Reproducción a tamaño real del hówen-dios Kótaix-Halaháches del extremo austral
de Chile (Museo Nacional de Historia Natural de Chile).
Posiblemente, uno de los hówen o dioses más peculiares de la tradición patagónica-antártica selk’nam preservado en el rito iniciático Háin, es Kótaix-Halaháches.
Kótaix-Halaháches es un dios-espíritu del celeste, contraparte de Jálpen, la diosa del Inframundo –la Tierra Hueca–. Las mujeres lo llamaban Halaháches en tanto que los hombres lo denominaban Kótaix.
En la tradición mítica-iniciática, cuando Jálpen estallaba en ira, los hombres evocaban a Halaháches quien al aparecer hacía regresar de manera inmediata a Jálpen a las profundidades de la tierra. Sin embargo, Kótaix-Halaháches era de naturaleza cambiante, tornadizo, y por ello las mujeres preparaban bolas de nieve para arrojárselas en caso que quisiera dar muerte a los hombres.
Kótaix-Halaháches poseía dos cuernos largos –ya que un antepasado que desempeñaba este papel se transformó en un pez con cuernos– y generaba espanto. Sus movimientos eran rápidos y su mirada infundía gran temor. Siempre se sujetaba el mentón con la mano izquierda y el codo levantado, mientras sosteniendo un palo largo con la otra mano iba describiendo semicírculos con movimientos arrasadores, moviendo su cabeza de un lado hacia otro. Avanzaba con amplios saltos laterales separando las piernas, con el torso inclinado hacia adelante y las rodillas un tanto flexionadas; en sus saltos laterales se movía siempre impulsándose con el brazo derecho. Era ágil para poder esquivar las bolas de nieve que le arrojaban las mujeres.
Su cuerpo estaba pintado de color blanco con franjas rojas. Jamás soltaba su mentón como tampoco variaba su postura más bien gacha ni su mirada fija.
Kótaix-Halaháches y un cazador selk’nam
(Museo Nacional de Historia Natural de Chile).
Kótaix-Halaháches, a diferencia de Jálpen, abatía a los hombres a plena vista del público. Los retiraba de la choza Háin, arrastrándolos siempre por pares y matándolos al mismo tiempo por medio de golpes con su garrote en medio de los proyectiles de nieve y las exclamaciones de las mujeres. Tras haberles dado muerte, arrastraba a los cuerpos de vuelta al Háin donde éstos habían de aguardar que Olum –u Oleming, un pequeño ser pero de gran poder y muy pocas veces visto por el público, los regresaba a la vida. Su poder era enorme, haciendo desaparecer las cicatrices y heridas y devolviendo la vida a las víctimas de Jálpen y de Kótaix-Halaháches–.
¿Cuáles fueron las verdaderas claves del Háin? ¿Cuál fue el verdadero origen de la tradición de los hówen o “dioses” que parcialmente comunicaron los selk’nam? ¿Cuál fue el real ‘modelo’ para la representación de Kótaix-Halaháches? (Véase al respecto http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2018/04/kotaix-wotan.html).
Sólo el Mythos áureo permite una aproximación a las claves del Clan de la Rama Sagrada. Es decir, de la raza astral emanada del Polo-Irminsul.
Rafael Videla Eissmann
27 de Enero de 2019
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