jueves, 29 de mayo de 2025

In memoriam Ruth Rodríguez Sotomayor


Ruth Rodríguez Sotomayor.


Las ideas centrales de los campos desarrollados por la incansable y valiente investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor –egresada de la Universidad de Guayaquil e investigadora del Archivo Histórico del Guayas–, se centran en el estudio de la raza blanca aborigen –los wara, “denominados dioses porque eran sabios”– y sus símbolos, artes y ciencias que sientan las bases de la América Aborigen o como ella lo definió, “Preamérica”.

Este grupo civilizador se irradia desde América del Sur a otras latitudes, llegando a India, Mesopotamia y Europa, sentando las bases de los míticos arios y su civilización.

Esta concepción se enmarca en la línea de sabios como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Percy Harrison Fawcett, Edmund Kiss, Roberto Rengifo, Juan Moricz y Gerardo Peña Matheus: Notabilísimos investigadores que observaron por medio de la mitología, la arqueología, la toponimia, la lingüística y la simbología, remotas migraciones transcontinentales.

Ciertamente, la visión de Rodríguez Sotomayor se opone a la versión ortodoxa u “oficial” de la historia, deviniendo por ello, en consecuencia, en una propuesta revolucionaria.

A través de una bien fundamentada, sorprendente y fecunda labor de investigación, Ruth Rodríguez Sotomayor ha escrito La sabiduría en Preamérica. Un estudio sobre el Yoga Primigenio: El Yoga Preamericano (1979), Kryashakti. El Misterioso Poder de la Auto-Reproducción o la Transformación de la Mujer-Madre, Nanociwatzin, la Señora de los Hombres. La Dinastía Chandravamsa en Preamérica. Estudio comparativo de la organización de las mujeres preamericanas y las mujeres de Roma (1981), Un estudio sobre el Agua, Sustancia Divina. El simbolismo de Tlalok y Chalchiutlicue y las civilizaciones hidráulicas (1985), Relaciones ancestrales de Preamérica con Egipto. Los fundadores de Egipto eran preamericanos y el runa simi en Egipto. Los faraones Tut-Ankh-Amon y Akhenaton eran de origen qheswa. Análisis de la fonética de los nombres egipcios (1994), Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad (2004), Historia de las Bibliotecas Preamericanas (2009), El origen preamericano de la informática. Sistemas de cómputo preamericanos (2012), El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica (2013) y Descubrimiento del origen de los mayas. La patria ancestral de los mayas está en el Reino de los Kitus (2016).

En tanto, algunos de sus más elocuentes artículos son Un estudio sobre la Espiral Logarítmica. El orden del Universo y el concepto del Tiempo en el asombroso mundo de los mayas (1972), ¿Conocían la hibernación en Preamérica? (1982) y ¿Era el alargamiento del cráneo una antigua técnica para provocar la evolución cerebral? La transformación del cráneo, ¿rito o ciencia? (1985). Estas investigaciones son respaldadas de modo certero con cuadros cronológicos presentados en sus conferencias como es el caso de Migraciones preamericanas, 12.000 a. C. (2011) y Cronología ancestral preamericana (2012).

Estas investigaciones evocan la legendaria historia de la estirpe divina de origen astral y su magnífica civilización continental. Son resonancias de la Ante-Historia, las huellas de los Dioses Blancos de nuestra América.

* * *

Hoy hemos sabido de la partida de nuestra apreciada amiga Ruth Rodríguez Sotomayor, la infatigable investigadora y valiente y prolífera escritora, quien nos entregó las claves para vislumbrar el conocimiento fundamental de la historia de América y de Eurasia.

Recordamos y atesoramos todas las reuniones en Madrid y luego los numerosos mensajes durante los años posteriores y por cierto, muy especialmente, nuestra última conversación en su hogar, en Canencia de la Sierra, en Octubre de 2024.

“… Toda la sabiduría surge en los Andes y desde allí se irradia a toda Preamérica, y desde los Andes, además a las cuatro regiones del planeta” (Ruth Rodríguez Sotomayor).

