HUITRAMANNALAND
La historia desconocida de América
martes, 18 de noviembre de 2025
Cien años de la desaparición de Percival Harrison Fawcett
domingo, 31 de agosto de 2025
XC años de la publicación de “El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica”
Los estudios arqueológicos y etnológicos desarrollados por el profesor Roberto Rengifo fueron plasmados en sus trabajos que componen el significativo corpus de El Secreto de la América Aborigen: Noticias y comentarios arqueológicos (1919), Estractos de Actas de la Sociedad Científica (1920), Los chiles (1920), Extractos de Actas de la Sociedad Científica (1921) junto a Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles (1920) y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935).
Estos estudios se centran fundamentalmente en los siguientes campos:
* El origen polar antártico del hombre –la “humanidad blanca y clara”–.
** El desarrollo de la civilización de sur a norte en América y desde ésta a otras latitudes del globo.
*** La presencia de la raza civilizadora de los ario-andinos, o anteos, que desde el occidente pobló Europa.
De modo certero, al propugnar estas ideas, el profesor Rengifo desafiaba el dogmático y celoso establishment político-cultural del génesis en África de la humanidad y por ende, de campos como el desarrollo de la civilización y la igualdad de las razas.
De este modo, la audaz y genial concepción de Roberto Rengifo y sus alcances debían ser ignorados y marginados de los círculos de investigadores, académicos y de los lectores en general. Y ello fue lo que efectivamente aconteció. Un silencio total a lo largo de los años sobre la obra de Rengifo; como si sus ideas, sus investigaciones, su trabajo, jamás hubiesen sido desarrollados. Así, innumerables argumentos se aducirían por parte de los académicos de la historiografía ortodoxa y sus prestigiosas instituciones que repetirán una y otra vez las concepciones teóricas del evolucionismo decimonónico y del difusionismo del siglo XX: En términos generales, se ha considerado que la cuna del hombre fue en África oriental –Kenya– y que desde allí migró hacia el norte, llegando al Medio Oriente donde se desprenden dos grandes ramas –una que poblará Europa y la otra, Asia– para muy posteriormente ingresar en el continente americano cuyo cono sur es, de tal manera, el último lugar en ser poblado.
En este marco teórico, el hombre habría ‘evolucionado’ de un primate a través de un milagroso conjunto de factores tanto internos –psicológicos– como externos –físicos– de su naturaleza. Pero, ¿cómo es posible, entonces, que en los albores de este tránsito, de esta supuesta evolución, el hombre haya construido magníficas construcciones megalítico-astronómicas y estructuras piramidales con patrones astronómicos, o bien, complejos sistemas calendáricos que se remontan a millones de años? ¿Cómo explicar ese salto que no se ha observado al menos en los últimos cinco mil años –la feble historia que ‘conocemos’?
Significativamente, los sistemas y registros calendáricos de determinadas culturas andinas y mesoamericanas constatan hitos y acontecimientos que tuvieron lugar millones de años atrás. Estos mismos grupos reconocían en sus cosmogonías la sucesión de las grandes eras o soles –las catástrofes planetarias como resultado de la asimilación de las lunas o cuerpos celestes– concepción que encuentra claros ecos en la trascendental Cosmogonía Glacial (1913) de Hanns Hörbiger y Philipp Fauth.
Ahora bien, en la Sesión General de la Sociedad Científica sostenida el 29 de Diciembre de 1919, el profesor Roberto Rengifo, estableció que el origen de la humanidad estuvo en el casquete polar antártico, y que habiéndose dislocado y hundido en parte este casquete, arribó la gente primitiva al extremo sur de Patagonia y Tierra del Fuego (…).
Y luego, en Los chiles (1920), asentó la sugestión consecuente del origen antártico de la civilización: La civilización nació en América y fue de sur a norte; este es el principio fundamental que propongo, y que según creo, es verídico, y aclara y evidencia todos los hechos arqueológicos.
