viernes, 24 de diciembre de 2021

Los viracochas, dioses del fuego


Representación petroglífica de un viracocha en las cercanías de Monte Patria, en la Región de Coquimbo, en Chile (Fotografías de Rafael Videla Eissmann, 2016).

Extracto del Capítulo IV. Los viracochas, sus símbolos de la obra Los chiles (1921) de Roberto Rengifo, donde dilucida aspectos culturales y etimológicos en torno al origen cultural de los viracochas, los “semidioses” civilizadores surgidos del Chili Mapu.

Los viracochas, sus símbolos

Los viracochas o “huaracochas” fueron los que descubrieron y mantuvieron la fundición del cobre en la huara de Chalinga; debieron tomar una gran supremacía sobre todos los demás aborígenes y parecerían magos, disponiendo del fuego endurecido o cobre rojo, teniendo además de esta ventaja moral, la material de emplearlo como arma, escudo y casco.

El nombre que tomaron los primeros metalurgistas proviene de las huaras, como aún hoy se llaman las fundiciones aborígenes en el norte y en el desierto de Atacama: Como fundidores se llamaron huaracochas y como mineros tratán, que es onomatopéyico del laboreo o martilleo, de donde salieron los tacanes, titanes y atacamas, y tacana o Tacna, etc.

Huara no significa “fuego”, pero significa “viento”, y este era el indispensable para un vivo tiraje, empleando leña o carbón de espino capaz de fundir el mineral: Por esto llamaron huaras a las chimeneas naturales de fundición, lo mismo que se llaman fraguas a los fuelles colocados en las herrerías.

La palabra cocha significa “recipiente redondo”, o “mar”, o “lago”, o “poza”, de co = agua y de cha = “yacer”, “estar”, “echarse”; tal vez con la acepción de plano a nivel, o terreno plano, tendido, etc.: Las palabras, chaco, concha, charco y cocha representan la misma idea de depósito redondo. Los restos de viviendas junto a las minas y a la huara, tienen la forma de conchas o covachas y están labradas en el mismo cerro; por consiguiente estos fundidores primitivos se denominaron, “hombres de las cochas de la huara” = huara-cocha-ché, y después huaracocha solamente, y después huairacocha en aimará o palla, y por fin viracocha en quichua.

En cuanto al papel mitológico que poco a poco se les atribuyó por los pueblos que civilizaron o sometieron, se comprende perfectamente, dada la superioridad de su industria: La terminación cocha ya no significó la modesta vivienda del minero, sino que se interpretó que era todo el mar; especialmente por los que vivían al oriente de los Andes; el occidente era el lado del mar, el otro lado misterioso de las nieves, de donde venían estos forjadores del metal rojo. La huara ya no fue por consiguiente la simple chimenea, sino el viento que los había traído, y después el fuego del horizonte, los arreboles que se encendían diariamente en el poniente, y el mismo Sol enrojecido para descender a su cocha hacia el lado donde existía aún la primera huara. Por esto los primeros incas se decían llegados del poniente, y porque eran descendientes de los chalingas o chili-ingas se llamaron ingas.

Estos primeros cambios en el significado de las palabras, tendiendo cada vez más a la grandiosidad y a la personificación, como pasa en todas las creencias, agigantadas por el tiempo y humanizando lo misterioso, convirtieron a los fundidores en semidioses. Ellos aceptaron y tomaron como símbolo una huara que se precipita en el mar (cocha), y posiblemente se hicieron enterrar en forma semejante, de bruces, con la cabeza hacia el occidente, más baja que el cuerpo, y descansando en una cocha o plato con símbolos solares y del fuego. Los demás, simples mortales, deberían tener la cabeza al oriente, más alta que el cuerpo y boca arriba, como se vio en el cementerio de El Zapallar [en Chalinga, Región de Coquimbo, en el norte de Chile] (Videla Eissmann, R. Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Página 89).

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Apropiadamente, el profesor Rengifo escribió en Noticias y comentarios arqueológicos (1919) que en general esta sería la raza de los antis, los arianos americanos y, localmente, los chilingas o chiles, de los cuales salieron los ingas o incas; porque la tradición, según Posnansky, establece que el nombre de los civilizadores llegados al Titicaca, era más largo, y que terminaba en inga, y que mama Oclio (no es Oello el verdadero nombre) sólo recordó el inga, y luego se transformó en inca (Videla Eissmann, R. Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Página 33).

Rafael Videla Eissmann
23 de Diciembre de 2021


Bibliografía

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Videla Eissmann, Rafael
Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Editorial Puerto de Palos. Santiago de Chile, 2007.


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