Rafael Videla Eissmann
28 de Mayo de 2025


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jueves, 22 de mayo de 2025

Sobre la representación de un “híbrido” en México prehispánico y África


La misma figura de un híbrido en México prehispánico y en África
–superando 12.000 km de distancia–.


Una rarísima figura labrada en arcilla y que alcanza una altura de 39 cm perteneciente a la tradición prehispánica de Colima, en el occidente de México, representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –la imagen central–.

Una figura –imagen a la izquierda– presenta las mismas características –perteneciente a la colección del Museo de Bellas Artes de Houston–.

¿A quién se ha representado? ¿A un guerrero y su animal simbólico-totémico como argumentarían los expositores de la historiografía y antropología ortodoxa? ¿Se reduce a una mera representación alegórica? ¿O se trata más bien de la figuración de un ser híbrido real sobre el cual refieren las antiguas tradiciones míticas de la América Aborigen y por cierto, de aquellas del mundo antiguo y precristiano prácticamente a escala global? Los escasos códices que no fueron alcanzados por el fuego de la “Extirpación de las Idolatrías” refieren, precisamente, a los híbridos. Lo mismo acontece con las tradiciones asirias y egipcias –dadas a conocer por el sabio Gaston Maspero a fnales del siglo XIX–, o bien en las sagas sobre los “espíritus” nommos de los dogones de Mali inicialmente consignados en Occidente por los antropólogos Marcel Griaule y Germaine Dieterlen en 1931.

Mas, ¿cómo explicar la misma representación en una escultura tribal –alrededor de 60 cm de alto y tallada en madera– del centro de África? Y cuando escribimos “la misma representación”, significa precisamente, ello: Una figura que representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –imagen a la derecha–.

¿Sólo una simple casualidad?

Intuimos una historia lejanísima cuyos testigos –aquí y allá– preservaron a través de los mitos ancestrales y de la iconografía sagrada, los actores y acontecimientos precisamente que conformaron la verdadera «historia» –el Mythos Légein–, perpetuando su conocimiento.

Rafael Videla Eissmann
22 de Mayo de 2025


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lunes, 19 de mayo de 2025

Las Cuatro Edades de la tradición precolombina a la luz de la Cosmogonía Glacial


 
Tanto el kultrún de los araucanos como la Piedra de los Soles de los mesoamericanos,
presentan registros gráficos sobre la sucesión de las cuatro edades.


En 2005, en el contexto de una conversación sobre la tradiciones sagradas de los antiguos “hombres de la tierra” del Chili Mapu, al consultar a la maestra Quinturay Raypán sobre el nombre y significado de las “swastikas” estampadas en su kultrún o “tambor ceremonial” de los shamanes, ella me señaló que estos corresponden a los “soles” o “edades”: Esta es la sexta Luna y el Sol, el cuarto, porque cuatro soles se han visto, cuatro soles aparecen en los kultrunes. Todo ha sido destruido con grandes cataclismos donde se daba vuelta la tierra y hasta el Sol se pierde (Conversación personal sostenida con el autor en la ciudad de Santiago de Chile, el día 1º de Marzo de 2005).

Cuatro “soles” o “edades” más el círculo central de la tetrapartición del kultrún que corresponde al “Sol” actual –la edad presente–.

Esta concepción estampada en el kultrún es análoga a aquella de la “Piedra de los Soles” de Mesoamérica: Los cuadrángulos corresponden a los “soles” o edades anteriores, ya destruidos: Nahui Ehecatl, Nahui Ocelotl, Nahui Atl y Nahui Quihitl, siendo el disco central el rostro de Tonatiuh como Nahui Ollin –esto es, “Movimiento”– o Quinto Sol.

Esencialmente, la misma cronología del “tiempo mítico” es resguardada en la tradición registrada en el Códice Vaticano Latino 3738: Primer Sol, Matlactli Atl; Segundo Sol, Ehecoatl; Tercer Sol, Tlequiyahuillo y el Cuarto Sol, Tzontlilic.

