El dios maya Chaac. Una abstracción del recuerdo del culto prediluvial
el mamut (Museo Nacional de Antropología de México).
Una silenciosa prueba de la existencia de grupos pre-Colvis, es decir, del sustrato más antiguo de América, se puede rastrear en las huellas del culto al mamut (Mammut americanum) en diversas manifestaciones en el norte del continente. Un mito (Myhtos) de los esquimales de las islas Herschel, frente al territorio de Yukón en Canadá, a pesar de la clara transculturación del registro, da cuenta de la extinción de los mamuts:
Noé invitó a todos los animales de ponerse a salvo a bordo de su arca, pero
los mamuts pensaron que no habría en realidad una gran inundación
y que sus piernas eran lo suficiente altas para el agua, así que se quedaron
fuera del arca y por esa razón, se extinguieron.
Los otros animales creyeron en Noé y se salvaron.
(James George Frazer, Folk-Lore in the Old Testament.
Páginas 328 y 329 [Traducción del autor]).
Por su parte, en Elephants and Maya Art (“Elefantes y arte maya”, 1924), W. Perceval Yetts escribió: Incluso hacia 1813 se presentaron interrogantes sobre la autoctonía de la cultura maya, y cerca de diez años atrás el famoso anatomista profesor G. Elliot Smith revivió algunos de los viejos argumentos y los fortificó con muchas especulaciones ingeniosas propias, con el objeto de probar que un motivo determinado utilizado en el diseño maya fue derivado del Viejo Mundo. El motivo aparece dos veces en un monolito tallado en Copán. El profesor Smith defiende la identificación de estas dos formas como cabezas de elefantes, y sobre todo, como cabezas de elefantes de la India.
Por su parte, el explorador y naturalista Alexander von Humboldt en Vues des Cordillères, et monumens des peuples indigènes de l’Amérique (“Vistas de las cordilleras, monumentos y pueblos indígenas de América”, 1810) ha expresado: Yo no habría considerado esta asombrosa escena grabada, si no fuera por la notable semejanza, y al parecer no accidental, del tocado del sacerdote al dios hindú Ganesha o dios con cabeza de elefante de la sabiduría. Al parecer es poco posible suponer que el hocico de un tapir podría haber sugerido el tronco en el tocado, lo que nos permite inferir que el pueblo de Atzlán había recibido alguna noticia de los elefantes de Asia, o que sus tradiciones se remontaban al elefante americano.
Izquierda: Tocado de “cabeza de elefante” en un bajorrelieve de Palenque, en México, en la lámina XIII de Recherches sur les Ruines de Palenque et sur les origines de la civilisation du Mexique (“Investigación sobre las ruinas de Palenque y los orígenes de la civilización en México”. A. Bertrand. Paris, 1866) de Frédéric de Waldeck, quien ha indicado que es evidentemente una representación de la cabeza de un proboscidio. Derecha: Tocado mexica con “cabeza de un elefante” en la lámina XV de Vues des Cordillères, et monumens des peuples indigènes de l’Amérique (“Vistas de las cordilleras, monumentos y pueblos indígenas de América”. F. Schoell. Paris, 1810) de Alexander von Humboldt. Ambos tocados son representaciones del mamut americano.
Arriba: “Trompa de elefante” en el pórtico del Gran Teocalli de Uxmal, en Yucatán, México. Nótese los tetraskeliones (swastikas y sauvastikas) de brazos curvos en la trompa. Abajo: “Trompa de elefante” en la Casa de los Monjes de Uxmal, en Yucatán, México. Ambas ilustraciones en la obra Incidents of Travel in Yucatan (“Incidentes de viaje en Yucatán”. Harper & Brothers. New York, 1843) de John Lloyd Stephens. Frédéric de Waldeck ha observado que estas representaciones efectivamente poseen trompas y en ambos lados ojos; una cavidad en forma de boca, lo que permite colegir su sorprendente similitud con un proboscidio. La clave de la antigüedad de este culto del mamut americano se descubre en el venerado símbolo solar del tetraskelión o swastika, la “cruz de nuestros ancestros”, en la figura del pórtico del Gran Teocalli de Uxmal en México.
Izquierda: Ehécatl, dios mesoamericano del Viento. Esta escultura guarda relación con las representaciones mayas de Chaac (The Metropolitan Museum of Art de Nueva York). Derecha: Ilustración del denominado “Elephant Mound” o Túmulo del Elefante de Grand County en Wisconsin, Estados Unidos. En realidad es un túmulo consagrado al mamut.
Estas manifestaciones del arte mesoamericano no corresponden a la representación de elefantes –de África o Asia– sino del mamut americano cuyo culto se remonta a la edad prediluvial, esto es, anterior a ±12.000, conformando una cierta asociación con el Dios-Elefante Ganeshji-Ganapati del hinduismo, la presencia del Símbolo Sagrado del Sol o tetraskelión.
En consecuencia, los vestigios de este remoto culto en Mesoamérica evidencian no sólo la existencia del antiquísimo sustrato americano aborigen (dolicocéfalo), conocedor y preservador del venerado símbolo del Sol, sino también su relación con la legendaria civilización solar y guerrera de India (Bhārat), hecho vislumbrado por el sabio Emeterio Villamil de Rada en La Lengua de Adán y el Hombre de Tiahuanaco (1876) bajo la premisa de la irradiación civilizadora emanada de los Andes.
Rafael Videla Eissmann
20 de Noviembre de 2017
Arriba: El Dios-Elefante Ganeshji (Ganapati, Gajanan). Abajo: Un elefante sagrado (Gajendra-Vinayak) con el símbolo del Sol, la swastika, en la oreja. Es el mismo símbolo de la representación mesoamericana del mamut en el pórtico del Gran Teocalli de Uxmal en Yucatán, México.
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