domingo, 16 de octubre de 2022
“Chalinga fue el centro u origen de las primeras civilizaciones que se esparcieron por el continente”
domingo, 2 de octubre de 2022
Las huaras y los viracochas
Una aproximación a la etimología de viracocha fue trazada por el profesor Roberto Rengifo en el capítulo VI Los viracochas, sus símbolos de su obra Los chiles (1921) en la cual ha escrito:
Los viracochas o “huaracochas” fueron los que descubrieron y mantuvieron la fundición del cobre en la huara de Chalinga; debieron tomar una gran supremacía sobre todos los demás aborígenes y parecerían magos, disponiendo del fuego endurecido o cobre rojo, teniendo además de esta ventaja moral, la material de emplearlo como arma, escudo y casco.
El nombre que tomaron los primeros metalurgistas proviene de las huaras, como aún hoy se llaman las fundiciones aborígenes en el norte y en el desierto de Atacama: Como fundidores se llamaron huaracochas y como mineros tratán, que es onomatopéyico del laboreo o martilleo, de donde salieron los tacanes, titanes y atacamas, y tacana o Tacna, etc.
Huara no significa fuego, pero significa viento, y este era el indispensable para un vivo tiraje, empleando leña o carbón de espino capaz de fundir el mineral: Por esto llamaron huaras a las chimeneas naturales de fundición, lo mismo que se llaman fraguas a los fuelles colocados en las herrerías.
La palabra cocha significa recipiente redondo, o mar, o lago, o poza, de co = agua y de cha = yacer, estar, echarse; tal vez con la acepción de plano a nivel, o terreno plano, tendido, etc.: Las palabras, chaco, concha, charco y cocha representan la misma idea de depósito redondo. Los restos de viviendas junto a las minas y a la huara, tienen la forma de conchas o covachas y están labradas en el mismo cerro; por consiguiente estos fundidores primitivos se denominaron, “hombres de las cochas de la huara” = Huara-Cocha-Ché, y después Huaracocha solamente, y después Huairacocha en aimará o palla, y por fin Viracocha en quichua.
En cuanto al papel mitológico que poco a poco se les atribuyó por los pueblos que civilizaron o sometieron, se comprende perfectamente, dada la superioridad de su industria: La terminación cocha ya no significó la modesta vivienda del minero, sino que se interpretó que era todo el mar; especialmente por los que vivían al oriente de los Andes; el occidente era el lado del mar, el otro lado misterioso de las nieves, de donde venían estos forjadores del metal rojo. La huara ya no fue por consiguiente la simple chimenea, sino el viento que los había traído, y después el fuego del horizonte, los arreboles que se encendían diariamente en el poniente, y el mismo Sol enrojecido para descender a su cocha hacia el lado donde existía aún la primera huara. Por esto los primeros incas se decían llegados del poniente, y porque eran descendientes de los chalingas o chili-ingas se llamaron ingas.
Estos primeros cambios en el significado de las palabras, tendiendo cada vez más a la grandiosidad y a la personificación, como pasa en todas las creencias, agigantadas por el tiempo y humanizando lo misterioso, convirtieron a los fundidores en semidioses. Ellos aceptaron y tomaron como símbolo una huara que se precipita en el mar (cocha), y posiblemente se hicieron enterrar en forma semejante, de bruces, con la cabeza hacia el occidente, más baja que el cuerpo, y descansando en una cocha o plato con símbolos solares y del fuego. Los demás, simples mortales, deberían tener la cabeza al oriente, más alta que el cuerpo y boca arriba, como se vio en el cementerio de El Zapallar [en la Región de Valparaíso].
La aproximación etimológica comunicada por el profesor Rengifo sobre los huairacochas o huaracochas es asertiva pues se basa en los vestigios arqueológicos –las huaras o guayras o fundiciones aborígenes encontradas desde la Patagonia a Atacama–.
A esta concepción se debe agregar la naturaleza propia que preservó la tradición mítica sobre los viracochas: Su origen divino. Ellos fueron los Dioses Blancos de América, los dioses fundadores de la civilización americana e impulsores de las Ciencias Sagradas.
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lunes, 26 de septiembre de 2022
Los chilis, fundadores de Tiahuanaco: Las conclusiones de Roberto Rengifo, Adolph Bandelier y Carlos Keller
La sustancial premisa expuesta por el profesor Roberto Rengifo en torno a la migración desde Chile hacia el norte de los viracochas, fundando en el altiplano andino la primera ciudad monumental, en lo que hoy se llama Tihuanaco, hace 14.000 años (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11), encuentra resonancias en las investigaciones desarrolladas por el arqueólogo Adolph Bandelier quien definió asimismo que Tiahuanaco fue construido por un pueblo que venía del sud, los chiloes (chili) (Lauri, Y. B. Una atrevida interpretación de la Portada del Sol. Página 622).