Una concepción acerca de las cuatro edades pretéritas fueron asimismo conocidas por los amautas de la tradición andina del Tahuantinsuyu o “Imperio de las Cuatro Esquinas” de acuerdo a lo consignado por el cronista Martín de Murúa en su notabilísima Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú (1613): Relataban [los amautas] unos quentos y fabulosas notables, que de la creación del mundo hasta este tiempo hauían pasado cuatro soles sin este que al presente nos alumbra, el primero se perdió por agua, el segundo cayendo el cielo sobre la tierra y que entonces mató a los gigantes que había y que los huesos que los españoles an hallado en bando en diferentes partes son dellos…

El terzer Sol dize que faltó por fuego.

El cuarto que por ayre: Deste quinto Sol tenían gran cuenta y lo tenían pintado y señalado en el templo de Curicancha y puesto en sus quipos hasta el año de 1554.

Todas estas tradiciones mítico-hieráticas son el registro de eventos pretéritos comunicados de generación en generación por las castas iniciáticas que preservaron el conocimiento de estos magnos eventos cósmico-planetarios. Significativamente, estas tradiciones resuenan en los conocimientos trazados por la Cosmogonía Glacial de Hörbiger. Una nueva historia del desarrollo del universo y el sistema solar (“Glazial Kosmogonie. Eine neue Entwicklungsgeschichte des Weltalls und des Sonnensystems” de 1913) de Hanns Horbiger y Philipp Fauth. A este respecto, la asimilación de «lunas» o satélites por parte de la Tierra ha acontecido por lo menos cuatro veces y que en términos planetarios corresponden a los grandes períodos geológicos. Por este motivo, en su obra Introducción a la Doctrina del Hielo Mundial (“Einführung in die Welteislehre” de 1924), Max Valier ha puntualizado que de un golpe se resuelven los problemas de las tradiciones sobre las grandes inundaciones (el Diluvio Universal), así como las contradicciones que se derivan de la Biblia y de la historia de los incas. En un momento podemos asegurar que el llamado Diluvio o Inundación Universal fue el efecto de la disolución de nuestra Luna anterior y que se presentará otra vez con la disolución de la actual Luna. Así también podemos asegurar que la Tierra ha sufrido, cuando menos, cinco o seis disoluciones de lunas. Pero Hörbiger va más adelante: Nos expone que las épocas geológicas que denominamos períodos Primario, Secundario, Terciario, no son otra cosa que las distintas épocas de disolución de una Luna (Valier, M. Los Enigmas del Reino Solar. Solucionados según la teoría de la Cosmogonía Glacial sostenida por el ingeniero Hans Hörbiger. Página 42).

La tradición ancestral sobre la sucesión cíclica de “soles” o edades impulsó las extensas migraciones –Völkerwanderungen– de antiguos grupos culturales tras la búsqueda de “nuevas tierras” con condiciones favorables para su adaptación y desarrollo, tal como argumentó el explorador y arqueólogo Edmund Kiss.

Rafael Videla Eissmann
18 de Mayo de 2025


Bibliografía

De Murúa, (Fray) Martín
Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú (1611-13). Volumen II. Biblioteca Missionalia Hispanica. Instituto Santo Toribio de Magrorejo. Madrid, 1946.

Hörbiger, Hanns & Fauth, Phillip
Hörbigers Glazial Kosmogonie. Eine neue Entwicklungsgeschichte des Weltalls und des Sonnensystems. R. Voigtländer’s Verlag. Leipzig, 1913.

Valier, Max 
Los Enigmas del Reino Solar. Solucionados según la teoría de la Cosmogonía Glacial sostenida por el ingeniero Hans Hörbiger. Traducción al castellano por Khün de la Escosura. Editora Internacional. Druck Denter & Nicolai. Berlín-Madrid-Buenos Aires, 1924.

Videla Eissmann, Rafael
El Gran Diluvio. Mitos americanos sobre la última catástrofe planetaria. Editorial JG. Quito, 2011.


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viernes, 28 de marzo de 2025

El conocimiento ancestral de la Deidad de Yephun-Oiehuen


Dos representaciones prehispánicas con el mismo motivo: Figuras
antropomorfas en cuyos troncos se ubica el símbolo de Venus.

