domingo, 10 de febrero de 2019

Representaciones prehispánicas de ojos azules (I)


 Máscara de origen moche (Perú) cuyos ojos son azules.


Como se ha expuesto en variados artículos pero especialmente en nuestros trabajos tales como Raza primigenia (2003), Los Dioses de la Antártida (2009), Símbolos rúnicos en América. El regreso a la tierra ancestral (2011), La Ciudad de los Césares y el misterio de los indios blancos (2012), Los Dioses Extraterrestres y el regreso de B’olon Yokte’K’u (2013) y Los lituches. Los hombres-dioses de la tradición del sur del mundo (2014), desde la irrupción europea en el continente americano numerosos conquistadores, misioneros y cronistas han dejado registro de la existencia de una población prehispánica de características étnicas totalmente distintas del estereotipo indígena: Individuos altos, blancos, en ocasiones con cabellos claros.

Estos son los indios blancos, descendientes de los legendarios Dioses Blancos –los “hijos de los ídolos” como le comunicaron los informantes indígenas al conquistador Pedro Pizarro–.

Máscara moche (Perú) con ojos azules.

Máscara de moche (Perú).

Gran tocado labrado en oro de origen moche (Perú).

Detalle de la máscara anterior. Cultura moche (Perú).


En este sentido, el antropólogo Paul Rivet, en su estudio Los orígenes del hombre americano (1943), aclaraba que simultánea e independientemente el uno del otro, Thor Heyerdahl y Jean Poirier han reunido un conjunto imponente de tradiciones y de pruebas relativas a la existencia en América de individuos, o de agrupamientos de individuos, que presentan en sus tegumentos, en su pelo y algunas veces en el iris, una coloración clara que difiere de la pigmentación habitual del indio, así como de individuos notables por una pilosidad facial que contrasta con la ausencia de barba y de bigote en la inmensa mayoría de los indios.


Máscara mochica procedente de Loma Negra, Perú.

Máscara con ojos azules del complejo cultural Jaén
(Museo de Metales Preciosos de Bolivia).

Máscara labrada en oro de ojos azules inca.


El elemento rubio ha sido señalado entre los indígenas de Nokta y de la Isla de Vancouver, entre los mandan de Missouri, entre los indios de México, entre los waiwai, los oyariculet, los emerillones de las Guayanas, los huaharibo, waika o shiriná, los motilones de Venezuela, los pauishana del Río Branco, los záparo y los jíbaro del alto Amazonas, los shipibo de Ucayali, los nahukwa, los bororo, los bakairi, los botocudos del Brasil, los indios chachapoyas del Perú, los indios de Chile. Algunas momias provenientes de la costa peruana (alrededores de Lima, Nazca y Paracas), así como de la costa chilena, tienen los cabellos de un color que varía entre el rubio y el castaño ondulados y atados con cintas. La iconografía precolombina confirma estos hechos. Heyerdhal ha contado más de cien personajes que tienen el pelo de un color pardo claro entre los 275 que aparecen representados en el códice Tonalámatl de Aubin. Un fresco del Templo de los Guerreros, en Chichén Itzá, representa una lucha entre los nativos y los asaltantes llegados por mar, los cuales tienen la piel blanca y los cabellos rubios. De vasos procedentes de Chimbote y de Trujillo (Perú) representan guerreros de piel negra que se enfrentan a guerreros de piel de color claro. Sobre dos vasos procedentes respectivamente de Puno y de Santiago de Cao, cerca de Trujillo, pueden verse albañiles de piel negra y de piel blanca que trabajan juntos en la construcción.

Rivet ha expuesto además que los documentos relativos a hombres barbados abundan en las representaciones precolombinas de México (Tabasco, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Valle de México, Yucatán, Chiapas), de Guatemala, de Honduras (Copán), de El Salvador, de Nicaragua, de Costa Rica, de Panamá (Coclé), del Alto Perú (región de Tiahuanaco) y del Bajo Perú, donde son frecuentes desde los orígenes de la civilización Chimú y tal vez desde los de la civilización Nazca. El dios maya Itzamná aparece muchas veces representado con bigote y barba.

Por otra parte, los viajeros han señalado repetidas veces la presencia de hombres barbados entre las poblaciones indias, sin que este carácter pueda explicarse por un mestizaje con los invasores blancos.

(…)

Lo cierto es que, en muchas regiones, la tradición conservaba el recuerdo de hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales, especialmente en Perú, en la región de Guamanga y en las islas del Titicaca.

Estas poblaciones de “hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales” es decir, a los indígenas, es el elemento originario de América.

Rafael Videla Eissmann
12 de Diciembre de 2018


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