lunes, 4 de octubre de 2010

Huellas nórdicas en Sudamérica

El profesor Vicente Pistilli.


Las inscripciones rúnicas prehistóricas que se extienden en inhóspitos sitios de esta tierra esconden huellas de visitantes extranjeros que han dejado rastros en sangre nativa, en el pretérito americano. El investigador paraguayo Vicente Pistilli, profesor de arqueología de la Universidad Nacional de Asunción es uno de los defensores de la presencia de europeos en el continente americano años antes de la llegada de Colón.

Los hallazgos arqueológicos realizados hace unos años atrás en las zonas de Amambay y Villarrica, en su mayoría son inscripciones rupestres. Algunos expertos identificaron como rúnicas, porque fueron relacionadas con los caracteres empleados en la escritura de los antiguos escandinavos.

A raíz de este descubrimiento surgieron las incansables investigaciones que hasta la actualidad se realizan por varios científicos nacionales y extranjeros, como las reveladas en el año 1970 por el geólogo paraguayo Pedro González y en 1972 por el científico francés Jacques de Mahieu.

La historia también relata que en 1898, el sabio Honoré ya hablaba de los extraños grafitos. Sin embargo, el escepticismo de otros es una fría barrera que obstaculiza el curso de las indagaciones, así como la duda si fueron escandinavos, nórdicos los que llegaron a tierra sudamericana.

En otras páginas de la historia, otros estudiosos hablaban sobre un gran Imperio en el Alto Perú (Bolivia) en el siglo XII, y de temerarios viajes fenicios, etruscos y cartaginenses, por lo menos 1000 años antes de Cristo. Además, que Colón había sido el último en enterarse que la tierra era redonda. Por eso, la pregunta es ésta: ¿Quiénes fueron los verdaderos autores de las inscripciones en los cerros de Amambay y Villarrica?


¿Vikingos en Paraguay?

En este país, según las investigaciones del profesor de arqueología Vicente Pistilli, los vikingos posiblemente se asentaron en Paraguay en el siglo XIV, también considera que puede tratarse de fenicios, chinos, arameo o etruscos, naciones de comerciantes y navegantes intrépidos, señala el profesor. En cambio, no es posible afirmar quiénes grabaron los cuestionados petroglifos de los cerros Mbaracayú, Morotí, Polilla, Ybyturuzú, Ypir, Gasory y Lorito.

Pistilli asegura que la historia paraguaya comienza con la llegada de los supuestos vikingos en el año 1400 d.C., sigue con el arribo de Alejo García en 1521; Sebastián Gaboto en 1524 y la posterior fundación de Asunción por Juan de Salazar y Espinoza. El Instituto de la Ciencia del Hombre de Buenos Aires publicó las crónicas de las investigaciones de Pistilli que realiza desde 1975. En los legajos, el profesor de arqueología dice que algunos científicos están de acuerdo en que Cristóbal Colón fue el último en descubrir América, así como contradicen la teoría porque aseguran que en Portugal se conservan documentos que testimonian que los hermanos Pinzón estuvieron en América antes de acompañar al almirante Colón.

Pistilli sostiene que las inscripciones halladas son de carácter rúnico, escritura propia de los expedicionarios de un gran imperio vikingo preincaico ubicado en Tiahuanaco, Alto Perú. Esas escrituras se basan en un sistema alfabético que se remonta al siglo III d.C. Consta de veinticuatro signos angulares, sin curvas, probablemente debido a que fueron grabados en madera y piedra. También se especula que la fusión del alfabeto griego y latino en uno nuevo fue producto de los teutones. Según Pistilli, la mayoría de estas inscripciones fueron encontradas también en los países escandinavos como Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Grecia. Además, en México y Paraguay, indica.

Pistilli, lleva cuatro décadas investigando este problema y orienta su tesis en el mismo sendero en que el sociólogo y antropólogo de Jacques de Mahieu se encaminaba.


Semblanza de un arqueólogo

La teoría de los vikingos para algunos es descabellada, para otros es una posibilidad así como para uno de los pioneros de las indagaciones sobre supuestos hallazgos de signos vikingos que forman parte de variadas recopilaciones informativas en prensa internacional como nacional, el profesor Vicente Pistilli.