Ulteriormente, el profesor Rengifo abordó en Extractos de Actas de la Sociedad Científica (1921) las extensas migraciones de este el elemento civilizador aborigen que irrumpió en el occidente europeo: La Gulfstream o Corriente del Golfo de México sirvió para poblar la costa de Irlanda y occidentales Europa con razas blancas americanas.
Y, de manera magistral, asentó en El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) que la última migración importante partió de TalTal en la costa norte de Chile, hace 9000 años, fueron los uros que, por estar ya todas las demás costas y países poblados, buscando uno inhabitado llegaron al fondo del Golfo Pérsico y fundaron la ciudad de Uruk, llevando allá la cerámica y los metales; ciudad que fue el germen de las civilizaciones arias o indo-europeas con la cual comienza la Proto-Historia, siendo todo lo anterior, Pre-Historia y siendo Historia sólo los 2500 años últimos, desde que se descubrió la escritura alfabética.
Esta es la raza de los anteos o antis, la raza dolicocéfala primigenia de América-Huitramannaland. Los legendarios hombres-dioses surgidos del casquete polar austral.
sábado, 12 de julio de 2025
La raza blanca aborigen americana: Los huari-huarijocha, los hombres “de la aurora”
miércoles, 9 de julio de 2025
Ruth Rodríguez Sotomayor, los xillis y la fonética aborigen
sábado, 21 de junio de 2025
Ruth Rodríguez Sotomayor y la historia sagrada de América
En Noviembre de 2017 se concluyó una extensa y valiosísima entrevista realizada a Ruth Rodríguez Sotomayor y que fue publicada en el número 10 de los Cuadernos de Divulgación Histórica con el título de Ecos de la historia desconocida: El origen americano de la civilización. Ciertamente, los campos de mayor trascendencia sobre el origen de los habitantes de nuestro continente, su historia y su legado, son abordados por la eminente investigadora ecuatoriana. A este respecto, profundizando uno de los campos más fundamentales del mundo precolombino –la existencia de población blanca no-europea, es decir, los arios americanos–, Ruth Rodríguez Sotomayor explicó:
El origen [de los arios] es Preamérica. Existen evidencias irrebatibles y son las que se encuentran en las tablillas de la cultura manna o manaví, del Reino de los Kitus (hoy Ecuador). Actualmente se conserva el nombre deformado por los inquisidores y transformado en Manabí. Estos libros líticos de la etnia manaví contienen un antiguo mensaje esotérico. En dichas tablillas se han esculpido símbolos que posteriormente exhiben los emperadores sasánidas de Persia, en sus coronas reales y estos son: El Korymbos y la Pirámide Escalonada, truncada y con alas, con un globo lunar en la cúspide. Y en la parte central de dichos libros líticos se ha esculpido la imagen más antigua de la diosa Anahita, divinidad de las Aguas y de la Luna de los persas.
Persia es la designación adulterada del nombre de una provincia del Irán, llamada realmente Parsi.
Estas tablillas tienen información esotérica porque en la parte inferior muestran seis triángulos que representan las mónadas antes de encarnar, aunque deberían ser siete, pero la séptima no consta porque representa al Logos que está presente en el momento de la encarnación.
En la historia del Irán se desconoce la procedencia de la cultura manna, que en edades remotas se asentó entre los montes Zagros, junto al lago Urmia y el río Yaghata. Y manaví es el nombre de una cultura de alto abolengo que todavía existe en Irán y se considera un nombre sacro.
(…)
Existen numerosas pruebas que entrego en mis obras que demuestran que los arios eran preamericanos. Existía por ejemplo en Tiwanaku en los palacios y templos monumentales un sistema de estanterías para colocar los libros en metales preciosos; dichas estanterías se descubren igualmente en un zigurat de Persia que ha permanecido intacto. El símbolo del Pez, emblema de las altas matemáticas y de los que se salvaron del Diluvio, igual que en Tiwanaku, figura también en Persia.
