domingo, 20 de mayo de 2018

El símbolo del Árbol del Mundo


 Fósil de una hoja de planta en la cual se observa el símbolo del Árbol del Mundo.


Una de las variantes simbólicas del Árbol de la Vida en la tradición de la América austral es la representación de un tronco o eje central con diversas ramas a uno y otro lado en ángulos agudos. Este símbolo se observa en petroglifos, alfarería y textiles desde la región sur de Chile –el legendario sustrato lituche-araucano– irradiándose hacia el norte donde se encuentra en diversas manifestaciones del mundo andino.

El origen de este símbolo se remonta al mundo invisible de la tradición sagrada y mágica-religiosa que se vierte en el plano tangible –es decir, se cristaliza en el mundo material– como herencia de los signos sagrados de los dioses –el alfabeto de las runas de la edad mítica de los Wari Wira Qucha Runa (Huari-Viracocha Runa): ¡El runa-simi originario o la lengua del hombre primordial!–.

Izquierda: Clava o símbolo de mando de origen lituche-araucano en el cual se aprecia
el símbolo del Árbol del Mundo. Derecha: Hoja de planta fosilizada.

Diversas representaciones petroglíficas del Árbol del Mundo
en la zona centro-sur de Chile.

Pictografia del Árbol del Mundo en el acueducto
Los Santos de Santander, en Colombia.


Ahora bien, este mismo símbolo, llamativamente, se encuentra en algunos fósiles de hojas de plantas. ¿Es posible un sincronismo entre la forma-símbolo que de una u otra manera emana de un remoto pasado y que se patenta en las manifestaciones del arte aborigen? ¿Es viable concebir una asociación simbólica entre estas representaciones iconográficas del mundo prehispánico con los símbolos de la Naturaleza Sagrada (Divina natura)? ¿Qué ignoto misterio encubre este símbolo y su figuración en fósiles y en variados campos culturales? ¿Acaso no se proyecta la trascendencia del Árbol de la Vida en su más profunda expresión de periodicidad como símbolo plasmado en una piedra más allá de las tres refracciones del tiempo?

Lignum vitae.

¿No se vislumbra aquí nuevamente la misteriosa relación de la Naturaleza con el Arte y de éste con aquella? El hombre es el puente –Pontem– entre uno y otro. Simbiosis perfecta del ANTHROPOS y el UNUS MUNDUS de la tradición sacra surgida de las profundidades de los Andes, la Columna Espiritual del Chili-Mapu.

Rafael Videla Eissmann
21 de Marzo de 2018


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sábado, 19 de mayo de 2018

Un talismán vikingo


La significativa semejanza entre el símbolo del Sol en el kultrún
de los machis y un talismán vikingo.


Como complemento al texto sobre El Símbolo Sagrado del Sol en el kultrún (http://losvikingosenamerica.blogspot.cl/2018/05/el-simbolo-sagrado-del-sol-en-el-kultrun.html), la imagen de un talismán de vikingo de la Edad del Bronce idéntica al símbolo del Sol en movimiento estampado en el kultrún de los lituche-araucano, refuerza el remoto origen común del sustrato civilizador de América y Europa: El grupo dolicocéfalo.

Visionario, el profesor Roberto Rengifo en Estractos de las Actas de la Sociedad Científica (1920) determinó que la Gulfstream o Corriente del Golfo de México sirvió para poblar la costa de Irlanda y occidentales Europa con razas blancas americanas.

El venerado símbolo del Sol en movimiento es una prueba de ello y de las remotas relaciones de Huitramannaland con Europa.

Rafael Videla Eissmann
18 de Mayo de 2018


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martes, 15 de mayo de 2018

Los viracochas, Dioses del Fuego


Figura antropomorfa prehispánica. Una evocación de los habitantes
del Chili-Mapu (Museo Chileno de Arte Precolombino).


Los siguientes párrafos pertenecen a la obra Los chiles (1921) de Roberto Rengifo e ilustran sobre el origen y rol de los míticos viracochas, los Dioses Blancos del Chili-Mapu y su marcha civilizadora de sur a norte:

Los viracochas, sus símbolos

Los viracochas o “huaracochas” fueron los que descubrieron y mantuvieron la fundición del cobre en la huara de Chalinga; debieron tomar una gran supremacía sobre todos los demás aborígenes y parecerían magos, disponiendo del fuego endurecido o cobre rojo, teniendo además de esta ventaja moral, la material de emplearlo como arma, escudo y casco.

