Retrato anónimo de Pachacútec Inga Yupanqui en el Beaterio del Convento de la Virgen de Copacabana en Lima, Perú. Junto a la maskaypacha o borla real y el saturri o vara de poder, el Hijo del Sol porta el emblema sagrado del Sol Negro.
Pachacútec Inga Yupanqui Cápac Intichuri (Ca. 1400-1471) –es decir, «Inga Hijo del Sol que Transforma el Mundo» en quechua y cuyo nombre de nacimiento era Cusi Yupanqui–, fue hijo del Inca Huiracocha –otra grafía Wiracocha y Viracocha– y de Mama Runtu.
Pachacútec Inga Yupanqui fue el primer emperador Inga del Tahuantinsuyo (1438-1471). De hecho, fue durante su gobierno que consolidó el curacazgo incásico frente a amenazas de diversos señoríos locales y lo transformó en el Tahuantinsuyo –el “Imperio de las Cuatro Regiones”–, iniciando de esta manera una época expansiva para la estirpe real de los Hijos del Sol.
Así, Pachacútec Inga Yupanqui realizó numerosas expediciones de conquista y delegó otras tanto a su hermano Inga Urco como a su hijo Túpac Inca Yupanqui.
Además, Pachacútec Inga Yupanqui impulsa la “división” tetraespacial del floreciente imperio en cuatro suyus, siendo el centro de esta concepción la ciudad sagrada del Cuzco –el “Ombligo del Mundo” conformándose esta “división” en el Antisuyu (Este), el Contisuyu (Oeste), el Chinchaysuyu (Norte) y el Collasuyu (Sur).
Junto con ser un gran emperador, Pachacútec Inga Yupanqui fue un extraordinario filósofo-guerrero. Su primera gran obra político-arquitectónica fue la reedificación del Templo del Sol o Inticancha, es decir, la “Casa del Sol” que será luego conocido como Koricancha o “Casa de Oro” en el Cuzco. En este sentido, el cronista Juan de Betanzos escribió en Suma y narración de los Incas (Ca. 1551):
Y visto por él [Pachacútec] el sitio donde a él mejor le pareció que la casa debía se edificada, mandó que allí fuese traído un cordel, y siéndole traído, levantáronse del lugar donde estaban él y los suyos, y siendo ya en el sitio donde había de ser la casa edificada, él mismo por sus manos con el cordel midió y trazó la Casa del Sol; y habiéndola trazado, partió de allí con los suyos y fue a un pueblo que dicen Sallu, que es casi cinco leguas de esta ciudad [Cuzco], que es donde se sacan las canteras, y midió las piedras para el edificio de esta casa, y así medidas, de los pueblos comarcanos pusieron las piedras que les fue señaladas y las que fueron bastantes para el edificio de esta casa (...) así como el Inca Yupanqui la había trazado e imaginado.
Las informaciones consignadas en las crónicas permiten una aproximación parcial a la concepción trascendental proyectada por Pachacútec Inga Yupanqui Cápac Intichuri sobre el imperio solar del Tahuantinsuyo y sus profundas raíces mágico-religiosas sustentadas en la red de ceques del mundo andino.
La estirpe real incásica –al igual que otros sustratos civilizadores americanos como tiahuanacota, aymara y chachapoya, entre otros– era blanca y de características dolicocéfalas –recordemos a este respecto lo constatado por el antropólogo Paul Rivet en Los orígenes del hombre americano (1943): Lo cierto es que, en muchas regiones, la tradición conservaba el recuerdo de hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales, especialmente en Perú, en la región de Guamanga y en las islas del Titicaca–. Y esto, pues un retrato anónimo de Pachacútec Inga Yupanqui existente en el Beaterio del Convento de la Virgen de Copacabana en Lima, Perú –Efigies de los Incas o Reyes del Perú (Ca. 1746-1759)–, presenta una singular representación del Hijo del Sol: Se trata de un hombre de tipo mediterráneo (blanco), facciones europeas y de tipo dolicocéfalo. Ostenta el maskaypacha o borla real y el saturri o vara de poder en su mano derecha. Más aún: Porta, en su mano izquierda, un emblema que se ve interrumpido por la leyenda que acompaña a la representación. Este emblema presenta tres triángulos isósceles de color rojo, uno al lado del otro –¿la Cordillera de los Andes (Anda)?– sobre el símbolo del Sol Negro (Inti Yana).
Detalle del rostro de Pachacútec Inga Yupanqui.
Reconstrucción ideal del símbolo del Sol Negro portado
por Pachacútec Inga Yupanqui.
El Sol Negro es el “Sol de Todos los Soles” y su presencia en la iconografía del mundo andino –aun cuando el retrato en el Convento de la Virgen de Copacabana sea de la época colonial es el reflejo de la simbología sagrada prehispánica–, refuerza el origen de la estirpe real de los Hijos del Sol en el sustrato civilizador de los portentosos Dioses Blancos –die weißen Götter– emanados de la región polar.
Rafael Videla Eissmann
28 de Febrero de 2019
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