domingo, 12 de abril de 2015

Aproximación al alfabeto íbero-rúnico


Estela funeraria ibérica de Sinarques (Museo de Prehistoria de Valencia).


Contrariamente a la concepción que vincula, y más aún, que busca el origen del alfabeto íbero en el fenicio, en el cretense, chipriota, etrusco, celta e incluso, en el latín, éste se remonta en realidad, al alfabeto rúnico o Futhark –o a algunas de sus variaciones arcaicas–, las primitivas ideografías mágicas-religiosas de los arios.

Los vestigios del alfabeto íbero, el cual se rastrea por medio de inscripciones en diversos objetos que se extienden principalmente en la zona mediterránea de la península ibérica y que fue hablada por pueblos prerromanos como los ausetanos, ilergetes, layetanos, cossetanos, ilercavones, edetanos y oretanos, presenta inconfundibles semejanzas con el trazado y fórmulas de la runología germana.

Tésera celtibérica procedente de Huete (Cuenca), con símbolos rúnicos.

Tésera celtibérica descubierta en Sasamón (Burgos) con runas (Anverso y reverso).


¿Quiénes fueron los íberos? ¿Cuál es su origen? En la historiografia tradicional se les describe como los habitantes pre-indogermanos, arribados en un período que abarca entre el 5000 a. C. hasta el 3000 a. C. y que se asentaron en el Levante, en el sur peninsular y en el suroccidente de Francia y del cual escribieron autores tales como Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón y Rufo Festo Avieno.

La lengua paleohispánica de los íberos se reconoce en fuentes escritas como el signario ibero nororiental –o levantino–; esporádicamente en el signario ibero suroriental –o meridional– y por último en variaciones en el alfabeto greco-ibérico.

Interesantes aproximaciones al origen y la cultura de los íberos se encuentra en las siguientes obras: Francisco María Tubino: Los aborígenes ibéricos o los beréberes en la Península (Secretaría de la Sociedad Antropológica. Madrid, 1876); Nicolás de Soraluce y Zubizarreta: Los iberos ó sean euskaros y el euskara (Memoria. [S. l.], 1879); Víctor Gebhardt: Los dioses de Grecia y Roma ó mitología greco-romana: Historia de los dioses, semidioses y héroes del gentilismo clásico, de sus dogmas, misterios, fiéstas y ceremonias, con el relato de las tradiciones heroico-mitológicas y observaciones calidad y artísticas (Biblioteca ilustrada de Espasa y Compa. Barcelona, 1880); Vicente de Arana: Los últimos iberos. Leyendas de Euskaria (Librería de Fernando Fé. Madrid, 1882). Arturo Campión: Orígenes del pueblo euskaldún: Íberos, keltas y baskos (Imprenta y Librería de J. García. Pamplona, Ca. 1927-1931); Manuel Gómez-Moreno: Materiales de arqueología española (José Blass y Cía. Madrid, 1912); De epigrafía ibérica: El plomo de Alcoy (En: Revista de Filología Española. Tomo IX. Madrid, 1922); Sobre los iberos y su lengua (Hernando. Madrid, 1925) y Adam y la prehistoria. Discurso sobre la historia primitiva del hombre (Editorial Tecnos. Madrid, 1958) y Domingo Fletcher: Inscripciones ibéricas (Museo de Prehistoria. Valencia, 1953).

Ahora bien, aun cuando estos trabajos resultan de gran importancia, se enmarcan de una u otra manera en los conceptos propios de la historiografia oficial: El evolucionismo, el difusionismo y en una escueta cronología que busca sus raíces en las fuentes mediterráneas y no en la tradición polar.

Plomo de Ullastret, inscrita sobre una placa de plomo, hallada en Ullastret (Gérona).


Ciertamente, se puede afirmar que en la península ibérica confluyeron diversas culturas a través de flujos y reflujos en el transcurso de las edades, hecho que se plasma y se constata por medio de los vestigios arqueológicos conocidos, los que no obstante se adosan y sobreponen a una fuente original y arcaica de procedencia aria: Obsérvese el inconfundible estilo escultórico expresado en la fabulosa Dama de Elche o bien, en la Dama de Baza o la Dama del Cerro de los Santos; o las extraordinarias esculturas de animales sagrados como lobos, toros y linces y de híbridos, como la fenomenal Bicha de Bazalote.

La Dama de Elche (Museo Arqueológico Nacional de España).

Cerámica con inscripciones runo-íberas (Tossal de Sant Miguel).


El arte íbero es excepcional y se identifica, generalmente, por su estilo sobrio y estilizado. Junto con presentar características propias del sustrato indogermano, revela además las huellas atlantes.

En su conjunto, se puede colegir que el culto al Sol, a los ancestros, a la Naturaleza y sus ciclos y especialmente, la presencia del alfabeto mágico rúnico en diversos objetos como urnas funerarias, exvotos, téseras, plomos y armas (falcatas), revela la vinculación de los íberos en el gran árbol ario, en un capítulo apenas vislumbrado por algunos historiadores.

Las claves de la historia de Iberia –y de la historia en general– se encuentran en la Cosmogonía Glacial que determina los factores geológicos y medio-ambientales que definen a su vez, los movimientos del Völkerwanderungen, es decir, los peregrinos, los Caminantes del Alba.

Rafael Videla Eissmann
11 de Abril de 2015

 Estela de Santa Perpetua de la Moguda (Cataluña).

Plomo con inscripciones rúnico-ibéricas (Museo monográfico de Ullastret).


 * (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).