Esta concepción es expresada de igual forma por nuestro connotado historiador Carlos Keller al señalar que Viracocha habría tenido su origen en Chile, predicando lo que ellos [los caciques del valle del Mapocho] resumieron en esa ocasión. Este “héroe cultural” (nombre que se da por la ciencia a estos emisarios del Ser Supremo que aportan la cultura a los hombres) se habría dirigido desde Chile a Perú, propagando por doquier sus enseñanzas. Allá, sin embargo, los incas se habrían apartado de ellas, pervirtiéndose. Vemos en esta variante la animadversión de los mapuches [araucanos] contra el dominio incaico (Keller, C. Mitos y leyendas de Chile. Páginas 71 y 72 [Esta migración ocurrió mucho tiempo antes de los incas del Tahuantinsuyu ~ Nota del autor].
Keller, a su vez, rescató una interesante fuente etnohistórica del norte de Chile donde ha dado cuenta de la fundación de Tiahuanaco por un grupo proveniente de Chungará –en la Región de Arica y Parinacota–. En este sentido, Keller ha escrito: Muchos creen que aquella cultura es original de Tiahuanaco y que se propagó desde allá a todas partes, pero la verdad es que existió mucho antes en Chungará, cuyos vecinos se fueron a radicar allá. Y si tal afirmación necesitare ser probada, el incrédulo se cerciorará de inmediato de la verdad al examinar la capilla existente en Parinacota, pues al construirla se han incluido en su fábrica algunas antiquísimas columnas con adornos fálicos y que ahí se han conservado, como prueba latente de que aquella cultura tuvo su origen en Chungará (Keller, C. Mitos y leyendas de Chile. “El Paraíso de Chungará”. Páginas 90-93).
Es la leyenda áurea de los wari wira qucha runa. Los hombres-dioses de la Ante-Historia.
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sábado, 10 de septiembre de 2022
Los hombres blancos y barbados de Tiahuanaco
Tanto la evidencia arqueológica como las fuentes etnohistóricas entregan significativas evidencias de una población distinta al elemento indígena-mongoloide-braquicéfalo: Se trata de la verdadera población aborigen del mundo prehispánico: El sustrato dolicocéfalo.
El mito ancestral fue comunicado a los cronistas como aconteció con la información consignada por el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala en El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615) en relación con la generación de in[di]os, [los] vari vira cocha runa quienes fueron los primer[os] yndio[s] deste rreyno (http://losvikingosenamerica.blogspot.com/2022/09/los-viracochas-primer-yndio-deste-rreyno.html).
Los huari-viracocha-runa.
Mas, antes que Guamán Poma de Ayala, el conquistador e historiador Pedro Cieza de León (1520-1554), basándose en las comunicaciones de amautas y sabios, consignaba en su Crónica del Perú (1553) en torno a la antigüedad y el origen de los constructores del fabuloso Tiahuanaco –la metrópolis de los viracochas–, que antes que ellos reynaseen [los incas] estauan hechos: Más que ellos no podían dezir ni afirmar quién los hizo. Mas de que oyeron a sus passados que en vna noche remaneció hecho lo que allí se vía. Por esto, y por lo que también dizen auer visto en la ysla de Titicaca hombres baruados, y auer hecho el edificio de Vinaque semejante gente, digo que por ventura pudo ser que antes que los Ingas mandassen, deuío de auer alguna gente de entendimiento en estos reynos, venida por alguna parte que no se sabe, los quales harían estas cosas, y siendo pocos y los naturales tantos, serían muertos en las guerras (Cieza de León, P. Crónica del Perú. Primera parte. Página 284).
Y Cieza de León agrega que en la ysla de Titicaca en los siglos pasados ovo unas jentes barvadas blancas como nosotros; y que saliendo del valle de Coquimbo, un capitán, que avía por nombre Cari, allegó a donde agora es Chuquyto, de donde después de haber hecho algunas nuevas poblaçiones pasó con su jente a la ysla y dio tal guerra a esta jente que digo que los mató a todos. Chiriguama, governador de aquellos pueblos, que son del Emperador, me contó lo que tengo escrito (Cieza de León, P. Crónica del Perú. Segunda Parte. Página 7).
