prediluvial, es decir, anterior a 12.000 años –la Gran Catástrofe cósmica, el Götterdämmerung o “Crespúsculo de los dioses”.
Fueron los dioses, precisamente, quienes entregaron a los hombres los conocimientos de las Ciencias Sagradas, los símbolos hieráticos y el culto a las estrellas –destacando, el culto a Venus, es decir, Kankáiyuš y Vena de la tradición andino-patagónica e himaláyica, respectivamente, la Casa de la Aurora, la “Ventana”, la Patria Astral–.
Mas, contra toda premisa y dogma historiográfico de la ciencia imperante –el Zeit Geist–, la característica fundamental de los dioses –los “tocados cónicos”– no corresponde a un azar o capricho o a una simple “coincidencia” sino que se debe a la formación craneana de la raza astral –extraterrestre– y de sus descendientes, los hijos de los ídolos –los dioses–.
Ambos sustratos culturales tienen sus orígenes, significativamente, en el Polo, en la Apertura Polar. A este respecto, véanse de manera respectiva las ideas del profesor Roberto Rengifo en torno al origen polar antártico del hombre expuestas en la Sesión General de 29 de Diciembre de 1919 de la Société Scientifique du Chili (Actas de las Sesiones. Sesión General de 29 de Diciembre de 1919) y luego en El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles (1920) y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935); en tanto que Lokmaya Bal Gangadhar Tilak, en The Artic Homes in the Vedas. Being Also a New Key to the Interpretation of Many Vedic Texts and Legends (“El Hogar Ártico en los Vedas. Siendo también una nueva clave en la interpretación de muchos textos y leyendas védicas”. 1903), propugnó el origen polar ártico de la civilización ario-védica según cálculos astronómicos consignados en los antiquísimos himnos sánscritos del Rigveda.
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