Interlaken, Suiza. 9 de Octubre de 2024.
Me encuentro junto a mi amigo Diego Antolini. Nos reunimos con Erich von Däniken, el genial promulgador de la historiografía PaleoSETI. La conversación es trascendental, abordando los campos más fundamentales del conocimiento: El misterioso origen del hombre; la tradición ancestral y prácticamente planetaria sobre los dioses descendidos del firmamento; los extraordinarios monumentos de la antigüedad –el Templo de Setos en Abidos y la Gran Pirámide de Giza en Egipto, Tikal en Guatemala, el eje Tiahuanaco-Puma Punku en Bolivia y las ciudades subterráneas de la actual Turquía–; fuentes como Los Vedas, el Libro de Enoch e incluso determinados pasajes de la Biblia y campos cognoscitivos como la ‘aparición’ del hombre –el “Jardín del Edén”–, los espacios sagrados de la antigüedad donde se irguieron los templos, las grandes catástrofes cíclicas –abordando a autores como Platón y Hanns Hörbiger– y por cierto las concepciones de la ‘creación’ y la ‘evolución’.
Uno de los aspectos fundamentales de nuestra conversación se centra por cierto en los “dioses”. Y Erich revela algo fundamental sobre la tradición ancestral perpetuada de generación en generación: En cada cultura y en cada religión ellos [los dioses] prometieron en el pasado regresar (…). Y ellos han regresado. Ellos están aquí (…).
De modo significativo, el día después de nuestra fundamental reunión con Erich von Däniken, es decir, el 10 de Octubre, el legendario cacique de los ugha mongulala, Tatunca Nara, en asimismo una conversación trascendental, me señala prácticamente en los mismos términos:
La nueva civilización se originará en América del Sur (…).
Los dioses están aquí. Están en la Antártida, en los Andes y en el Himalaya. Son inmortales. Fueron conocidos por la civilización más antigua (…).
¿Es posible? Resulta un hecho extraordinario la exposición de una misma idea por dos figuras excepcionales que han abordado la HISTORIA PROHIBIDA de la humanidad –hoy sin contacto alguno y a miles de kilómetros de distancia–: Ambos han expresado sin intermediación –en menos de 24 horas– que los antiguos dioses –los extraterrestres– están aquí, impulsando tal como en la antigüedad, un nuevo ciclo.
Resuenan en estas comunicaciones –como en la antigüedad del mundo prediluvial– el anuncio de la aparición –el “retorno”– de los dioses y de la Nueva Edad –el Nuevo Sol–.