¿Hombres “barbados” y “blancos” en la América prehispánica? ¡Claro que sí! Se trata del elemento primordial del continente y que como bien ha argüido el etnólogo Paul Rivet (1876-1959), fundamentándose en las informaciones expuestas tanto en las crónicas como en la iconografía prehispánica y en las relaciones comunicadas por los indígenas, en muchas regiones, la tradición conservaba el recuerdo de hombres blancos y barbados que habían precedido a las poblaciones actuales, especialmente en Perú, en la región de Guamanga y en las islas del Titicaca (Rivet, P. Los orígenes del hombre americano. Páginas 142-145).
Los indios blancos, como se ha sostenido a través de los registros en crónicas y fuentes etnohistóricas y por medio de la abundante iconografía prehispánica, fueron los descendientes de los dioses, de los huarijochas (viracochas).
Los viracochas fueron los “héroes culturales” de la tradición prehispánica y que llevaron al profesor Roberto Rengifo a establecer acerca de ellos: Los chili-ingas se consideraban elegidos y sobresalientes entre los demás pueblos; eran los viracochas (huaracochas); semidioses encargados de educar al mundo. Llegaron al altiplano boliviano, arrastrando a los cazadores pampinos y a los pescadores costinos y fundaron la primera ciudad monumental, en lo que hoy se llama Tihuanaco, hace 14.000 años, cuyo nombre primitivo no se sabe (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 11).
Los huari-viracocha-runa, los Dioses Blancos, fueron los impulsores de esa civilización extraña y superior –en el decir del historiador Diego Barros Arana– de la cual emanaron en remotas edades, las altas culturas del continente.
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sábado, 3 de septiembre de 2022
Los viracochas: “Primer yndio deste rreyno”
En su notabilísimo trabajo El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1583-1615), el historiador Felipe Guamán Poma de Ayala (1534-1615) fundió las tradiciones precolombinas con aquellas del Occidente cristiano en esta fuente de 1193 páginas resguardada en la Biblioteca Real de Dinamarca.
En El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno se encuentran resonancias de la historia del antiguo Perú –Guamán Poma de Ayala pertenecía a una familia noble yarowilca y era descendiente de Túpac Inca Yupanqui, décimo soberano del Tawantinsuyu y traductor del quechua–.
Todo esto, como sucintos antecedentes de su profundo conocimiento de la cosmovisión andina y sus manifestaciones culturales y especialmente, sobre claves fundamentales comunicadas en el capítulo de las edades de los indios y de los primeros hombres de América. En este sentido, sobre la Primera Edad de los indios, Guamán Poma de Ayala escribió: Primer de generación [Primera generación] de in[di]os, vari vira cocha runa / Primer yndio deste rreyno / Uari Uira Cocha uarmi / en este rreyno de las Yndias / Wari Wira Qucha Runa / Wari Wira Qucha warmi (Foja 48).
Y luego: Desta generación comensaron a multiplicar y la desendencia y multiplico después a éstos les llamaron dioses y lo tubieron ací (…).
Daquí multiplicó los demás generaciones de yndios a los quales le llamaron Pacarimoc Runa [“los de la aurora”] (Foja 49).
Es decir, la primera población –“generación”– fue aquella de los VARI VIRA COCHA RUNA, es decir, los huari-huarijocha que fueron llamados Pacarimoc Runa o aquellos “de la aurora” y que fueron reconocidos como “dioses”.
En términos de la historia mítica, son los Dioses Blancos del continente. En términos arqueológicos, corresponden al sustrato dolicocéfalo primordial y pre-indígena.
Esta fuente constituye una hebra que se extiende hacia las profundidades de la América Aborigen que con justa razón antes de 1492 se llamó Huitramannaland, esto es, la tierra de los hombres blancos.
Su origen, comprendiendo la migración de sur a norte en épocas ante-históricas, se remonta al Polo Antártico, el gran centro de la humanidad blanca y clara (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 8 ~ Los destacados son nuestros).
Los lituche o glyche, esto es, los “hombres primitivos o del principio”.
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domingo, 14 de agosto de 2022
Correspondencia fundamental sobre el origen del hombre entre la tradición aborigen de Chile y la visión del profesor Roberto Rengifo
El abate, naturalista y cronista Juan Ignacio Molina en su Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile (1776), basándose en la tradición comunicada por los aborígenes, señaló que los chilenos llaman a los primeros hombres, de los cuales descienden, peñi Epatun, que quiere decir, los hermanos Epatun, pero, a excepción del nombre, no saben otra cosa de la historia de estos hermanos sus patriarcas. Los llaman también glyche, esto es, hombres primitivos o del principio, y en sus congregaciones los invocan, junto con sus divinidades, entonando en alta voz: Pom, pum, pum, Mari epunamun, animalhuen, peñi Epatun, etc. (…) (Medina, J. T. Los aborígenes de Chile. Página 35).
