sábado, 3 de junio de 2023

El ancestral culto y conocimiento del “hombre-felino”


Izquierda: El “dios-jaguar” mesoamericano. Centro: Narasimhaen su templo en Kevala, en la colina de Ramtek,
cerca de Nagpur-Maharasthra, India. Derecha: El Löwenmensch u “hombre-león” hallado en la cueva
de Hohlenstein-Stadel en el valle de Lone, en Baden-Wurttemberg, Alemania.


En El Árbol Sagrado Irminsul, los jurúna amazónicos y el “fin del mundo” (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2022/05/el-arbol-sagrado-irminsul-los-juruna.html) se ha hecho mención a Sinaa, el antepasado “dios-felino” de los juruna. Esta imagen mistérica del hombre-felino se ha proyectado desde la más remota antigüedad prácticamente en todos los continentes. Así se constata en el mito del “tigre” que descendió del cielo y que anunció el Diluvio o Tripalafkén en la tradición lituche-araucana –de acuerdo a la información referida por Domingo de la Rosa Kallfüllen– en Chile; por cierto, en los fascinantes chachapuma u “hombres-pumas” que resguardaban la magna pirámide de Akapana en Tiahuanaco, la metrópolis de los viracochas, en Bolivia; en las figuras del “dios-felino” de Pacopampa en Cajamarca, Perú; en representaciones shamánicas de los jama-coaque de Ecuador; en algunas efigies del dios Ai Apaec de los mochica; en representaciones guanacaste-nicoya de Costa Rica y en el “dios-jaguar” de Mesoamérica –y su figuración como Tepeyóllotl o “Corazón del Monte” de los mexicas y Kinich Ajaw, una de las advocaciones mayas de Itzamná, es decir, Kinich Ahau o el “Señor del Rostro Solar” que devenía durante la noche en su contraparte, el “Señor del Inframundo” que se representaba como “dios-jaguar”–, entre otros.

Por cierto, las representaciones del hombre-felino se observan asimismo en diversas manifestaciones del gran árbol indogermano como acontece con el “dios-león” guerrero Maahes –Mahes, Mihos, Miysis, Mysis–; en Nergal –o Nirgal (Meslamtiea)–, deidad sumeria-babilonia del Inframundo y considerado como contraparte del dios-Sol Utu –extraordinaria analogía con la deidad Kinich Ahau de los mayas–; en las representaciones mitráicas leontocefalinas proyectadas en los cultos mistéricos romanos; en la figura lítica cúltica descubierta en Armagh, Ulster, en Irlanda; en el extraordinario Löwenmensch u “hombre-león” hallado en la cueva de Hohlenstein-Stadel en el valle de Lone, en Baden-Wurttemberg, Alemania– y en el antiquísimo culto brahmánico-hinduista de Narasimha, Avatãra de Vishnú.

Mas, ¿cuál es su origen? ¿Cuál es el génesis de esta meta-imagen? ¿Cómo explicar su presencia en épocas, regiones y focos culturales tan distantes?

La historia mítica y las fuentes de la antigüedad poseen en este sentido un factor común: El “hombre-felino” se asocia fundamentalmente con el Inframundo, con la “tierra de abajo” –el Minche Mapu araucano; el Xib’alb’a maya; el Niflheim de los germanos; el Hades de los helenos y la Irkalia de los sumerios. La Tierra Hueca–.

Son las trazas del antiguo mundo.

De Gerda-Gaia.

De un mundo habitado por dioses, por espíritus de la Naturaleza y por entidades sobrenaturales –hoy consideradas míticas– que por cierto, fueron conocidas por los iniciados y que sentaron las bases de la sabiduría de nuestros ancestros.

El “dios-felino” y sus advocaciones se relacionan fundamentalmente con las tradiciones del Mundo Subterráneo. Allí se encuentran los “dioses-felinos” resguardando las ‘entradas’ a la “tierra de abajo”.

Rafael Videla Eissmann
14 de Mayo de 2022


* (Los textos de http://losvikingosenamerica.blogspot.com/ son exclusivos. Se prohíbe su reproducción).

sábado, 27 de mayo de 2023

Minche Mapu


Alero iniciático en Chile central.


