En Hówen-kachinas: Ecos del sustrato selk’nam-hopi (www.losvikingosenamerica.blogspot.com/2020/08/howen-kachinas-ecos-del-sustrato.html), se ha abordado la tradición mítica aborigen consignada en los estudios arqueológicos del profesor Roberto Rengifo publicados en Noticias y comentarios arqueológicos (1919) y Estractos de Actas de la Sociedad Científica (1920) de El Secreto de la América Aborigen, sentando la migración de sur a norte a escala continental de un sustrato civilizador: Los primitivos chili-viracochas.
Por cierto, el arqueólogo y especialista en el mundo tiahuanacota Arthur Posnansky sentó una concepción similar en Conexiones prehistóricas México-centroamericanas con la antigua metrópolis de los Andes (1932).
Más significativo aún, el notable escritor e investigador Erich von Däniken ha expresado (Nosotros, los hijos de los dioses, 2017) una tradición fundamental sobre la ignota historia del continente al señalar que en Arizona, en los Estados Unidos de América, viven los indios hopi. Hay un libro titulado The Book of the Hopis [“El Libro de los Hopis” de Frank Waters. The Viking Press, Inc. Nueva York, 1963] donde se afirma que sus antepasados provenían de un continente hundido que estaba en el océano Pacífico, y no en el Atlántico. Entonces, su vasto continente se hundió lentamente y es por eso que tuvieron que navegar en pequeños barcos y los llamados dioses, los katchinas, los ayudaron con sus barcos y así llegaron a Chile y desde Chile subieron por el continente sudamericano –Perú, Ecuador–, llegando finalmente a México y a los Estados Unidos donde se establecieron. Hoy viven en Arizona. Entonces sus mitos se refieren a un continente hundido en el océano Pacífico que fue su patria original.
Esta migración de sur a norte del sustrato civilizador austral se observa en un conjunto de campos arqueológicos y etnológicos pero especialmente en las notabilísimas representaciones de los dioses de Tierra del Fuego y de Arizona y New Mexico en Norteamérica, es decir, de los hówen y los kachinas, respectivamente –figuras antropomorfas coronadas por rayos/plumas que surgen desde sus cabezas–.
Como se ha indicado en Los poderosos dioses del polo antártico (www.losvikingosenamerica.blogspot.com/2024/12/los-poderosos-dioses-del-polo-antartico.html), la similitud entre los dioses de América del Sur y aquellos de Australia –los viracochas y los wanjina y gulingi, de forma respectiva– es decisiva. Y ésta se extiende a las figuraciones de los dioses-espíritus kachinas –los “Portadores de Vida”– de los grupos anasazi-pueblos –hopi, hopi-tewa y zuni–.
¿Cómo explicar las semejanzas entre los dioses en contextos geográficos, culturales y cronológicos tan apartados como el mundo andino, los territorios de New Mexico y Arizonas en de América del Norte y la región de Kimberley en Australia occidental?
La respuesta se encuentra en lo evidente: Hubo testigos de los dioses cuyas culturas perpetuaron su memoria por medio de los ritos y del arte tradicional.