Otra evidencia que señala que los arios eran preamericanos, es que se les conocía como kul-arianos, nombre que ha sido deformado por los traductores hispanos, transformado en colarianos pero era kul-arianos o kul-arios y que significa arios de oro. Kul, es del sumo, tao o misio, lengua derivada de la lengua ur o maya clásico, hablada por los chan-chanes o mayas clásicos. El nombre real de los mayas era chan-chanes, que significa el “Pueblo de la Serpiente”. Y maya o maia, según ha descubierto la erudita colombiana, Doctora Mariana Escribano, catedrática de la Sorbona y especialista en el estudio de la lengua mhuysqa, es lengua de Mu, y de acuerdo a sus afirmaciones maia es sólo un título que quiere decir instructores, quienes eran itinerantes, ya que viajaban por el mundo difundiendo su sabiduría. Su nombre real era chan-chanes.
En la historia oficial se describe que los kul-arianos llegaron a las ciudades más antiguas de India. Otra huella que han dejado es que los cuatro hermanos que fundaron el Tawantinsuyö, la Gran Comunidad de Naciones Andinas, se denominaban Ayar que es una deformación de aryas, de donde se deriva arios. Y estos reyes eran blancos y de cabellos rubios: Las momias descubiertas en Perú, lo certifican.
A los antiguos, a la raza blanca que descendió de Tiwanaku, llamada wara, se les denominó dioses, porque eran sabios (…).
Son los wariwiraqoxa o wari wira qucha runa, la primera población –“generación”– o Pacarimoc Runa o aquellos “de la aurora” y que fueron reconocidos como “dioses” de acuerdo a la tradición sagrada registrada por el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala en la foja 48 de El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615).
Las investigaciones de Ruth Rodríguez Sotomayor se enmarcan en los trascendentales campos de conocimiento sobre la otra América –la América Aborigen, la América de los Dioses Blancos– que ha sido observada por extraordinarios autores como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Roberto Rengifo, P. H. Fawcett, Edmund Kiss, Juan Moricz, Jacques de Mahieu, Vicente Pistilli y Miguel Serrano.
jueves, 29 de mayo de 2025
In memoriam Ruth Rodríguez Sotomayor
Las ideas centrales de los campos desarrollados por la incansable y valiente investigadora Ruth Rodríguez Sotomayor –egresada de la Universidad de Guayaquil e investigadora del Archivo Histórico del Guayas–, se centran en el estudio de la raza blanca aborigen –los wara, “denominados dioses porque eran sabios”– y sus símbolos, artes y ciencias que sientan las bases de la América Aborigen o como ella lo definió, “Preamérica”.
Este grupo civilizador se irradia desde América del Sur a otras latitudes, llegando a India, Mesopotamia y Europa, sentando las bases de los míticos arios y su civilización.
Esta concepción se enmarca en la línea de sabios como Francisco P. Moreno, Emeterio Villamil de Rada, Arthur Posnansky, Percy Harrison Fawcett, Edmund Kiss, Roberto Rengifo, Juan Moricz y Gerardo Peña Matheus: Notabilísimos investigadores que observaron por medio de la mitología, la arqueología, la toponimia, la lingüística y la simbología, remotas migraciones transcontinentales.
Ciertamente, la visión de Rodríguez Sotomayor se opone a la versión ortodoxa u “oficial” de la historia, deviniendo por ello, en consecuencia, en una propuesta revolucionaria.
A través de una bien fundamentada, sorprendente y fecunda labor de investigación, Ruth Rodríguez Sotomayor ha escrito La sabiduría en Preamérica. Un estudio sobre el Yoga Primigenio: El Yoga Preamericano (1979), Kryashakti. El Misterioso Poder de la Auto-Reproducción o la Transformación de la Mujer-Madre, Nanociwatzin, la Señora de los Hombres. La Dinastía Chandravamsa en Preamérica. Estudio comparativo de la organización de las mujeres preamericanas y las mujeres de Roma (1981), Un estudio sobre el Agua, Sustancia Divina. El simbolismo de Tlalok y Chalchiutlicue y las civilizaciones hidráulicas (1985), Relaciones ancestrales de Preamérica con Egipto. Los fundadores de Egipto eran preamericanos y el runa simi en Egipto. Los faraones Tut-Ankh-Amon y Akhenaton eran de origen qheswa. Análisis de la fonética de los nombres egipcios (1994), Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad (2004), Historia de las Bibliotecas Preamericanas (2009), El origen preamericano de la informática. Sistemas de cómputo preamericanos (2012), El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica (2013) y Descubrimiento del origen de los mayas. La patria ancestral de los mayas está en el Reino de los Kitus (2016).