Minche Mapu significa “tierra de abajo” en chilidugu o “lengua de Chile”. Existen, significativamente, registros sobre las incursiones de los habitantes del Chili Mapu o “tierra de Chile”, es decir, de la superficie, a ese mundo subterráneo habitado por otros hombres y por dioses –“espíritus” y pillanes–.

Una sucinta referencia a enormes cavidades labradas en el eje Altos de Vilches – El Enladrillado, en la Región del Maule en la zona centro-sur de Chile, me fue comunicada hacia 2005 por C. Berríos –quien tuvo conocimiento de las antiguas tradiciones iniciáticas de nuestra patria–.

En aquel mismo año la maestra Quinturay Raypán refería sobre las “ciudades subterráneas, bajo el desierto y en el interior de los volcanes” en Chile.

De igual forma, Miguel Serrano me comunicó un conjunto de ideas sobre el “mundo subterráneo” y las ‘entradas’ en el volcán sagrado Melimoyu y también en el cerro Santa Lucía o Huelén, en Santiago.

La misma idea en torno al Uku Pacha o “mundo de abajo” se haya en distintos puntos del antiguo Tahuantinsuyu –especialmente en el Cuzco, Saqsaywaman y la Zona X– y por cierto, en la tradición irradiada desde Tiahuanaco, la “metrópolis de los viracochas”.

De igual forma, se encuentra en la tradición comunicada por Tatunca Nara sobre los legendarios ugha mongulala, los dioses y las “ciudades subterráneas” de Akakor y Akahim en el Amazonas.

Mas, ¿cómo explicar la profusión de esta idea desde la más remota antigüedad en América? ¿Cómo comprender la concordancia de tradiciones sobre su significado e importancia en culturas y civilizaciones sin contacto alguno? La respuesta es evidente: Se trata de una realidad.

En el Chili Mapu el conocimiento del “mundo de abajo” y de sus habitantes –los nge-winkul y los “espíritus dueños de los volcanes”– fue preservado por los antiguos renü y algunos machi y transmitido ulteriormente a algunos círculos de iniciados.

Una clave fundamental de su naturaleza la otorga la presencia de la figura-símbolo del “hombre-león” u “hombre-felino” –el leontocéfalo– presente en todo el continente –y por cierto, más allá, en todo el mundo indogermano–.

Estas son fragmentarias resonancias del conocimiento de la Tierra Huecadie hohle Erde– de donde emanan las bases de sabiduría de las culturas primigenias.

Rafael Videla Eissmann
25 de Mayo de 2023


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domingo, 30 de abril de 2023

“… Construyeron las gigantescas cavernas a manera de refugio en las montañas”


El tepuy de los ugha mongulala.


En la “Cuarta Época Humana” de la Descripción de la evolución de la humanidad de acuerdo a la tradición secreta de nuestro clan Asa-Uana de Uiligotis (1935) consignada por Karl Maria Wiligut, se refiere al sustrato ancestral de los uana y el desarrollo del conocimiento de astrología y la aparición de las pictografías y las runas.

De acuerdo a la Descripción, la Cuarta Humanidad fue destruida por el subsiguiente colapso de la Luna, llamada “vestido” [Kleid], por los uana, y que habría “iluminado” a la Tierra junto con el Sol [Su(o)n] durante un largo período de tiempo. Pero ellos se encontraban preparados para esto por muchos siglos, pues habían visto el advenimiento de este acontecimiento… Estos son los hombres que construyeron las gigantescas cavernas a manera de refugio en las montañas y quienes labraron los grandes sistemas de túneles (“catacumbas”) en las colinas con el objeto de salvarse.

La tradición de los asa-uana, especialmente en lo referente a esta “Cuarta Época Humana”, encuentra notabilísimas similitudes con aquella tradición comunicada por una anciana de Gorbea que era suffmashife –es decir, intérprete del lenguaje secreto de los machis o shamanes araucanos–, a la maestra Quinturay Raypán sobre las “gigantescas cavernas” en las montañas y los “grandes sistemas de túneles” bajo las colinas o cerros.

