viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Fue Quetzalcóatl un guerrero vikingo? No; fue un dios blanco de América


Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada (Códice Telleriano).


El artículo anterior, que aborda la visión de Lucie Dufresne en su libro Quetzalcóatl. El hombre huracán (2008), el cual estipula el origen nórdico de la Serpiente Emplumada, aun cuando contribuye a ampliar la visión general de la dogmatizada historiografía de la América prehispánica, hace eco del eurocentrismo característico del siglo XX y que encuentra en figuras como el profesor Jacques de Mahieu, uno de sus máximos promotores.

De Mahieu ha sostenido en diversos trabajos –La lucha mortal de los Dioses Solares. Los vikingos en Paraguay (1973), La agonía del Dios Sol. Los vikingos en la América del Sur (1974), El gran viaje del Dios Sol. Los vikingos en México y Perú (1975), La Piedra Sagrada del Dios Sol. Los vikingos en Brasil (1975), Los sabios de Ippir. Los vikingos en Amambay (1978) y El imperio vikingo de Tiahuanaco (1981)– que civilizaciones americanas como la tiahuanacota y la azteca fueron impulsadas por la presencia de vikingos y otros pueblos nórdicos. Lamentablemente, De Mahieu desconoció el hecho que estas civilizaciones –como otras del continente, por cierto– remontan sus orígenes a la época prediluvial, es decir, anterior a 13.000 años y que la cronología de estos pueblos antecede ampliamente el desarrollo cultural de los pueblos nórdicos. Por otra parte, si los vikingos fueron los impulsores de estas civilizaciones, ¿cómo es posible que no existan construcciones piramidales en Escandinavia, ni registros cronológicos como el de la Puerta del Sol de Tiahuanaco o los de la Piedra del Sol de los aztecas –que da cuenta de la creación y destrucción de cinco soles/eras, tal como lo ha postulado Hörbiger en la Cosmogonía Glacial?

Es un hecho que el así denominado “Descubrimiento” de 1492 es una absurda invención hispanista, cimentada en su trasfondo judeo-cristiano y las justificaciones político-económicas para el saqueamiento de las riquezas y la destrucción sistematizada de las huellas de los hombres-dioses aborígenes, es decir, de los Dioses Blancos, por parte de los celosos monjes de la fe monoteísta.

El continente americano tuvo desde la más remota antigüedad contactos transoceánicos –en el Pacífico como en el Atlántico–. Esto se sabía pero la historiografía moderna lo ha tergiversado. A modo de ejemplo: Fray Gregorio García en su obra El origen de los indios del Nuevo Mundo e Indias Occidentales (1607), explicaba que América ha sido poblada en tiempos diferentes, por diversas naciones o tribus, llegadas unas por el oriente y otras por el occidente; en tanto, Georg Horn en su tratado De Originibus Americanis (1652) sostenía una idea similar al expresar que el continente había sido poblado sucesivamente por los fenicios, los cántabros y otros pueblos de Occidente, y más tarde por los chinos, los hunos y otros pueblos de Oriente.

Es imposible, entonces, hablar de “Descubrimiento”, sea este atribuido a los hispanos o a los nórdicos.

La atribución del origen nórdico de los Dioses Blancos se basa en la creencia que el continente americano ha sido única y exclusivamente habitado por el indígena, es decir, por aquellos grupos de características braquicéfalas que hicieron irrupción en América desde distintas regiones de Asia y que constituyeron el elemento numéricamente predominante hacia 1492. Antes que ellos, el continente fue habitado por el elemento dolicocéfalo o dolicoide, es decir, por los descendientes de los Dioses Blancos, cuyos últimos retoños fueron descritos por diversos cronistas y observadores europeos como indios blancos.

Las tradiciones de los viracochas y kukulkanes fueron registradas, al menos parcialmente, en las crónicas y en algunos trabajos etnohistóricos. Son los hombres-dioses Tromé, Viracocha, Bochica, Tunupa, Parr y Quetzalcóatl, entre otros.

Las características dolicocéfalas de los paleoamericanos comprueban, en definitiva, que antes de los indígenas hubo otro grupo en el continente, al que comúnmente se le denomina como paleoamericanos.

Es la raza primigenia. Los Dioses Blancos de la América Aborigen.

Rafael Videla Eissmann
1º de Diciembre de 2014


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