El nombre que tomaron los primeros metalurgistas proviene de las huaras, como aún hoy se llaman las fundiciones aborígenes en el norte y en el desierto de Atacama: Como fundidores se llamaron huaracochas y como mineros tratán, que es onomatopéyico del laboreo o martilleo, de donde salieron los tacanes, titanes y atacamas, y tacana o Tacna, etc. [¿Cuál es la raíz etimológica de viracocha? Vira, huira, huitra, es “blanco”; co, agua; cha, che, “gente”, “hombres”; lo que se podría traducir como “hombres blancos de las aguas (del mar)”. Es incierto (Nota de RVE)].

Huara no significa fuego, pero significa viento, y este era el indispensable para un vivo tiraje, empleando leña o carbón de espino capaz de fundir el mineral: Por esto llamaron huaras a las chimeneas naturales de fundición, lo mismo que se llaman fraguas a los fuelles colocados en las herrerías.

La palabra cocha significa recipiente redondo, o mar, o lago, o poza, de co = agua y de cha = yacer, estar, echarse; tal vez con la acepción de plano a nivel, o terreno plano, tendido, etc.: Las palabras, chaco, concha, charco y cocha representan la misma idea de depósito redondo. Los restos de viviendas junto a las minas y a la huara, tienen la forma de conchas o covachas y están labradas en el mismo cerro; por consiguiente estos fundidores primitivos se denominaron, hombres de las cochas de la huara = Huara-Cocha-Ché, y después huaracocha solamente, y después huairacocha en aimará o palla, y por fin viracocha en quichua.

En cuanto al papel mitológico que poco a poco se les atribuyó por los pueblos que civilizaron o sometieron, se comprende perfectamente, dada la superioridad de su industria: La terminación cocha ya no significó la modesta vivienda del minero, sino que se interpretó que era todo el mar; especialmente por los que vivían al oriente de los Andes; el occidente era el lado del mar, el otro lado misterioso de las nieves, de donde venían estos forjadores del metal rojo. La huara ya no fue por consiguiente la simple chimenea, sino el viento que los había traído, y después el fuego del horizonte, los arreboles que se encendían diariamente en el poniente, y el mismo Sol enrojecido para descender a su cocha hacia el lado donde existía aún la primera huara. Por esto los primeros incas se decían llegados del poniente, y porque eran descendientes de los chalingas o chili-ingas se llamaron ingas.

* * *

Estas son las portentosas ideas transmitidas por uno de los más importantes historiadores de Chile, el profesor Roberto Rengifo y sus estudios etnográficos en torno a la población primitiva del país que conformó las bases civilizadoras de la América Aborigen.

Rafael Videla Eissmann
9 de Mayo de 2018


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domingo, 13 de mayo de 2018

El Símbolo Sagrado del Sol en el kultrún


Detalle de un kultrún o tambor ceremonial.


Secuencia iconográfica del sagrado símbolo solar en el kúltrun o tambor ceremonial de los antiguos machis o shamanes del sustrato cultural lituche-araucano –también llamados glyche, es decir, los “hombres primitivos o del principio” como consignó Juan Ignacio Molina en 1776– de la zona centro sur de Chile.

El kultrún es en su perspectiva horizontal una evocación del mapu o de la tierra y su tetrapartición espacial en el We-Witran-Mapu, mientras que en su dimensión vertical es un registro calendárico de la sucesión de los cuatro soles o grandes eras. Meliantu.

Estas son las razones por las que Quinturray Raypán manifestó hacia 2005 que esta es la sexta Luna y el Sol, el cuarto, porque cuatro soles se han visto, cuatro soles aparecen en los kultrunes. Todo ha sido destruido con grandes cataclismos donde se daba vuelta la tierra y hasta el Sol se pierde. Cuando nació este Sol murió toda la gente del norte, por eso algunos se refugiaron en ciudades subterráneas, bajo el desierto y en el interior de los volcanes. Los que quedaron arriba, se volvieron tontos.

Rafael Videla Eissmann
12 de Mayo de 2018
  


 

 


 

 
Dos kultrunes o tambores ceremoniales pertenecientes a la colección del Aula
de Arte Nuestros Pueblos Originarios de la Universidad Católica de Chile.


