Kan Balam, en postura ritual.
Una singular ilustración de finales del siglo XVIII describe a Kan Balam, hijo de K’inich Janaab’ Pakal o Pakal “el Grande”, ahau o gobernante del Ajawlel o Señorío maya de B’aakal de Lakam Ha’, es decir, la actual zona de Palenque, ubicada en el norte del Estado de Chiapas en México.
La ilustración lo describe en una posición ritual con sus brazos en una forma determinada y sentado sobre una especie de trono resguardado por dos jaguares en ambos costados.
Además, Kan Balam porta un gorro frigio con riquísimas plumas.
El rey Antioco y Apolo-Mitra. Este último con el gorro frigio. Adviertáse
su similitud con el tocado de Kan Balam.
Representación escultórica de Shiva-Rudra de India. Siglo XIII.
Esta representación de Kan Balam guarda significativa similitud con las representaciones de dioses hinduistas, especialmente con aquellas de Vishnú, una de las tres manifestaciones de Brahma y entre cuyos AVATARAS se reconoce a Krishna en el Mahabharata y a Rama en el Ramayana.
¿Es esta semejanza una mera coincidencia o bien, se trata de una lejana huella de la Ante-Historia apenas vislumbrada por la historiografía oficial? ¿Qué asociación hubo entre ambas civilizaciones panteístas y solares del sustrato dolicocéfalo de América y Asia? ¿Cuál fue su destino?
La tumba de Kan Balam se hallaría en el Templo de la Cruz de la pirámide de Palenque, en la cual se reconocen diversas alegorías a Gucumatz, es decir, la Serpiente Emplumada de la tradición maya el que ulteriormente será conocido como Quetzalcóatl, el dios blanco y civilizador emanado de la estrella doble de Venus, la luz más bella.
Se observa, a través de estas similitudes, en consecuencia, un eco de la Ante-Historia y el rol fundamental de los Hijos del Sol.
Rafael Videla Eissmann
1º de Noviembre de 2017
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