La estrella de ocho puntas en un petroglifo en las cercanías del río Colorado, en San José de Maipo
en la Región Metropolitana de Santiago, en Chile.
Como una sinfonía prácticamente inaudible, los iniciados del Chilli-Mapu escuchan aún los movimientos del sonido-color de la estrella de Venus. Es el misterio insondable del origen que se remonta al Wenu-Mapu, la «tierra del cielo». La totalidad fragmentada del Dios-Diosa, la Deidad de Dos Rostros, Wuñelvefucha/Wuñelvekushe, personificados en la pareja de ancianos Wanlén Fucha y Wanlén Kushe y la pareja de jóvenes Wanlén Weche Wentru y Wanlén Ülcha Domo, es decir, el Andro-Gyno (Hombre-Mujer), la Totalidad, en sus dos proyecciones: Pasado y Futuro, que se unen, o reúnen, en el tiempo presente –la concientización–, más allá del espacio y del tiempo y del Eterno Retorno de lo Mismo.
En la eternidad del tiempo.
Estrella de piedra de ocho puntas con la evocación de la lucha entre ThrengThreng y KaiKai,
descubierta en el sur de Chile (Museo Chileno de Arte Precolombino).
Vasija bicromática de la cultura Aconcagua de la zona central de Chile, con una estrella
de ocho puntas con irradiaciones (Museo Arqueológico de Los Andes).
Este ignoto misterio se haya plasmado en el símbolo de la estrella de ocho puntas, el signo de EL-ELLA, la estrella doble Yephun-Oiehuen, de los Caminantes de la Aurora: Dos cruces (hombre y mujer; masculino y femenino) cuyos brazos se yuxtaponen, proyectándose –juntos y separados al mismo tiempo–, como un círculo, es decir, la Totalidad.
En Chile, este símbolo se encuentra ampliamente difundido en diversos campos en el mundo prehispánico –como señal de su origen y destino: El Wenu-Mapu y el Chilli-Mapu, la patria de los hombres primigenios, los uros– desde donde se difundirá hacia el norte en remotas edades, como señal de la migración de los míticos viracochas, los Dioses Blancos de América.
Rafael Videla Eissmann
8 de Noviembre de 2015
El misterio del origen: Una machi junto a chemamüll y tótems, en la Araucanía,
en el sur Chile. Nótese a la izquierda, tótems coronados con el símbolo de la estrella
de ocho puntas (Fotografía de O. Heffer, 1910).
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