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sábado, 12 de mayo de 2018

El Símbolo Sagrado del Sol en una inkuña de Arica


Inkuña de la cultura Arica, en el extremo norte de Chile
(Museo Chileno de Arte Precolombino).


Inkuña o textil ritual de la cultura Arica, en el extremo norte de Chile, tejido en tapicería enlazada de fibra vegetal (urdimbre), con fibra de camélido (trama).

La pieza pertenece al Museo Chileno de Arte Precolombino (Código de Pieza MCHAP 2961) y posee las siguientes dimensiones: 560 mm de largo x 530 mm de ancho.

En este textil tricromático de origen precolombino y de cuatro orillas se ha representado un rostro solar central del cual emanan cuatro grandes brazos escalonados, el Sol en movimiento. La composición es una evocación asimismo del We-Witran-Mapu o división tetra-espacial que se conocerá luego en el Tawantinsuyu o Imperio de las Cuatro Regiones de los Ingas, los Hijos del Sol-Antuipanko.

El motivo giratorio de la inkuña es en realidad, el tetraskelión, el Fylfot o Hakenkreuz, la “cruz de nuestros ancestros”. El Símbolo Sagrado del Sol.

Rafael Videla Eissmann
9 de Mayo de 2018


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jueves, 10 de mayo de 2018

Sobre los aborígenes caucas del centro-norte de Chile


Petroglifo de un viracocha (huaracocha) en el Valle de los Dioses
 (Valle del Encanto), en la Región de Coquimbo, Chile.


El profesor Roberto Rengifo en su obra El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles (Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920), refriéndose al sustrato civilizador americano, indicó:

Más al norte, en la mejor zona agrícola de Chile, progresarían estas industrias, perfeccionando la cerámica, y la chacra regada por inundaciones, en los terrenos bajos y sueltos que hoy se llaman islas en las orillas de los ríos, lo mismo que en Egipto. Estos cauques ya hicieron inscripciones ideológicas en las rocas, sobre el culto a la madre tierra, a los muertos y a los fenómenos meteorológicos; los cauques o caucas eran blancos, bien formados y patilludos; en la otra banda poblaron Córdoba y siguieron por Bolivia, Colombia, las Antillas, etc. Más al norte, desde el Maipo hasta el Choapa aparecen los chiles, descubridores del cobre, mejores cultivadores, perfeccionadores del riego por canales, descubrieron las campanas y las esquilas para tropas de comercio, construyeron las primeras rudimentarias ciudades de piedra, y fortificaciones o pucarás, escribieron grandes ideografías en las rocas, se constituyeron en la primera nación de tribus confederadas, e inventaron los símbolos de autoridad en el tocado y el toqui o cetro en la mano, discurrieron el sistema electivo y propaló la primera religión agrícola legislativa, con el objeto de dominar abarcando territorios y diciéndose pueblo elegido; lo cual hasta ese momento se acercaba a la verdad. Ya la humanidad se había diversificado en tres razas de carácter muy diferente: los grandes cazadores del oriente; los montañeses, agricultores, industriosos metalurgistas y sacerdotes, y los occidentales o costinos como los changos, los huros y los de más al norte, los cuales habían avanzado mucho antes por las costas hacia el Polo Norte y eran ricos por el comercio.

Los mineros o cordilleranos fueron los últimos en llegar a la latitud del altiplano americano en Bolivia a orillas del lago Titicaca. Seguramente un gran cazador, el inventor del arco y la flecha puso a raya el orgullo de los metalurgistas, e invitando a los ricos costinos que ya tenían por centro el Chimú en el norte del Perú; proyectó la primera gran confederación o imperio, con centro en el Pirehué o altiplano, donde se construyó sin concluirlas, una inmensa torre (la actual Ackapana) y una ciudad o templo palacio (el actual Huma Punco [Puma Punku-Tiahuanaco]) en cuya puerta se ve a cuarenta reyes, en tres filas, representando las tres razas, acudir bajo la potestad común del Señor del Mundo (El Pachachachito o Pachatitán). Los andinos van al centro con cabezas de pájaros, los pampinos con cabezas de puma o cuadrúpedo en sus emblemas, y los costinos llevan cabezas de pescado.