En el enlace anterior –Sobre un símbolo fundamental de la Deidad de Dos Caras de Yephun-Oiehuen–, hemos presentado las claves cognoscitivas de una magnífica representación textil descubierta en el norte de Chile (https://losvikingosenamerica.blogspot.com/2025/03/sobre-un-simbolo-fundamental-de-la.html).

Ahora bien, tal como se ha indicado, en el tronco del Dios-Diosa se encuentra el emblema fundamental de Yephun-Oiehuen –la Estrella de la Mañana y la Estrella de la Tarde–, Venus.

La ubicación de este símbolo es la misma que se observa en un pectoral prehispánico descubierto cerca de Illapel, Región de Coquimbo, en el norte de Chile, por cuanto también presenta en la parte central de su cuerpo el venerado emblema astral. Sobre esta singular pieza, Miguel Serrano escribió: Figura única por su simbolismo. Tal vez tallada por los inkas blancos, los frisones o los hiperbóreos de Sudamérica, con anterioridad a la llegada y destrucción planificada de los judeo-cristianos. Una reliquia de los Dioses Blancos, con el símbolo de la Estrella de la Mañana, Oiyehue, la runa Venéris (Serrano, M. Memorias de Él y Yo. Volumen IV. Página 250). (Véase al respecto, Una reliquia de los Dioses Blancos: https://losvikingosenamerica.blogspot.com/2024/08/una-reliquia-de-los-dioses-blancos.html).

Ambas representaciones deben comprenderse como evocaciones del conocimiento ancestral de la Deidad de Yephun-Oiehuen del cual surge el antiquísimo culto a la Luz Más Bella como explicó el arqueólogo Edmund Kiss sobre el astro de Venus.

Rafael Videla Eissmann
28 de Marzo de 2025


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martes, 25 de marzo de 2025

Sobre un símbolo fundamental de la Deidad de Dos Caras de Yephun-Oiehuen


El bellísimo textil prehispánico de Arica, en el norte de Chile,
con el simbolismo de la Deidad de Dos Caras de Venus.


Esta extraordinaria representación textil corresponde a una figuración simbólica de la poderosa Deidad de Dos Caras, del Dios-Diosa (“EL-ELLA”) de Wüñülfe –esto es, el “Portador del Amanecer”–.

En términos arqueológicos, el textil corresponde al denominado Período Desarrollo Regional en la costa o Cultura Arica –y sus dos fases conocidas como San Miguel y Gentilar (Ca. 1100-1470 d. C.)– del norte de Chile. Sin embargo, el origen de su simbolismo y sus claves se remontan al sur del país: Pertenece a la tradición de los lituches o “los hombres primitivos o del principio” y del conocimiento ancestral sobre el origen del mapuche u “hombre de la tierra” de Chile.

La figura antropomorfa ha sido trazada en un tono rojizo/ocre oscuro sobre un fondo de color pastel/beige.

La figura posee dos rostros –uno emplazado sobre el otro– que se complementan con dos rostros más –invisibles–. Se trata en realidad de Fucha-Huentru-Nguenechén –literalmente, “Viejo-Hombre-Dios”– y de Kushe-Domo-Nguenechén –la “Vieja-Mujer-Dios”–. Sus contrapartes invisibles son Hueche-Huentru-Nguenechén –el “Joven-Hombre-Dios”– y Ülcha-Domo-Nguenechén –la “Joven-Mujer-Dios”–.

El rostro de la parte inferior esboza una boca y aquel de la parte superior, en tanto, una suerte de nariz.

Sobre los rostros se eleva un “árbol” con siete ramas que se proyecta, verticalmente, hacia arriba. Desde el tronco surgen en cada costado tres ramas de forma tangencial y paralela.

En el tronco es posible observar dos runas –Odal y una variación doble de la misma–.

El “árbol” ciertamente corresponde a una analogía de la Columna Vertebral y por lo tanto, del Árbol del Mundo o Axis mundi.

Es el Irminsul (Yggrassil)/Rewe.