Quinturay expresó que esta es la “sexta Luna y el Sol, el cuarto”.

“Cuatro soles aparecen en los kultrún, porque se han visto cuatro soles”.

“Todo ha sido destruido con grandes cataclismos donde se daba vuelta la tierra y hasta el Sol se pierde”.

“Cuando nació este Sol murió toda la gente del norte [de Chile], y por eso algunos se refugiaron en ciudades subterráneas, bajo el desierto y en el interior de los volcanes. Los que quedaron arriba, se volvieron tontos…”.

Por cierto, estos postulados son semejantes a los establecidos por el arqueólogo Edmund Kiss en torno a los vestigios de remotas civilizaciones del altiplano andino –especialmente en el eje Tiahuanaco-Puma Punku– y en Abisinia.

Y más aún, se halla en total resonancia con la comunicación informada por Tatunca Nara sobre la “ciudad-fortaleza” subterránea de Akahim y el “fin del presente ciclo” de la tradición de los ugha mongulala.

Rafael Videla Eissmann
28 de Abril de 2023


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sábado, 1 de abril de 2023

Götterdämmerung


El tepuy sacro de los ugha mongulala.


El Götterdämmerung, el “Crepúsculo de los Dioses” de la saga germánica, el Ragnarökkr del Edda Prosaica, es la memoria ancestral de la gran catástrofe cósmica-planetaria.

El “Destino Final” de los dioses –los æsir o asen–.

Este evento fue anticipado por las dísir nornas (nornir) o “videntes”. La misma anticipación fue hecha por los cuatro “adivinos” del Neyim ñi epeu en la tradición araucana sobre el Tripalafquen o Diluvio del mito de ThrengThreng y KaiKai-Llunlun –la Gran Serpiente Jörmungandr de los germanos–.

La resonancia de este evento se eleva asimismo desde el corazón del Amazonas, en la propia tradición de los ugha mongulala y su líder Tatunca Nara y su conocimiento sobre el “fin del presente ciclo” (“Es la voluntad de los dioses, nuestros ancestros”).

Pues es un eco contemporáneo del “ascenso” del poderoso B’olon Yokte’K’u y de la “aparición” en los cielos de los OVNIs, de los “carruajes de los dioses”, de los astras-vimanas. 

La repetición de un nuevo ciclo preservado por la “sabiduría antigua” de los ancestros.

Es el Götter-Schock (“El Schock de los Dioses”) que anunciara Erich von Däniken en 1992 y luego en Götterdämmerung: Die Rückkehr der Außerirdischen (“El Crepúsculo de los Dioses: El Regreso de los Extraterrestres”) en 2009.

Los dioses extraterrestres regresarán e impulsarán nuevamente un nuevo cielo y una nueva tierra.

Rafael Videla Eissmann
30 de Marzo de 2023


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domingo, 19 de marzo de 2023

La historia prohibida de América: Los “hombres primitivos”


Representación petroglífica de un viracocha en el Valle del Encanto, Región
de Coquimbo, Chile (Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2017).



La tradición sacra del eje andino resguardó el conocimiento fundamental del origen del hombre en América –contraponiéndose, ciertamente, al dogma científico del génesis en África de nuestros ancestros–. Ello, pues por medio de la traditio el conocimiento de la aparición del hombre fue comunicado, proyectado y preservado.

En el Mythos andino, los primeros hombres de América fueron los vari vira cocha runa, es decir, los huari-huarijocha, llamados también pacarimoc runa o aquellos “de la aurora”, esto es, de la Primera Edad de los indios como escribiera en su obra El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615) el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala (Foja 48).

Poma de Ayala enfatizó: Desta generación comensaron a multiplicar y la desendencia y multiplico después a éstos les llamaron dioses y lo tubieron ací (Foja 49).

Estos viracochas fueron en realidad los chiliche, o chilis. Pues tal como ha explicado el profesor Roberto Rengifo en El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935), los chili-ingas se consideraban elegidos y sobresalientes entre los demás pueblos; eran los viracochas (huaracochas); semidioses encargados de educar al mundo. Llegaron al altiplano boliviano, arrastrando a los cazadores pampinos y a los pescadores costinos y fundaron la primera ciudad monumental, en lo que hoy se llama Tihuanaco, hace 14.000 años (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11).

