jueves, 13 de septiembre de 2018

Huitzilopochtli


 Uitziliputzili en la obra de Alain Manesson Mallet
Description de l’Univers (1683).


Huitzilopochtli fue el gran dios solar de la guerra de los mexica. Hijo de Coatlicue, Huitzilopochtli es uno de los cuatro tezcatlipocas –junto a Xipetótec, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca–.

Fue el tezcatlipoca azul y su reino sagrado o “punto cardinal”, el sur. Poseyó el poderoso báculo Xiuhcóatl o “Serpiente de Fuego”.

Huitzilopochtli fue quien ordenó a los mexicas –originarios de la mítica Aztlán–, fundar su reino donde estuviera “un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente” (Véase en este sentido la fascinante Tira de la Peregrinación).

Uno de los dos espacios ceremoniales del Templo Mayor o Huēy Teōcalli de Tenochtitlán estaba dedicado precisamente a este hombre-dios. El otro se destinaba a Tláloc.

Ahora bien, llamativamente, algunas representaciones europeas –para precisar, Uitziliputzili y Viztlipuztli idolum Mexicanorum en Description de l’Univers (Thierry Denys. París, 1683. Este misma ilustración apareció luego en Roman regalía de 1735) de Alain Manesson Mallet y Staat von America (Renger. Halle, 1714) de Caspar Gottschling, respectivamente–, muestran a Huitzilopochtli como un gigantesco ser de naturaleza híbrida –rostro, torso y brazos humanos; alas y extremidades de artiodáctilos–, el cual porta un tocado de plumas y sostiene en su mano derecha un escudo y una rama en tanto que en su mano izquierda porta una especie de antorcha.

Además, Huitzilopochtli lleva el rostro de un felino a la altura de su estómago.

Viztlipuztli idolum Mexicanorum en Staat von America (1714)
de Caspar Gottschling.

El dios Huitzilopochtli en el Códice Tudela.

Huitzilopochtli en el Códice Tovar.

Detalle de la ilustración la obra de Alain Manesson Mallet.


Evidentemente, algunos podrán argumentar que esta representación de Huitzilopochtli obedece a las caracterizaciones e iconografía propias de la demonología realizadas por los misioneros y sacerdotes cristianos. Pero, ¿es ello efectivamente cierto? ¿Es posible, más bien, que éstos hayan atribuido a otro ser el nombre de Huitzilopochtli, el «dios colibrí» del sur? Resulta paradójico, pues de hecho las mentadas representaciones –es un solo motivo– no guardan relación alguna con las efigies prehispánicas de esculturas o códices del dios Huitzilopochtli.

¿Entonces a quién o a qué se ha representado? ¿Es el ídolo el tezcatlipoca azul, el «dios colibrí» del sur? No se trataría de Huitzilopochtli sino de la representación o evocación de un dēmiūrgus, de un ignoto ‘dios-demonio’ asentado en el antiguo México.

Rafael Videla Eissmann
12 de Septiembre de 2018

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