La figura antropomorfa está sentada en posición de “meditación yóguica” con los brazos extendidos y las piernas dobladas. Llamativamente las manos tienen cuatro dedos y los pies, en tanto, tres.

En el tronco del Dios-Diosa, en un espacio octogonal, se halla el símbolo fundamental de Yephun-Oiehuen, el astro doble de Venus, la Estrella de Ocho Puntas y en cuyo centro se encuentra un rectángulo que corresponde al Meli Witran Mapu o la “tierra de los cuatro lugares” y en ambos costados de éste, dos líneas onduladas en posición vertical semejantes a serpientes –¿ThrengThreng y KaiKai, las Fuerzas-Serpientes de los ciclos diluviales?– y cuatro pequeños discos en la zona ecuatorial de la estrella.

Arriba y debajo del emblema astral, nuevamente aparecen dos variaciones de la runa Odal y en torno a todo este conjunto, diez signos lenticulares –¿planetas, estrellas?–.

En la parte inferior se observa una especie de “cola” con dos volutas.

En torno al Dios-Diosa se encuentran ocho figuras antropomorfas de menor tamaño pero similar en su estilo y forma. ¿Se trata de los antupainko, los hijos-descendientes de la Deidad de Venus?

De modo certero, esta extraordinaria representación textil posee las claves cosmogónicas y antropogónicas de la Deidad de Dos Caras de Yephun-Oiehuen y de los hombres-dioses “descendidos” del firmamento de la tradición sagrada del Chili Mapu.

Rafael Videla Eissmann
24 de Marzo de 2025


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domingo, 9 de marzo de 2025

Erich von Däniken y Tatunca Nara: La tradición sagrada de los dioses


 
Bep Koroti. El “dios” descendido de las estrellas de la tradición de los kayapó
del Amazonas (Fotografía de Erich von Däniken).


Interlaken, Suiza. 9 de Octubre de 2024.

Me encuentro junto a mi amigo Diego Antolini. Nos reunimos con Erich von Däniken, el genial promulgador de la historiografía PaleoSETI. La conversación es trascendental, abordando los campos más fundamentales del conocimiento: El misterioso origen del hombre; la tradición ancestral y prácticamente planetaria sobre los dioses descendidos del firmamento; los extraordinarios monumentos de la antigüedad –el Templo de Setos en Abidos y la Gran Pirámide de Giza en Egipto, Tikal en Guatemala, el eje Tiahuanaco-Puma Punku en Bolivia y las ciudades subterráneas de la actual Turquía–; fuentes como Los Vedas, el Libro de Enoch e incluso determinados pasajes de la Biblia y campos cognoscitivos como la ‘aparición’ del hombre –el “Jardín del Edén”–, los espacios sagrados de la antigüedad donde se irguieron los templos, las grandes catástrofes cíclicas –abordando a autores como Platón y Hanns Hörbiger– y por cierto las concepciones de la ‘creación’ y la ‘evolución’.

Uno de los aspectos fundamentales de nuestra conversación se centra por cierto en los “dioses”. Y Erich revela algo fundamental sobre la tradición ancestral perpetuada de generación en generación: En cada cultura y en cada religión ellos [los dioses] prometieron en el pasado regresar (…). Y ellos han regresado. Ellos están aquí (…).

De modo significativo, el día después de nuestra fundamental reunión con Erich von Däniken, es decir, el 10 de Octubre, el legendario cacique de los ugha mongulala, Tatunca Nara, en asimismo una conversación trascendental, me señala prácticamente en los mismos términos:

La nueva civilización se originará en América del Sur (…).

Los dioses están aquí. Están en la Antártida, en los Andes y en el Himalaya. Son inmortales. Fueron conocidos por la civilización más antigua (…).

¿Es posible? Resulta un hecho extraordinario la exposición de una misma idea por dos figuras excepcionales que han abordado la HISTORIA PROHIBIDA de la humanidad –hoy sin contacto alguno y a miles de kilómetros de distancia–: Ambos han expresado sin intermediación –en menos de 24 horas– que los antiguos dioses –los extraterrestres– están aquí, impulsando tal como en la antigüedad, un nuevo ciclo.

