jueves, 22 de noviembre de 2018

Roberto Rengifo sobre la “cuna de los chiles”


Detalle del mapa de Orenteus Finaeus de 1532 en el cual se aprecia
la Terra Australises decir, la Antártida, la cuna de los chiles.


El profesor Rengifo, autor de la magna obra El Secreto de la América Aborigen (1919), traza las fundamentales premisas del mito americano aborigen en torno al origen polar antártico del hombre y el desarrollo de la civilización de sur a norte


Fijándose bien en los versos de La Araucana de Ercilla, que dicen:

«Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa
de remotas naciones respetada
Por fuerte, principal y poderosa
… … … … … … … … … …

Se deduce que era famosa, principal y respetada de remotas naciones, por las razones de fuerte y poderosa; pero falta saber hasta dónde podía llegar en aquellos tiempos, sin medios de transporte, la acción del fuerte, para que se la respetara. Yo creo, que así como el imperio inca no pasó militarmente de Quito para el norte, ni de Cuyo para el sur, y como los aztecas no pasaron del istmo, por militares que fueron ambos; los chiles no debían ser temidos más allá del Cuzco, en proporción. Sin embargo, la insistencia de Ercilla, en los primeros versos de su poema, sobre lo famosa, respetada y principal, manifiesta una excepción o condición muy especial, que no podía provenir sólo de su capacidad agresiva, que con los incas quichuas y los españoles se vió, que era más bien defensiva su aptitud guerrera.

Yo pienso, ahora que he creído descifrar parte de sus escritos, que al ser conocida y respetada, le venía principalmente por haber sido el centro u origen de las primeras civilizaciones que se esparcieron por el continente, marchando de sur a norte hasta México, y, progresando en lenguas y cultura con la distancia y los siglos. Se ve que la lengua  se formó completamente en Chiloé y Llanquihue entre los huilliches (Cañas Pinochet), y que así como el salvajismo aumenta hasta el Cabo de Hornos, la cultura se ve, a pasos, alcanzar de sur a norte el grado que manifiestan las ideas escritas en el Chalinga. Natural es que de aquí siguiera la misma dirección y progreso hasta el Titicaca y, desde ahí para adelante se estancara en la zona tropical, excepto en las alturas andinas, y tomara nuevo vigor en el mar Caribe, arribara a Yucatán y siguiera más allá de México.

El arte de navegar es innegable en esta región y también lo es y lo fue en la de Chiloé, facilitado en gran parte por la corriente de Humboldt en su avance de sur a norte. De este modo la misma emigración chilena, puede haber alcanzado en los más primitivos tiempos, las dos costas de Norteamérica y haberla poblado.

Roberto Rengifo
El Secreto de la América Aborigen
(1919)


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