Resulta significativa la característica étnica descrita por Roberto Rengifo sobre  los cauques-caucas –eran blancos, bien formados y patilludos–, hecho que refuerza la presencia de un grupo aborigen prehispánico ignorado por la historiografía oficial: Son los indios blancos de las crónicas de la Conquista y la Colonia, conocidos como paleoamericanos desde una perspectiva arqueológica y Dioses Blancos en el lenguaje sagrado del mito.

Rafael Videla Eissmann
20 de Febrero de 2018


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sábado, 5 de mayo de 2018

El Sol en Movimiento en el Chili-Mapu (I)


 Detalle de una pieza de alfarería diaguita de la zona centro
norte de Chile con el símbolo del Sol en Movimiento.


En diversas representaciones de alfarería y de textiles del Chili-Mapu se observa el fascinante símbolo de una cruz de naturaleza solar diseñada sobre un cuadrado segmentado en ocho triángulos diferenciados en dos colores que plasman dos orientaciones: Una dextrógira y la otra levógira.

La disposición dinámica de la cruz, revela como se ha indicado, su naturaleza solar. Es el Sol en Movimiento, estampado en el kultrún de los lituche-araucanos del sur del país.

El Símbolo Sagrado del Sol.

Aribalo diaguita de la zona centro norte de Chile donde se observa
una franja o columna central con el símbolo del Sol en Movimiento.


La segmentación del símbolo en ocho partes es una evocación, igualmente, del Lucero de la Mañana y de la Tarde, es decir, de Venus, es decir, de Yephun-Oiehuen de los araucanos, la estrella solitaria Quyllur de la tradición aymará y Ch’aska quyllur de los quechuas e incas.

Esta tetrapartición del cosmos se proyecta en el Meli Witranmapu y ulteriormente, en el Tawantinsuyu, el Imperio de las Cuatro Regiones de los Hijos del Sol (Antupainko).

Rafael Videla Eissmann
1º de Mayo de 2018


 
Izquierda: Aribalo de origen atacameño del norte de Chile con el mismo símbolo.
Derecha: Aribalo inka de Perú. Reflejo del símbolo cruciforme del Meli Witranmapu.


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martes, 1 de mayo de 2018

Analogía simbólica entre las clavas araucanas y las proas de los drakkar vikingos


 La sorprendente similitud entre una clava araucana  (Museo Chileno de Arte Precolombino)
y la cabeza de dragón de un drakkar vikingo.


Buscando una aproximación al conocimiento del símbolo de las clavas prehispánicas del país, se expuso en Las clavas de los antiguos araucanos de Chile (http://losvikingosenamerica.blogspot.cl/2014/08/las-clavas-de-los-antiguos-araucanos-de.html ) su naturaleza mágico-religiosa como símbolo de poder entre los lonkos o jefes guerreros del Chili-Mapu, hecho que se constata por la presencia en algunas de estas piezas de signos astrales de posible naturaleza calendárica como asimismo por las ideografías de la escritura sagrada de los lituche-araucanos.

Usualmente, antropólogos e historiadores concuerdan en atribuir un carácter zoomorfo a estos objetos de poder debido a la presumida similitud que ésta presentarían con la cabeza del loro tricahue (Cyanoliseus patagonus bloxami). Es decir, se trataría de un símbolo cefalomorfo.

Clava araucana.


Si esto fuese así, es decir, que estos símbolos líticos tuviesen su origen en un animal totémico, ¿se podría argüir entonces una mayor similitud entre las clavas y las cabezas de dragón de las proas de los drakkar nórdicos? Esto reforzaría un conjunto de otros campos antropológicos de la mayor importancia como lo es la presencia del símbolo sagrado del Sol o swastika la cruz gamada– conocida entre los araucanos como Sol en movimiento y presente en los kultrún o tambores ceremoniales y como Hakenkreuz por los germanos o bien, el culto a los ancestros y los cementerios de túmulos o hünengräber como asimismo el carácter patriarcal, guerrero y solar de estos sustratos culturales.

La similitud entre las cabezas de los dragones de los drakkar y algunas clavas es llamativa: El contorno, el ojo (Sol) y la forma de la boca (Luna). ¿Se trata entonces de  una resonancia más de Huitramannaland, la tierra de los hombres blancos de la América Aborigen?

Rafael Videla Eissmann
23 de Febrero de 2018


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