La proyección del antiquísimo emblema ancestral de los ugha mongulala –el Sol sobre las aguas del cual se proyectan trece rayos– se constata en el símbolo de Inti (Sol) que se resguardaba en el Coricancha en Cuzco, la capital del Tahuantinsuyu, es decir, el “Imperio de las Cuatro Regiones”, como se observa en un tardío grabado aparecido en el libro Voyage à travers l’Amérique du Sud (1869) de Paul Marcoy (Pseudónimo de Laurent Saint Cricq).
La similitud es decisiva y refuerza la tradición comunicada por Tatunca Nara.
Los símbolos andinos precolombinos y preindígenas procedieron de remotos núcleos culturales que han sido arrasados por las grandes catástrofes cíclicas.
Los sobrevivientes han transmitido los conocimientos de la tradición sagrada.
El símbolo de Inti en el Coricancha e una evocación, igualmente, de la antigüedad observada por el arqueólogo alemán Edmund Kiss de la primordial civilización del Cuzco –y del altiplano andino en general, especialmente de Tiahuanaco–.
La figuración simbólica solar, también, posee resonancias con las representaciones de los hombres-Sol, los huarijochas o Dioses Blancos, los Hijos del Sol. La estirpe astral civilizadora americana.
Es el Mythos Áureo de la América Aborigen.
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