jueves, 1 de febrero de 2018

Raza Chilena: Criollos y criollas de Santiago


El puente de Cal y Canto. Óleo anónimo (Siglo XVIII).


Concluyamos este capítulo con decir algo de los naturales que nacen en esta ciudad, pues son la principal parte de ella.

Son éstos por lo general de buenos ingenios y habilidades, así para las letras, en que se señalan mucho los que se dan a ellas, como para otros empleos. Son naturalmente más inclinados a la guerra que a otros, y así hay muy pocos que se apliquen a la mercancía, y los que no se dedicaron desde niños a los estudios, o aplicándolos sus padres a ellos, no se inclinaron, y comenzaron con tibieza o desgana este ejercicio, fácilmente le dan de mano; y en sonando la caja [Nota: Pie: Tambor] o la trompeta, se inquietan de manera que no paran hasta asentar plaza de soldados, porque les agrada más la libertad de la milicia que la sujeción y disciplina de las escuelas.

Son notablemente inclinados a andar a caballo, y he visto muchas veces que para acallar a un niño, que apenas comienza a andar, no hay medio como ponerle sobre un caballo, y así salen famosos jinetes y muy diestros, fuertes y sueltos en ambas sillas [Nota: Ambas sillas: La de brida y la de jineta. la de brida es silla rasa o de borrenes bajos, los estribos son largos cuanto lo permiten las piernas, y la silla de jineta tiene los borrenes tan altos que el jinete de pie sobre los estribos no los sobrepasa, aunque estos son tan cortos que las piernas van dobladas]; y es común opinión y experiencia conocida, que en la guerra vale más para la caballería uno de la tierra que cuatro que vengan de fuera. Han probado bien esta verdad en el discurso de tantos años como ha que dura la de aquel reino, como se verá en los hechos particulares y hazañas que se referirán las historias de Chile cuando salgan a luz, a que me remito.

Son naturalmente liberales compasivos y amigos de hacer bien a todos, y los que le saben obligar honorándolos y tratándolos con la cortesía y respeto debido, son dueños de sus voluntades, y los muchachos llevados por bien son muy dóciles y fáciles de persuadir; pero si quieren llevarlos por mal, muerden la manta y lo hacen peor, y así tenemos mucha experiencia en nuestros estudios y escuelas, que se obligan más que a estudiar procurándolos llevar por motivos de honra y suavidad, que por vía de rigor y aspereza.

… Y hay pocas ciudades en las Indias que las igualen en las galas y lustre de sus habitadores particularmente a las mujeres (pluguiese a Dios no fuese tanto, que otro gallo les cantara, porque como todo esto va de Europa, vale allá carísimo y así casusa esto grandes empeños). Quien viere la plaza de Santiago y viere la de Madrid no hará diferencia en cuanto esto de la una a la otra, porque no salen más de corte los ciudadanos, mercaderes y caballeros a ésta que a aquélla; y si hablamos del aseo y riqueza de las mujeres en sus adornos y vestidos, aun es mucho más y más universal, porque como las españolas no sirven allá de ordinario, todas quieren ser señoras y parecerlo, según su posible, y la competencia de unas con otras sobre aventajarse en galas, joyas, perlas y preseas para su adorno y libreas ara sus criadas (que suelen ser muchas las que llevan tras de sí) es tal, que por ricos que sean los maridos, han de menester todo lo que tienen, particularmente si es gente noble, para poder satisfacer a la obligación y decencia de su estado, según está ya recibido.

Alonso de Ovalle
Histórica Relación del Reyno de Chile
(1646).


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