Resuenan en estas comunicaciones –como en la antigüedad del mundo prediluvial– el anuncio de la aparición –el “retorno”– de los dioses y de la Nueva Edad –el Nuevo Sol–.

Rafael Videla Eissmann
8 de Marzo de 2025


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viernes, 3 de enero de 2025

“Los llamados dioses, los katchinas, los ayudaron con sus barcos y así llegaron a Chile y desde Chile subieron por el continente sudamericano, llegando finalmente a México y a los Estados Unidos”


Sika Hototo katchina Tihu, Miyaksoli katchina Tihu y Kakashka katchina Tihu (Fotografía
de Charles C. Pierce, ca. 1900 / California Historical Society Collection).


En Hówen-kachinas: Ecos del sustrato selk’nam-hopi (www.losvikingosenamerica.blogspot.com/2020/08/howen-kachinas-ecos-del-sustrato.html), se ha abordado la tradición mítica aborigen consignada en los estudios arqueológicos del profesor Roberto Rengifo publicados en Noticias y comentarios arqueológicos (1919) y Estractos de Actas de la Sociedad Científica (1920) de El Secreto de la América Aborigen, sentando la migración de sur a norte a escala continental de un sustrato civilizador: Los primitivos chili-viracochas.

Por cierto, el arqueólogo y especialista en el mundo tiahuanacota Arthur Posnansky sentó una concepción similar en Conexiones prehistóricas México-centroamericanas con la antigua metrópolis de los Andes (1932).

Más significativo aún, el notable escritor e investigador Erich von Däniken ha expresado (Nosotros, los hijos de los dioses, 2017) una tradición fundamental sobre la ignota historia del continente al señalar que en Arizona, en los Estados Unidos de América, viven los indios hopi. Hay un libro titulado The Book of the Hopis [“El Libro de los Hopis” de Frank Waters. The Viking Press, Inc. Nueva York, 1963] donde se afirma que sus antepasados provenían de un continente hundido que estaba en el océano Pacífico, y no en el Atlántico. Entonces, su vasto continente se hundió lentamente y es por eso que tuvieron que navegar en pequeños barcos y los llamados dioses, los katchinas, los ayudaron con sus barcos y así llegaron a Chile y desde Chile subieron por el continente sudamericano –Perú, Ecuador–, llegando finalmente a México y a los Estados Unidos donde se establecieron. Hoy viven en Arizona. Entonces sus mitos se refieren a un continente hundido en el océano Pacífico que fue su patria original.

Danza del katchina Shalako de los zuni (Ca. 1900).

Katchina zuni Calaka taka (“Hombre Maíz”) procedente de Walpi, Arizona,
Estados Unidos de América (Fotografía de Jesse Walter Fewkes, 1870).


Esta migración de sur a norte del sustrato civilizador austral se observa en un conjunto de campos arqueológicos y etnológicos pero especialmente en las notabilísimas representaciones de los dioses de Tierra del Fuego y de Arizona y New Mexico en Norteamérica, es decir, de los hówen y los kachinas, respectivamente –figuras antropomorfas coronadas por rayos/plumas que surgen desde sus cabezas–.

Como se ha indicado en Los poderosos dioses del polo antártico (www.losvikingosenamerica.blogspot.com/2024/12/los-poderosos-dioses-del-polo-antartico.html), la similitud entre los dioses de América del Sur y aquellos de Australia –los viracochas y los wanjina y gulingi, de forma respectiva– es decisiva. Y ésta se extiende a las figuraciones de los dioses-espíritus kachinas –los “Portadores de Vida”– de los grupos anasazi-pueblos –hopi, hopi-tewa y zuni–.

¿Cómo explicar las semejanzas entre los dioses en contextos geográficos, culturales y cronológicos tan apartados como el mundo andino, los territorios de New Mexico y Arizonas en de América del Norte y la región de Kimberley en Australia occidental?

La respuesta se encuentra en lo evidente: Hubo testigos de los dioses cuyas culturas perpetuaron su memoria por medio de los ritos y del arte tradicional.

Rafael Videla Eissmann
2 de Enero de 2025


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