P. H. Fawcett.
Hace cien años desapareció en la selva amazónica de Brasil el gran explorador Percival Harrison Fawcett (1867-¿1925?) –miembro de la Royal Geographical Society (1901) del Reino Unido y Oficial de Artillería como Cadete en la Royal Military Academy de Woolwich alcanzando el grado de Teniente en 1886; fue Ayudante del Primer Cuerpo de Voluntarios de Artillería de Cornualles –Duke of Cornwall– y ascendido a Capitán en 1897. En su vida militar sirvió en Hong Kong, Malta y en Ceilán –Sri Lanka–.
P. H. Fawcett buscaba llegar –junto con su hijo mayor Jack y Raleigh Rimell– a la Ciudad Perdida de Z o de Raposo, como él la denominaba, y que se fundamentada en el Manuscrito 512 de diez páginas titulado originalmente Relação histórica de uma occulta e grande povoação antiguissima sem moradores, que se descobriu no anno de 1753, perteneciente al período Colonial de Brasil –mediados del siglo XVIII– y conservado en el archivo de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
El último mensaje de la expedición liderada por P. H. Fawcett fue fechada el 29 de Mayo de 1925 en Dead Horse Camp, en la que informaba a su esposa que cruzaban el Alto Xingú, en Mato Grosso.
A partir de las siete expediciones que Fawcett desarrolló entre 1906 y 1924, pudo constatar los vestigios de una antigua civilización que se remontaba al corazón del Amazonas. Por ello, sus expediciones se orientaban a las regiones vírgenes aún desconocidas, puesto que todas las tribus indias superiores guardaban la tradición de una gran civilización pasada, hacia el este, de una raza que puede haber engendrado a los incas, y aún al pueblo misterioso que dejó esas gigantescas ruinas –como Tiahuanaco, Ollantaytambo y Sacsaihuamán– que los incas invasores encontraron y adoptaron como propias (Fawcett, P. H. Exploración Fawcett. Página 266 ~ Los destacados son nuestros).
Significativamente, el propio Fawcett señaló que crónicas existentes, que datan del tiempo de la Conquista, se refieren a la apariencia de estos pueblos. Físicamente eran de una raza hermosa, difiriendo poco de los mexicanos, muyscas y peruanos. Todos preservaban la tradición de ser descendientes de una raza blanca. Los molopaques, descubiertos en Minas Gerais en el siglo XVII, eran de tez clara y barbudos, de maneras elegantes y refinadas. Se dice que sus mujeres eran rubias como las inglesas, de cabello dorado, platinado o castaño. En la crónica se dice que tenían rasgos delicados de gran belleza, pies, manos pequeñas y cabello hermoso y suave. Y esto ocurría después de una inevitable mezcla de sangre con los tupis de piel obscura (Fawcett, P. H. Exploración Fawcett. Páginas 374 y 375).
En esta línea, en la obra Exploración Fawcett (1953), adaptada de los manuscritos, cartas y memorias de Percy Harrison Fawcett por su hijo Brain se constata la existencia en el Amazonas de los indios blancos, el cual según las propias tradiciones prehispánicas consignadas por Fawcett, fue el grupo dominante y civilizador (Página 382).
Ahora bien, como explicó Fawcett, los indios blancos se encontraban incluso más allá de la región amazónica pues los toltecas eran de rasgos finos, de color cobrizo claro, de ojos azules, probablemente de cabello color castaño rojizo (véase la obra de [John Thomas] Short, “North Americans of Antiquity” [ca. 1879]), y acostumbran usar blancas túnicas sueltas o trajes de color de fina textura. Aun hoy se puede ver el brillo de alheña en el pelo negro de las tribus cobrizas de Sudamérica, pese a la mezcla de sangre. Entre los maxubis he visto miembros de esta tribu con ojos azules y pelo castaño rojizo, aunque no han tenido contacto con ningún pueblo moderno de cabello claro y ni siquiera con españoles o portugueses de pelo oscuro (Página 369).
La preservación del recuerdo de ser descendientes de una raza blanca –el remoto sustrato cultural americano– es una evocación de los legendarios viracochas o Dioses Blancos.
Esta civilización de una raza blanca precolombina en el Amazonas corresponde a los hijos de los dioses y geográficamente, vinculada al eje Akakor-Akahim del cual ha dado cuenta Tatunca Nara, el último líder de los ugha mongulala. Cabe destacar que de acuerdo a Tatunca Nara las expediciones del coronel Fawcett fueron en realidad desarrolladas en la región de Serra do Aracá en el Estado de Amazonas pues las tradiciones orales comunicadas por los incas a los conquistadores hablaban de una zona hacia el nororiente y, en consecuencia, la Ciudad Perdida de Z sería Akakor, la ciudad sagrada de los poderosos hombres-dioses de la tradición aborigen.
En relación con P. H. Fawcett, Tatunca ha expresado (Julio-Agosto de 2018): El coronel Fawcett fue uno de los buscadores de El Dorado pero según mis conocimientos se vio enfrentado a una serie de guerras entre tribus indígenas y habría muerto en una de estas luchas.
Tatunca ha complementado esta referencia al haber conocido del hallazgo efectuado por cablocos –mestizos de europeos con indígenas– de parte del equipamiento de la expedición de Fawcett.
Mas, ¿cuál fue el verdadero destino del extraordinario P. H. Fawcett? Es incierto.
Resulta fundamental comprender que las observaciones de P. H. Fawcett desafiaron la visión ortodoxa de la historiografía pues constata la presencia de un grupo blanco aborigen –por cierto, anterior a las poblaciones indígenas– y que sentó las bases de la civilización americana primigenia –la «Cultura-Raíz»–y de remotas relaciones transocéanicas, basándose en estudios arqueológicos y etnohistóricos y en fuentes –como el Manuscrito 12–, proyectando así una visión alternativa a la fragilísima “historia oficial”.
Esta remota civilización primigenia –de la cual dieron cuenta estudiosos como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Roberto Rengifo y Edmund Kiss– se vio asolada por la última gran catástrofe planetaria que tuvo lugar ±12.900 años ha y que devino ulteriormente en el mito del Gran Diluvio o la Gran Agua.
Rafael Videla Eissmann
17 Noviembre de 2025
Bibliografía
Fawcett, Percy Harrison
Exploration Fawcett. Hutchinson. London, 1953.
_ Exploración Fawcett. Adaptada de sus manuscritos, cartas y memorias por Brain Fawcett (1953). Segunda edición. Editorial Zig-Zag. Santiago de Chile, 1955.
Videla Eissmann, Rafael
La tradición sagrada de los ugha mongulala Tatunca Nara y el misterio amazónico. Ediciones Tierra Polar. Santiago de Chile, 2018.
* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos.
Se prohíbe su reproducción).
