lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Fue Quetzalcóatl un guerrero vikingo?



Lucie Dufresne estima que el dios prehispánico fue un vikingo que naufragó en las costas mexicanas en el año 1000. Su novela especula sobre la posibilidad de que el dios de la Serpiente Emplumada fue un vikingo.

Quetzalcóatl, divinidad de los antiguos mexicanos, primitivamente adorada por los toltecas, habría sido un vikingo alto y barbado que llegó por equivocación al Nuevo Mundo, mucho antes que los españoles, de acuerdo con la hipótesis de la escritora Lucie Dufresne, autora de la novela Quetzalcóatl. El hombre huracán.

La escritora canadiense explicó, que de acuerdo con su libro, editado por Grijalbo, el antiguo dios fue un hombre muy especial y carismático, que ante la adulación de los pobladores originarios, se embriagó de poder y debió ser expulsado de la ciudad de Tajín, en Veracruz.

Esta descripción de la deidad, señaló, “es una hipótesis, no hay ninguna certeza, pero es una posibilidad porque aparece Quetzalcóatl como un hombre diferente de barba roja, al mismo tiempo que los vikingos exploran la costa de América, y en las sagas cuentan que llegaron hasta islas que no tenían en los mapas, son las islas del Caribe, posiblemente”.

A partir de estas narraciones, Dufresne recrea la vida del sur de Mesoamérica en el año 1000, cuando después de haber pasado el invierno en una costa este del norte de América, una expedición vikinga lleva su exploración hacia el sur.

Atrapados en el ojo de un huracán, la expedición llega a un mundo desconocido, la tierra que hoy ocupa México, sin embargo, sólo dos hombres sobreviven al naufragio: Uno es Ari, hijo natural de Erik el Rojo, y un esclavo cristiano de nombre Melkolf.

La novela, primera en la producción de Dufresne, “trata de un choque cultural, de un navegante que vino del norte y se perdió, pero que llegó al Tajín, a un lugar que antes se llamaba Mictlán y entonces para sobrevivir tuvo que adaptarse a un sociedad muy distinta de la que provenía”, manifestó.

Este hombre, es Ari a quien los pobladores atribuyen un origen divino, por ser un sujeto “muy diferente, un ser europeo que cayó en la sociedad tolteca y cuya venida, dejó un impacto muy fuerte que lo recordaron durante siglos como un dios”.

Para escribir Quetzalcóatl. El hombre huracán, la autora realizó una ardua investigación, “sobre todo acerca de los sitios donde sucede la acción y también está documentada en los tipos de sociedad, los grupos que los formaban, sus creencias, sus formas de vivir”.

La experiencia de Dufresne (1951, Québec, Canadá) incluye el estudio de poblaciones rurales mayas, lo que la llevó a pasar períodos largos en Yucatán y Quintana Roo, además de trabajar muchos años con el campesinado venezolano.

En la novela, señaló, “Quetzalcóatl fue un dios, pero sabemos que los dioses fueron hombres, fue un rey que existió, que reinó sobre la ciudad de Tollán, no se sabe bien de dónde vino y a dónde fue, hay muchos mitos que son contradictorios”.

No obstante, lo que sí se sabe, a través de un dibujo que supuestamente existió y de acuerdo con crónicas antiguas, “es que era muy grande y que tenía una larga barba roja”.

Este hombre, enfatizó, “ha debido ser muy especial, que de ser tan especial se creyó casi un dios y entonces se le puso el mito de un dios que ya existía antes, en Teotihuacán después evolucionó porque se veía como un dios de la guerra y acá era más bien un dios de la creación, de la vegetación, de la vida”.

Seguramente, concluyó la autora, “ese rey tenía mucho carisma, era muy hábil y muy buen estratega, reinó por muchos años e hizo crecer mucho su ciudad, pero el poder lo embriagó y no supo guardar su capacidad de analizar, no lo mataron, pero lo sustituyeron y lo mandaron a emigrar y fundar una nueva Tollán en Chichén Itza”.

Fuente: EFE - Diario El Universal de México, 14 de Abril de 2008.