Es un hombre que ha dedicado su tiempo y espacio durante más de cuatro décadas a la investigación arqueológica y antropológica de la historia paraguaya, siendo la base fundamental de sus investigaciones los documentos y la filología.

La vida del ingeniero civil, matemático, malariólogo y sanitario, filósofo, teólogo y arqueólogo don Vicente Pistilli, trasciende en recónditos lugares que denota importancia en el ámbito educacional, cultural, científico y artístico como su desempeño en disciplinas matemática, geometría analítica, cálculo infinitesimal, ecuaciones diferenciales y laboratorios especiales; materias que lo conectaron con la filosofía, lógica y por supuesto, la arqueología y hermenéutica (el arte de interpretar los textos de libros sagrados), siendo maestro de muchos aprendices en la Universidad Nacional de Asunción. Todos sus estudios dieron pie a la elaboración de su famosa teoría que ha sido puesta en tela de juicio por escépticos y creyentes, la visita y existencia de los vikingos (vikin) en tierra sudamericana, o bien, tierra paraguaya, teoría que ha dejado estupefactos a muchos otros científicos y estudiosos del tema.


Las rúnicas

La antigüedad de los petroglifos en Paraguay tiene referencia de la época del Dr. Francia, a quien le presentaron unas inscripciones copiadas de las piedras de Jarigua’á en Carapeguá. El Dr. Francia mostró su hallazgo a dos sacerdotes y éstos le dijeron que no eran ni latín ni griego -lengua que ellos conocían- pero sí se trataba de escrituras. Posteriormente, hacia el año 1940 el ingeniero Berto Myer, paraguayo de origen francés, hizo volar con explosivos las piedras pensando que había tesoros detrás de las inscripciones. “Es un error que cometen casi todos los buscadores de tesoros; estas inscripciones no indican que haya tesoros ni mucho más, ni mucho menos”, increpa Pistilli, asegurando también que sobre esta referencia de la época de Francia hay documentos.

Aproximadamente en el año 1920, Robustiano Vera, arqueólogo paraguayo, halló supuestamente otras piedras con inscripciones que podrían tratarse de runas ya que también se encontraron flechas y momias, pero el arqueólogo nunca mencionó dónde se realizó el hallazgo; en cambio, se cree que fue en San Joaquín, hacia la región oriental del país, supone Pistilli.

Runas en Amambay.


Otro trabajo científico fue realizado por un arqueólogo y runólogo alemán, Germán Munk, que tradujo las primeras inscripciones acompañado de un francés, el mencionado anteriormente Jacques de Mahieu, sociólogo y arqueólogo que estudió con profundidad América y la influencia de los posibles visitantes blancos precolombinos en este continente.

Pistilli habló de una de las tantas verificaciones hachas por él desde el año 1965, lo que apareció en el diario La Tribuna en el artículo Vikingos en el Paraguay, donde se encuentran anotados el alfabeto rúnico y el ogámico. En sus propias palabras, “muchos quieren ver el ogámico como si fuera celta, pero realmente los dos alfabetos y otros eran conocidos por los bikini. Ellos son los que vinieron y trajeron algunos que entendían estas escrituras. En Irlanda, hasta el siglo XVII se usaban las dos, ogámicas y runas, luego se emplearon las latinas; inscripciones en piedras con símbolos cristianos y bikini”, explica el profesor y defiende con cierta credibilidad.

Pistilli asegura que las inscripciones bikini halladas en territorio nacional llegan a Hispano-México, en la península de Yucatán, posiblemente se cree que uno de ellos es el famoso Quetzalcóalt -la Serpiente Emplumada-, sin pretender que los vikingos son responsables de las culturas aztecas y mayas, pero que influyeron trayendo la viga y otros objetos. “El libro que usaban los mayas se llamaba Popolvuh. Vuh en germánico antiguo quiere decir libro y popo quiere decir pueblo en latín, “libro del pueblo”, son términos que quedaron firmes en aquella comarca”, explica Pistilli.

Ruth Alison Benítez
Revista de Arqueología de España. Volumen 25, Nº275. 2004.

Inscripciones oghamicas en Amambay.