De manera decisiva, la tradición sagrada de los ugha mongulala comunicada por Tatunca Nara en el marco de nuestra expedición al Amazonas en el año 2018 y su remota relación con el sustrato primigenio de Chile –que hemos esbozado parcialmente en Una remota relación entre los selk’nam y los ugha mongulala (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2020/12/una-remota-relacion-entre-los-selknam-y.html) se corrobora con una significativa información consignada por el sacerdote capuchino y naturalista de origen francés Joseph Claude –pseudónimo de Hippolyte Janvier– (1892-1986), prolífero investigador de botánica, entomología y etnología –firmando como “H. Claude Joseph”, correspondiendo la H por “Hermano” o bien, como “R. H. Claude Joseph” por “Reverendo Hermano” Claude Joseph–.
Así, abordando el estudio de una variante de los trarilonkos o “cintillos” ceremoniales empleados en las cabezas, Joseph ha escrito:
La parte central elipsoidal lleva inscrita otra elipse menor, de buen efecto decorativo; de las extremidades cuelgan personajes llamados «pun-pun», hombres barbudos de medio cuerpo en lugar de los discos acostumbrados. Estos tipos antropomorfos parecidos a soldados colgados de la cabeza carecen de piernas; su cara ovalada conserva rudimentos de los órganos principales: Ojos, nariz y boca; los brazos separados del tronco y dirigidos hacia abajo terminan casi siempre por seis dedos. Esta variedad de trarilonco, apreciada por los mapuches y coleccionistas, parece ser escasa hoy día (H. Claude Joseph, La platería araucana. En: Anales de la Universidad de Chile. Año 6. Serie 2. Enero de 1928. Página 132 [Y publicada como Separata por Establecimientos Gráficos «Balcells & Co». Santiago de Chile, 1928]).
Como hemos destacado, la importancia del registro de Claude Joseph radica en la constatación de figuras antropomorfas con dos características fundamentales para la comprensión de la historia primigenia de América: Representaciones de hombres barbudos –factor racial usualmente ausente en las poblaciones protomongoloides y mongoloides, es decir, los indígenas– y más aún, la característica fisiológica de seis dedos pues ella es de acuerdo a Tatunca Nara una señal distintiva y propia de los dioses y sus descendientes.
Tatunca ha expresado a este respecto:
– “No son dioses sino ‘hombres’ que han llegado desde las estrellas. Son altos, blancos. Igual a nosotros. La única diferencia es que tienen seis dedos en las manos y los pies”.
“Son poderosos. Tienen poderes mentales”.
Se vislumbra, en definitiva, un antiquísimo sustrato civilizador emanado de las profundidades de las montañas sagradas de los Andes y que fue preservado por focos culturales como los ugha mongulala y los araucanos.
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