Refuerza este aserto el arqueólogo Adolph Bandelier al declarar que Tiahuanaco fue construido por un pueblo que venía del sud, los chiloes (chili). (Lauri, Y. B. Una atrevida interpretación de la Portada del Sol. Página 622).

Una concepción similar acerca de la autoctonía del hombre se encuentra en torno a los lituche o ‘principio de la generación de los hombres’. Los lituche fueron conocidos asimismo como glyche, esto es, hombres primitivos o del principio de acuerdo al notable registro del historiador Juan Ignacio Molina en el Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile (1776). (Medina, J. T. Los aborígenes de Chile. Páginas 38-41).

Esta concepción aborigen es posiblemente una de los campos cognoscitivos más fundamentales de la Weltanschauung precolombina. Es la ἰδέα trascendental del origen. Por esto, resulta de la mayor importancia las resonancias que esta concepción posee en los estudios del explorador y naturalista Francisco P. Moreno (Patagonia: Resto de un antiguo continente hoy sumergido. O el núcleo zoogénico antártico, 1882), en la magna obra del erudito Emeterio Villamil de Rada (De la primitividad americana, 1876 y La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco, 1888), en los estudios del profesor y arqueólogo Roberto Rengifo (El Secreto de la América Aborigen, 1919-1921; Arte gráfico y poético de los chiles, 1921 y El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica, 1935) y por cierto, en la labor del arqueólogo Arthur Posnansky (Tihuanacu: La cuna del hombre americano, 1945-1957, obra cuyo título original fue Tihuanacu: La cuna de la humanidad). Pues estos sabios, basándose en evidencias geológicas, arqueológicas y etnológicas y especialmente, en las tradiciones aborígenes –es decir, pre-indígenas–, dilucidaron el origen del hombre en América del Sur y su expansión a otras latitudes.

Es el sustrato civilizador del grupo dolicocéfalo que con justa propiedad ha sido conocido como los Hijos del Sol de América. Los HOMBRES-SOL, los Sonnenmenschen de la leyenda áurea –“les llamaron dioses…”; los “semidioses encargados de educar al mundo”–.

Los Antupainko.

La concepción del origen del hombre en América resuena también en las pesquisas realizadas por Juan Moricz (El origen americano de pueblos europeos, 1968) y de nuestra apreciada e infatigable investigadora, Ruth Rodríguez Sotomayor (Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad, 2004; Historia de las Bibliotecas Preamericanas, 2009 y El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica, 2013 –entre otras obras–).

Esta es la “historia prohibida” de América: Las huellas de la población primigenia y su antiquísima civilización que astutamente han sido ignorados en pos esa falsa historiografía indigenista y de aquello que hoy se conoce como “pueblos originarios”. 

Rafael Videla Eissmann
15 de Marzo de 2023


Bibliografía

I. Fuentes

Guamán Poma de Ayala, Felipe
El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615). Edición crítica de John V. Murra y Rolena Adorno. Segunda edición. Siglo Veintiuno. México, 1998.


II. Obras

Medina, José Toribio
Los aborígenes de Chile (1882). Segunda edición. Introducción de Carlos Keller. Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina. Santiago de Chile, 1952.

Moreno, Francisco P.
Patagonia: Resto de un antiguo continente hoy sumergido. En: Anales de la Sociedad Científica Argentina. Tomo XIV. Segundo semestre de 1882. Imprenta de Pablo E. Coni. Buenos Aires, 1882.

Posnansky, Arthur
Tihuanacu: La cuna del hombre americano / Tihuanacu: The Cradle of American Man. Tomo I. Editado por Arthur James F. Shearer. Texto bilingüe. J. J. Augustin. New York, 1945. Tomo II. Editado por Arthur James F. Shearer. Texto bilingüe. J. J. Augustin. New York, 1957. Tomo III y IV. Editorial Don Bosco. Ministerio de Educación de la República de Bolivia. La Paz, 1957.