La relación consignada por Molina es trascendental. Entiéndase: (…) los primeros hombres, de los cuales descienden, peñi Epatun (…). Los llaman también glyche, esto es, hombres primitivos o del principio (…).
Claramente, la tradición aborigen refiere al autoctonismo, es decir, al origen vernáculo, aborigen –ab origen– del chiliche, del “hombre de Chile” o araucano, de la población dolicocéfala –a diferencia del indígena inmigrado braquicéfalo– y cuyo epíteto fue “hombre de la tierra [de Chile]”, esto es, mapuche.
El filólogo, lingüista y folclorólogo Rodolfo Lenz en Tradiciones e ideas de los araucanos acerca de los terremotos (1912) también consignó esta idea: Llituche [sic], que quiere decir en su lengua ‘principio de la generación de los hombres’ sean dos o cuatro con sus hijos» (…). (Lenz, R. Tradiciones e ideas de los araucanos acerca de los terremotos. Página 17).
Esta tradición se reencuentra con los postulados arqueológicos e historiográficos desarrollados por el insigne profesor Roberto Rengifo en su trabajo El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica (1935) en torno al origen de la humanidad en el archipiélago antártico, que por entonces decenas de miles de años atrás, era el gran centro de la humanidad blanca y clara (Rengifo, R. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica. Página 8).
Esta humanidad blanca y clara conformó la base racial de la población originaria de Chile: Los chili-viracochas. Los Dioses Blancos del mito y la leyenda.
Todo esto evoca la tradición que me comunicara la maestra Quinturay Raypán en Nueva Imperial, en la Araucanía, en el año 2005 sobre el origen del verdadero “hombre de la tierra, indicando con su dedo índice la tierra, el Minche Mapu–, indicando: ¿Cómo vamos a venir de África? Nosotros somos mapu-che, somos los hombres de la tierra, de esta tierra, hemos surgido de la tierra y hemos vivido desde siempre aquí. ¡No hemos venido de África! (Comunicación personal con el autor. Nueva Imperial, Enero de 2005).
He aquí la Tradición Sagrada emanada del Chili Mapu y proyectada y preservada por los herederos de la tradición cultural –Epeu y Nütram– de los antiku-pu-che –los Hijos del Sol– y de los chilenos.
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lunes, 1 de agosto de 2022
Una representación petroglífica del Diluvio
El profesor Roberto Rengifo, desarrollando en Noticias y comentarios arqueológicos –la primera parte de El Secreto de la América Aborigen, 1919)– el estudio de un conjunto de petroglifos en Chalinga en la Región de Coquimbo, en el norte de Chile, consignó una posible representación del Diluvio o última catástrofe planetaria:
Hay un cuadro de figuras complicadas, que parece cataclismo e inundación. La primera idea que me sugirió fué, la de la representación del Diluvio, o tradición araucana del Cay-cay y el Tren-tren; pues que se ve abajo el agua arrasadora; viniendo del lado de esos seres de cabezas bífidas, que figuran en los escudos de los atacamas, con los ganchos más abiertos, y en los petroglifos del yapurá, dados por Souza Brito, y, parecidos al cangrejo del mar que combate con el hombre de la tierra, pintado en una cerámica Chimú, dado por Kronau. Las figuras de esta roca pueden haber sido las primeras en representar así a los seres o fuerzas del agua.
En el centro hay una figura humana, de cabeza ovalada, sin piernas, sumergida casi, que parece atropellada por el agua, y varios otros signos o formas de difícil explicación; pero, con sus diez puntitos, empequeñecido por lo grandioso de los hechos que los rodean. A la derecha todas son líneas que se derrumban, doblándose al peso de la caída de grandes piedras y, arriba, una figura parece indicar lluvia (semejante a un peine) y, la otra es una voluta que indica el movimiento de caer rodando (Videla Eissmann, R. Roberto Rengifo y el Secreto de la América Aborigen. El papel del territorio de Chile en la evolución de la humanidad prehistórica y el origen polar antártico del hombre. Página 30).
Si bien Rengifo considera este conjunto también como un posible símbolo de la fecundación de la Tierra por el agua, resulta plausible que este grupo corresponda al último Tripalafquen, es decir, el cataclismo e inundación de la tradición lituche-araucana.
De acuerdo a Rengifo estas representaciones pertenecen al sustrato chili-diaguita (dihuita).
Este conjunto petroglífico guarda relación con la comunicación realizada por Quinturay Raypán: Esta es la sexta Luna y el Sol, el cuarto, porque cuatro soles se han visto, cuatro soles aparecen en los kultrunes. Todo ha sido destruido con grandes cataclismos donde se daba vuelta la tierra y hasta el Sol se pierde…