En tanto, algunos de sus más elocuentes artículos son Un estudio sobre la Espiral Logarítmica. El orden del Universo y el concepto del Tiempo en el asombroso mundo de los mayas (1972), ¿Conocían la hibernación en Preamérica? (1982) y ¿Era el alargamiento del cráneo una antigua técnica para provocar la evolución cerebral? La transformación del cráneo, ¿rito o ciencia? (1985). Estas investigaciones son respaldadas de modo certero con cuadros cronológicos presentados en sus conferencias como es el caso de Migraciones preamericanas, 12.000 a. C. (2011) y Cronología ancestral preamericana (2012).
Estas investigaciones evocan la legendaria historia de la estirpe divina de origen astral y su magnífica civilización continental. Son resonancias de la Ante-Historia, las huellas de los Dioses Blancos de nuestra América.
* * *
Hoy hemos sabido de la partida de nuestra apreciada amiga Ruth Rodríguez Sotomayor, la infatigable investigadora y valiente y prolífera escritora, quien nos entregó las claves para vislumbrar el conocimiento fundamental de la historia de América y de Eurasia.
Recordamos y atesoramos todas las reuniones en Madrid y luego los numerosos mensajes durante los años posteriores y por cierto, muy especialmente, nuestra última conversación en su hogar, en Canencia de la Sierra, en Octubre de 2024.
“… Toda la sabiduría surge en los Andes y desde allí se irradia a toda Preamérica, y desde los Andes, además a las cuatro regiones del planeta” (Ruth Rodríguez Sotomayor).
jueves, 22 de mayo de 2025
Sobre la representación de un “híbrido” en México prehispánico y África
Una rarísima figura labrada en arcilla y que alcanza una altura de 39 cm perteneciente a la tradición prehispánica de Colima, en el occidente de México, representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –la imagen central–.
Una figura –imagen a la izquierda– presenta las mismas características –perteneciente a la colección del Museo de Bellas Artes de Houston–.
¿A quién se ha representado? ¿A un guerrero y su animal simbólico-totémico como argumentarían los expositores de la historiografía y antropología ortodoxa? ¿Se reduce a una mera representación alegórica? ¿O se trata más bien de la figuración de un ser híbrido real sobre el cual refieren las antiguas tradiciones míticas de la América Aborigen y por cierto, de aquellas del mundo antiguo y precristiano prácticamente a escala global? Los escasos códices que no fueron alcanzados por el fuego de la “Extirpación de las Idolatrías” refieren, precisamente, a los híbridos. Lo mismo acontece con las tradiciones asirias y egipcias –dadas a conocer por el sabio Gaston Maspero a fnales del siglo XIX–, o bien en las sagas sobre los “espíritus” nommos de los dogones de Mali inicialmente consignados en Occidente por los antropólogos Marcel Griaule y Germaine Dieterlen en 1931.
Mas, ¿cómo explicar la misma representación en una escultura tribal –alrededor de 60 cm de alto y tallada en madera– del centro de África? Y cuando escribimos “la misma representación”, significa precisamente, ello: Una figura que representa a un guerrero híbrido: Cuerpo humano y cabeza de cocodrilo. La figura lleva un fascinante atuendo y un vistoso gran tocado en forma de medio disco –imagen a la derecha–.
¿Sólo una simple casualidad?
Intuimos una historia lejanísima cuyos testigos –aquí y allá– preservaron a través de los mitos ancestrales y de la iconografía sagrada, los actores y acontecimientos precisamente que conformaron la verdadera «historia» –el Mythos Légein–, perpetuando su conocimiento.