Rengifo, Roberto
El Secreto de la América Aborigen. I. Noticias y comentarios arqueológicos. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1919.
_ El Secreto de la América Aborigen. II. Estractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ El Secreto de la América Aborigen. III. Los chiles. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1920.
_ Arte gráfico y poético de los primitivos y los chiles. Impreso en los Talleres de la Empresa Zig-Zag. Santiago de Chile [1920].
_ El Secreto de la América Aborigen. IV. Extractos de Actas de la Sociedad Científica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1921.
_ El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Imprenta Universitaria. Santiago de Chile, 1935.

Rodríguez Sotomayor, Ruth
Kara Maya, Raza Madre de la Humanidad (2 tomos). 2004 (Inédito).
_ El mensaje oculto de los libros líticos andinos. El origen de los arios está en Preamérica. Liberfactory. Madrid, 2013 [Descubrimiento extraordinario en reliquias arqueológicas antediluvianas de las culturas andinas. El origen de los arios está en Preamérica (2010)].
_ Diccionario o Enciclopedia de los Símbolos Escriturarios Preamericanos [Historia de las Bibliotecas Preamericanas]. Proyecto ideado y dirigido por Ruth Rodríguez Sotomayor. Avalado por el Archivo Histórico del Guayas de Ecuador y por la Universidad de Guayaquil de Ecuador. I Fase: Recuperación de los símbolos de las reliquias arqueológicas y etnológicas del Reino de los Kitus que se encuentran en el Museo de América y en el Museo de Antropología de Madrid, España. Madrid, 2016 (Inédito).

Villamil de Rada, Emeterio
De la primitividad americana. Imprenta de Gutiérrez. Cochabamba, 1876.
_ La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco. La Paz, Imprenta de La Razón, 1888.


III. Artículos

Moricz, Juan
El origen americano de pueblos europeos. En: La Asociación de Estudios Históricos. Guayaquil, 15 de Abril de 1968.

Lauri, Yole Beatriz
Una atrevida interpretación de la Portada del Sol. En: Histonium. Año VII. Nº78. Buenos Aires, Septiembre de 1945.

Posnansky, Arthur
Retratos y recuerdos de animales extinguidos en la cerámica de Sudamérica. En: Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz. Litografía e Imprenta Moderna. La Paz, 1919. 


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Se prohíbe su reproducción).

lunes, 6 de marzo de 2023

El nuevo Götterdämmerung o “Crepúsculo de los Dioses”


Conjunto petroglífico donde destaca una mano con seis dedos en Sacre Ridge en Three Rivers,
Nuevo México, Estados Unidos. La leyenda de los dioses se encuentra en todo el continente.



En el Mythos Légein de la América Aborigen, es decir, en la verdadera historia del continente, resuena el fulgor de los hombres-dioses, de una raza astral que sentó las bases de la civilización americana y del “imperio general” antes de la última Gran Catástrofe (±12.000 años).

Desde Tierra del Fuego a Alaska resuenan los portentos  y conocimientos de los antiguos dioses, de los hówen, de los chili-viracochas y quetzalcoatles. De los Dioses Blancos de Huitramannaland.

Asimismo acontece con los dioses de la tradición de los ugha mongulala –[ellos] han llegado desde las estrellas. Son altos, blancos. Igual a nosotros. La única diferencia es que tienen seis dedos en las manos y los pies–.

Ciertamente, la tradición de los dioses de los ugha mongulala se entronca con aquella de los Dioses Blancos.

El logos amazónico del cual es depositario Tatunca Nara refiere a que estos dioses construyeron la ciudad sagrada de Akakor y posteriormente, la fortaleza de Akahim hace más de 12.000 años.

En estas “ciudades” o recintos subterráneos se albergan las “naves” o “vehículos de los dioses”, es decir, los astras o vimânas andinos, los “OVNIs”–, a la espera de la Gran Guerra de los Mundos. La nueva guerra del Mahâ-Bharâta. La nueva Totaler Krieg.

De acuerdo a Tatunca los dioses poseen, además, una tecnología “anti-gravitacional” que es la base del movimiento y traslado de sus “vehículos”.

Resuena en esta tradición, asimismo, el arribo de los alemanes en 1945 a la ciudad sacra de los dioses extraterrestres en el Amazonas.

¿Cuándo regresarán los dioses? Al igual que en la tradición mesoamericana del poderoso B’olon Yokte Ku’h –“Nueve Dioses” o “Señores”, nacido “antes del inicio de la aurora”– su irrupción no es desde el espacio cósmico pues mora en el Inframundo, en la Tierra Hueca y su ‘descenso’ es inverso, esto es, irrumpe desde las profundidades.

Ellos son quienes “derriban los cielos”, es decir, causan la Gran Catástrofe pero al mismo tiempo, son los creadores de la edad siguiente –el fin del presente ciclo y el comienzo de un nuevo–.

Es el nuevo Götterdämmerung  o “Crepúsculo de los Dioses”. El Ragnarök de los aesir.

Tras lo cual aparecerá el Nuevo Sol.

Entonces, nuestra historia será sólo un “mito”.

Rafael Videla Eissmann
5 de Marzo de 2023


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lunes, 27 de febrero de 2023

“Las fuerzas desplegadas por los dioses”


Vasija antropomorfa diaguita (dihuita) del norte de Chile. De acuerdo a Tatunca Nara los dioses poseen
seis dedos en manos y pies. Adviértase los seis dedos en esta representación prehispánica, hecho
que evidenciaría la tradición común emanada de los Andes (Fotografía de Rafael Videla Eissmann, 2017).


Converso con Tatunca Nara, último jefe o “cacique” de los legendarios ugha mongulala de la foresta amazónica.

Sus palabras poseen esa vibración de un tiempo sin tiempo. O mejor, más allá del tiempo, pues se entroncan con el mito áureo de América-Huitramannaland, la “tierra de los hombres blancos”.

Tatunca habla de la antigua historia de su pueblo, de los dioses descendidos del firmamento y de los acontecimientos venideros. Y resuena en mi la concepción del visionario del Eterno Retorno de lo Mismo, Friedrich Nietzsche. Pues la tradición que comunica Tatunca se refiere precisamente a la concepción cíclica del tiempo. Al fin del “presente ciclo” y al inicio de una “nueva edad”.

He aquí sus palabras:

En 1982 varios planetas se alinearon y hubo una erupción en el Sol que fue muy grande que se concentró y ahora, casi cuarenta años después llega todo lo que fue expulsado desde el Sol –piedras, tierra y arenas y agua– a través del espacio. Esto significa un gran cataclismo para la Tierra.

(…)

El asunto, para explicarlo así, es complicado.

Nosotros, los ugha mongulala, tenemos la historia escrita [de los acontecimientos] y además, el sacerdote tiene el poder de ver el futuro: En dos o tres años habrá un cataclismo enorme. Comenzará un gran terremoto. El tiempo de lluvias y sequía es ya una influencia de la masa que viene del Sol a la Tierra. No tiene relación con la desforestación del Amazonas. Los científicos están locos y no pueden entender. A esto se suma la guerra en Europa [Rusia y Ucrania].

(…)

Pero no se trata de fenómenos naturales o casuales sino que corresponden a las fuerzas desplegadas por los dioses.

(…)

Los dioses retornaron a la Tierra y han determinado el fin del presente ciclo. Es la destrucción de la Tierra. Mas no es el ‘fin del mundo’ sino el inicio del fin del presente ciclo y el comienzo de uno nuevo…

(…)

El destino de los ugha mongulala es sobrevivir.

La comunicación es trascendental y se vincula con los conocimientos sagrados de los reches y machis del Chili Mapu sobre los cinco soles. Pues tal como en la tradición de los ugha mongulala sobre Akakor y Akahim –las “ciudades de los dioses”, el refugio se encuentra en el Minche Mapu, en la “tierra de abajo”, donde moran los dioses-pillanes, los ngen y los espíritus –los astralkörper o “dobles” de los guerreros e iniciados– para su “encarnación” en el Nuevo Sol –el Quinto Sol de la Humanidad Sagrada–.

Rafael Videla Eissmann
26 de Febrero de 2023


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